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Cuba Sin Fidel, de Julio Patán

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Cuba Sin Fidel de Julio Patán, editado por Editorial Planeta en 2018, nos narra las vivencias del autor en un viaje que realizó a la isla mayor de las Antillas en enero del 2017, 38 días después de la muerte de Fidel Castro. Si juzgáramos la obra a partir del título habría que registrar que Patán utiliza la desaparición del barbudo líder “moral” de la Revolución Cubana que depuso a Batista hace ya sesenta años para, concienzudamente y con abundancia de detalles, desbaratar cada uno de los mitos y leyendas que se han creado alrededor de la figura del “Comandante” y del modelo comunista que implantó obligatoriamente a sus conciudadanos.

Desde que llega a Cuba, se hospeda, recorre las calles,  hasta que se va, Julio Patán hace un recuento en el que une lo que observa y le acontece con lo que le cuentan aquellos cubanos con los que convive durante su estancia, y lo confronta con la inmensa bibliografía con la que cierra la obra, dejando muy en claro que, como nos ha parecido a muchos de nosotros, la mítica figura de Fidel Castro fue en realidad un constructo de la propaganda, y un embuste para todos los cubanos que fueron robados de la ilusión del progreso y bienestar social cuando alcanzó el poder en 1959.

Uno tras otro, van cayendo los mitos ante la abundancia de la tan útil y apreciada moneda de cambio que nos hará libres: la verdad, pero no la que enarbola Patán, sino la que le manifiestan sus interlocutores en la Isla, y la de aquellos que escaparon de ella y del líder del régimen, que registraron su ascenso y su posterior empecinamiento en dejar el poder, mientras gozaba de beneficios que ninguno de sus compatriotas podía tener. Pretender esconder, o ignorar, lo que emana de la podredumbre en que se convirtió el modelo comunista en Cuba, y de la conducta del dictador ególatra acostumbrado a una vida epicúrea, es tarea solo para fanáticos que se empeñan en ignorar los testimonios de tantos a los que el régimen les jodió la vida, así como la opulenta manera de vivir del “Comandante”.

Tal vez, al mismo tiempo, ahí radique una debilidad en el muy animoso texto del autor: se palpa la animadversión que le causaba el abuso del poder por Fidel Castro, algo que en México también nos irrita a muchos cuando vemos actuar a los políticos de siempre de manera similar. Si, en cambio, hubiera sido más un cronista que un detractor declarado, el mensaje hubiera sido mucho más difícil de rebatir por los fanáticos que se han mencionado.

¿La zafra récord? Desde hace muchos años se importa azúcar de remolacha en la isla. ¿La prostitución? Igual o peor que en la época de Batista. ¿Los derechos humanos y de las comunidades LGBTI? Inexistentes y sus líderes perseguidos, encarcelados o muertos. ¿Los adalides de la nueva trova cubana? Voceros del régimen que aceptaron alabarlo a cambio de vivir mejor que el resto de los cubanos y viajar por el mundo. ¿El apóstol antiimperialismo yanqui, hermanado del destino del pueblo cubano, que sufría las mismas carencias que sus compatriotas debido a los embargos comerciales que se le impusieron? Nunca existió y, por el contrario, amasó una fortuna de varias decenas de millones de dólares, gozando la vida sin carencias hasta el último de sus suspiros. ¿El nivel educativo alto? No sirve cuando no hay empleos. ¿Los servicios médicos de excelencia? Solo existen para los turistas.

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Como los anteriores, hay muchos jirones más del misticismo que han enarbolado aquellos encandilados por el aparato propagandístico de Castro. Patán, ya dijimos, los desmenuza, analiza y demuele, mostrando la desnudez y egoísmo del dictador y sus secuaces, en detrimento del noble pueblo cubano. <<La verdad es que Fidel sabía de una cosa: de supervivencia y conservación del poder. O, dice Zoé Valdés, de marketing. Tener una avalancha de ideas malas y saberlas vender como geniales: esa fue su gran virtud.>> nos dice.

Al leer lo que vivieron, y siguen viviendo, los habitantes en Cuba, no puede uno más que imaginarse, a la luz de los acontecimientos en nuestro país, si quien ahora detenta el poder Ejecutivo está siguiendo los pasos de Fidel Castro, a quien alaba. Ciertamente, pareciera que las malas ideas persiguen a nuestro presidente y, penosamente, muchos se las compran.

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Finalizo el comentario invitándoles a la reflexión sobre lo que indico, utilizando líneas de Julio Patán; sustituyan en el siguiente párrafo las palabras “Revolución”, “Fidel” y “Racismo” por “Elección”, “AMLO” y “Huachicol”, y luego sustituyan “Huachicol” por “Corrupción”, por “Inseguridad” y por cualquier otro concepto que hayan escuchado enarbolar con frecuencia a nuestro presidente y tal vez encontrarán, alarmados, que posiblemente tengamos al lobo en casa.

Va el párrafo: <<Al triunfo de la Revolución, Fidel dijo que el racismo había terminado. Con eso logró sacarlo no de la realidad tangible, sino de la realidad del lenguaje, mucho menos exigente. Su realidad. El asunto dejó de tocarse. Se volvió poco menos que un tabú. Salió sin remedio de la agenda.>>

Julio Patán apunta, señala, y acaso no se haya dado cuenta de que su descripción del dictador de Cuba se asemeja a la de muchos líderes “populares” actuales en Latinoamérica.

¿A poco no es preocupante?

Vale la pena, con ojo crítico, leer Cuba Sin Fidel, para enfrentarnos al fenómeno del “Comandante Fidel Castro” con una visión diferente, acaso más apegada a los hechos, y dejar de alabar a personajes de carne y hueso que distan mucho de ser modelos a imitar.

S. Alvarado D.

sergio.alvarado.diaz@hotmail.com

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