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Abejorros

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Los abejorros polinizan muchas plantas silvestres, así como cultivos importantes como tomates, calabazas y muchos tipos de bayas.

Bombus es un género de himenópteros de la familia Apidae que incluye las especies conocidas por el nombre común de abejorro. Son insectos robustos, con el cuerpo recubierto de un vello sedoso, cuyo color varía según las especies, pudiendo ser totalmente negros, o estar atravesados por bandas amarillas, blancas, naranjas o rojizas.

Tienen una cabeza pequeña y estrecha, con una lengua corta y unas antenas con función táctil y olfativa. Poseen un tórax muy corto en el que se insertan dos pares de alas membranosas, y tres pares de patas. En el tercer par de patas tienen una concavidad donde van acumulando el polen que recogen para transportarlo al nido. Las hembras (reinas y obreras) tienen un aguijón retráctil al final del abdomen que utilizan como arma de defensa. Los machos no tienen aguijón, por lo que no pueden picar.

Los abejorros son eusociales, es decir, su comportamiento se caracteriza por la diferenciación de los individuos en castas, la cooperación en el cuidado de la cría, y el solapamiento de generaciones. En los insectos eusociales las castas se pueden diferenciar morfológicamente:

  • La reina, hembra de mayor tamaño y longevidad, dedicada exclusivamente a poner huevos.
  • Las obreras, hembras estériles, hijas de la reina y más pequeñas que ella, realizan los trabajos de construcción y mantenimiento del nido, aprovisionamiento de recursos, así como el cuidado de la descendencia.
  • Los machos, cuya única función es la fecundación de la reina mediante el denominado vuelo nupcial, tras el cual mueren.

Los abejorros, unos de los polinizadores más importantes, corren peligro. Propagan el polen y fertilizan muchas especies de flora silvestre, así como cultivos agrícolas fundamentales como los tomates, los arándanos y las calabazas.

Por desgracia, sus poblaciones están descendiendo. Una nueva investigación que ha empleado un gran conjunto de datos ha determinado que los insectos son mucho menos comunes que antes. En Norteamérica es un 50 por ciento más improbable ver un abejorro en una zona cualquiera que antes de 1974.

Varias especies que antes eran comunes han desaparecido de muchas zonas donde solían vivir y se han extinguido a nivel local en esos lugares; el Bombus affinis, que solía ser abundante en Ontario, ha desaparecido de Canadá y se considera una especie en peligro de extinción en Estados Unidos.

Los abejorros solo viven un año y las reinas suelen pasar el invierno entre la hojarasca del suelo, ahí son vulnerables a los cambios de temperatura y a factores como los deshielos y las heladas imprevistas; su descenso es peligroso para el medio ambiente, ya que los servicios de polinización de los abejorros son necesarios para que se reproduzcan muchas angiospermas.

Como un montón de organismos más usan estas plantas, la disminución de los abejorros puede tener efectos ecológicos en cascada que, en conjunto, pueden provocar la pérdida de biodiversidad.

Se ha detectado que había menos abejorros en las zonas donde han aumentado las temperaturas en la última generación, o que han sufrido cambios extremos de temperatura. En Europa, son un 17 por ciento menos abundantes que a principios del siglo XX. El caos climático es el principal factor impulsor del descenso de las poblaciones de abejorros. Estos descensos están vinculados a que las especies están sometidas a temperaturas que no habían tenido que tolerar hasta ahora. Si desaparecen de una región, significa que han muerto o que se han trasladado a otra parte.

El cambio climático responsable de poner en peligro la vida de los abejorros.

Se sabe que los abejorros están más adaptados al clima frío gracias a sus cuerpos peludos y su capacidad para generar calor cuando vuelan, lo que los permite ser las primeras abejas que salen en primavera. Aún se desconoce la vulnerabilidad de la mayoría de las especies a las olas de calor y las fluctuaciones meteorológicas, aunque el estudio sugiere que su capacidad de adaptación tiene un límite. El calentamiento es innegable; los últimos cinco años han sido los más calurosos de los 139 años de los que tiene registros la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos.

El cambio climático no es el único factor responsable de la disminución de estos insectos. También están amenazados por el uso de pesticidas como los neonicotinoides (que son muy tóxicos para las abejas), la destrucción de hábitat por el desarrollo urbano, y la conversión de terrenos silvestres para la agricultura, la propagación de patógenos y la introducción de abejas no autóctonas para la polinización comercial. Las abejas puedan hacer frente a un solo factor, la combinación de varios factores puede empujar a la población a un punto crítico.

Crear más parques, o plantar árboles y matorrales en entornos urbanos (que suelen estar más frescos que los espacios construidos circundantes), podría proporcionarles lugares donde refugiarse del calor, y puede ayudar mucho a su preservación.

Dra. Carmen Báez Ruiz

drabaez1@hotmail.es

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