Sumergiéndose en aguas profundas

By on noviembre 12, 2020

EL RETO POR SUBSISTIR DIA A DIA COMO CAZADOR DE APNEA SUBMARINA ES REDIMIR LAS PROFUNDIDADES Y MIRAR A OTRA DIMENSION

JORGE FRIAS CASTILLO

Octubre 2020 – El hombre que busca lo sublime del ser en las profundidades del océano se acerca más al corazón de la vida y se perpetúa en una comunión con la inmersión dimensional que conlleva la paradoja de permanecer en ese letargo de paz o emerger triunfante ante el reto del cuerpo mismo.

El joven Israel Peralta, natural de Progreso, Yucatán, es un sencillo pescador de apnea submarina. Él es al mar el canto del silencio de los peces, y en su mente y cuerpo reposa la secuela de un delfín, “en el rocoso arrecife”, tocando los 35 metros o más “a puro pulmón”, como dirían los antiguos hombres de mar.

En conversación con el joven (26 años) Peralta, cuya estirpe es progreseña, de una familia dedicada al mar: es hijo de don Luis Carlos Peralta y Vidal, a quien conocimos muchos porteños en la juventud cuando arponeaba grandes especies bajo el muelle nuevo o en mar abierto, así como a sus hermanos y amigos, muchos dedicados a la pesca submarina, que es un oficio ya antiguo en las costas yucatecas.

Le preguntamos a Israel Peralta cómo se inició en la pesca submarina.

Desde muy joven. Los practicantes de buceo libre no veían en mí un buen prospecto, pensaban que no tenía cualidades. Eso hizo nacer en mí el reto de practicarlo para ser mejor y superar mis carencias.

“A mis familiares comenté que me iría a la mar, a realizar buceo libre, para traer producto y ayudar a la lacerante economía. Junté mis propios equipos y pertrechos –un pequeño motor fuera de borda, una embarcación pequeña y mucho valor….

“Nadie creyó en mis propósitos. Varios allegados me decían que no era buena idea irme solo a alta mar, pero yo quería conocer “LAS AGUAS PROFUNDAS”. Desobedecí las recomendaciones de evitar el riesgo y partí hacia el mar; aunque no es algo aconsejable, entre las necesidades y los retos, así como la falta de ayuda y de trabajo, en un lance de vida logré retornar con peces y dominar el reto de penetrar en el mar para desarrollar lo que más me atrae, misteriosamente, que es bajar a profundidad en busca del sustento marino.”

En la actualidad, Israel Peralta ha desarrollado la habilidad de ecualizar su cuerpo con la presión de las profundidades marinas, en un estado frágil en el que puede permanecer tiempo suficiente para conseguir la pesca  del día, poniendo su mente y cuerpo en un estado de relajamiento para poder bajar en apnea, ecualizando los oídos, a profundidades que no muchos se arriesgan, a menos que estén bien entrenados y cuenten con años de práctica, experiencia y comunión con el mar, como lo hace “el Peralta”, que tiene esa relación mística como aquellos grandes delfines del océano como Jaques Mayol, el francés que batió records de profundidad en apnea en las décadas de los 60,s 70,s 80,s y 90,s; o Ramón Bravo, que fue un buceador de tanque de aire comprimido, competidor olímpico en clavados, natación y buceo libre, además de ser camarógrafo submarino en esnórquel y tanque de aire; Humberto Belizarri, campeón de apnea submarina; Enzo Mallorca, campeón italiano, entrañable amigo de Jaques Mayol, y fiero rival competitivo en la carrera por alcanzar profundidades más allá de lo fisiológico en el azul profundo; el cubano Pipin Ferrera, y muchos más de esas generaciones de sumergibles en buceo libre que lograron encontrar el punto dimensional entre las profundidades y la superficie.

Para nada deseamos hacer ninguna comparación de estos personajes grandes del buceo libre con el joven Israel Peralta, aunque sí resaltar que Peralta, siendo un pescador de especies marinas, siente verdadera devoción al tomar presas para llevar alimento a su hogar, en una unión mística con el estado armónico de las “aguas profundas”.

Investigando sobre el quehacer en el mar, Israel Peralta, quien ampliamente ha demostrado ser uno de los mejores buceadores de apnea entre el ambiente de los personajes submarinos de Progreso, tal vez de los mejores en el área por su capacidad de adaptación en el fondo marino, nos platicó que normalmente cuando sale al mar a desarrollar esta actividad se aleja hasta 30 millas, ya casi en el cantil del canal de Yucatán, donde las corrientes y la profundidad pueden ser adversas la mayor parte del tiempo y las especies marinas abundan en buen tamaño, pero también los riesgos son mayores ya que tiene que enfrentar situaciones como el clima, asegurarse de que sus equipos se encuentren siempre en buen estado, y ser certero en lo que busca como pescador, el cual, afirma, es parte de la misma cadena y solo captura para alimentarse y subsistir.

Preguntamos a Israel si considera el mar del litoral Yucateco rico en especies. Con su semblante juvenil y tranquilo se detiene pensativo. Después de meditarlo un momento, contesta sin tapujos:

“Sí, desde la perspectiva de biodiversidad marina; desde el punto de la biomasa, el futuro es incierto, ya que en los últimos años he visto disminución en los ecosistemas pesqueros.”

Los cazadores submarinos de apnea aplican este conocimiento de sumergirse en el mar desde antiguos tiempos del hombre. En la Grecia mediterránea, en épocas de Tolomeo, o en las islas del Pacífico sobrevivir por medio de la caza submarina, en hawaianos, Tahití o Polinesias, ha sido un rito a sus ancestros.

No es de ninguna manera depredación, sino el equilibrio de la cadena del hombre por el pez en pos de la subsistencia, rindiendo honor a las profundidades, cuerpo a cuerpo con el mar, bendiciendo todos los días la captura para alimentar a nuestras familias, agradeciendo a la Madre Naturaleza descender en ese mundo ingrávido y silencioso en armonía con la profundidad, y emerger para un día más.

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