Siguen Sin Entender

By on enero 5, 2017

Perspectiva

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Siguen Sin Entender

“Si me engañas dos veces, la culpa es mía…”

Expresión Popular

En el 2015, cuando recientemente se conocía el escándalo de la Casa Blanca, The Economist acuñó un subtítulo en una nota que ya se ha hecho famoso: “El Presidente que no entiende que no entiende”, aludiendo de esta manera a que la visión del Presidente Peña Nieto simplemente no era capaz de comprender el malestar que ese tipo de cosas – los abusos del poder – causaba en México. Los politólogos luego generalizaron la expresión y la asignaron a toda la clase política, que abunda en ejemplos de cochupos en su beneficio, tal vez pensando que de esa manera podrían hacerlos reaccionar positivamente y, entonces, acercarse a la gente para comprender mejor su sentir y, así, redefinir las estrategias y reducir la brecha que cada vez se hacía más evidente entre ellos y nosotros.

A los agravios que hemos sufrido por los atracos que sabemos cometieron los Duarte, los Moreira, los Borge, se sumaron los bonos de fin de año de los diputados, de los senadores, y de los consejeros del INE – que terminaron por expandir esa brecha ante la molestia y rabia de todos nosotros – y se suma ahora el mega golpazo que representa el aumento a las gasolinas el cual, como ya sabemos, ha acarreado un sinnúmero de aumentos en bienes y servicios. El agravio se ha convertido en insulto, pues.

La clase política sigue sin entender que será imposible que nos convenzan de la bondad de medidas como el “gasolinazo” mientras no nos demuestren con hechos que ellos también se amarrarán el cinturón. ¿Cuál sería entonces la estrategia sencilla de aplicar para que los viéramos más humanos, más solidarios? Modifiquen sus ingresos, sus presupuestos, cancelen sus prebendas, impongan una política de austeridad que se vea reflejada en un menor gasto, y transfieran ese dinero a programas de beneficio social. Penosamente, ya sabemos que los “usos y costumbres” de estos nefastos personajes están peleados con la solidaridad social, y que a los únicos a los que rinden cuentas son a sus similares, o sea, a nadie. Se rascan para adentro todo el tiempo.

Que un Secretario nos venga a decir que lo que se ha hecho es en beneficio de nosotros, porque el subsidio que se utilizaba para las gasolinas se usará en programas sociales, suena bien; pero cae abatido cuando nos enteramos un día sí y el otro también de todos los beneficios que recibe la clase política y los funcionarios por “trabajar”. ¿Pagar más para seguir manteniendo a los zánganos y que conserven sus beneficios? ¡Por Dios! En realidad nos están pasando el costo de la ineficiencia eterna en el manejo de Pemex, y la pobre visión gubernamental que nunca se preocupó porque llegara el día en que pudiéramos dejar de comprar gasolina en el extranjero.

Esperé que el día de ayer, miércoles, durante el mensaje de mediodía del Presidente Peña Nieto, se solidarizara y anunciara alguna medida extraordinaria que ayudara a paliar los efectos de este impacto a nuestras economías – tal vez una revisión a la baja en las tasas de impuestos – y, en vez de esto, tan solo nos anunció el retorno de su achichincle Videgaray al gabinete – quien, por cierto, con toda la cara dura del mundo anunció que “llega a aprender”, como si el país estuviera con tiempo de capacitar advenedizos presidenciables –, presentó a la persona que reemplazará a Tovar y de Teresa en la Secretaría de Cultura, y nos dijo que “apela a nuestra comprensión ante las medidas necesarias que se han tomado,” o sea, en otras palabras “el problema es de ustedes, no es mío, y vean cómo le hacen.”

Observamos una escalada de actividades causado por este grado singular de inconsciencia presidencial, en la que los mismos “vivos” de siempre intentan trastocar con manifestaciones violentas el poco orden que queda en nuestro país. Estos despistados tampoco han entendido que no es con violencia como se resolverá este añejo problema. Está bien protestar, pero no de esta manera. Aquellos que lo deseen, protesten frente a los Congresos Estatales, frente a las (Re)Cámaras de Diputados y Senadores, frente a las oficinas de los partidos políticos, pero háganlo pacíficamente, sin recurrir a la violencia. Demostremos que somos capaces de protestar civilizadamente.

Presidentes, gabinetes y políticos insensibles han existido desde hace muchos decenios. Todos se han servido con la cuchara grande. La oposición, otrora la voz disidente ante la maquinaria revolucionaria, entró en franco contubernio y sus voces fueron acalladas con cañonazos de millones de pesos. Entraron al garlito. Me parece que es en este sexenio cuando más soberbia se ha palpado en esta multicitada clase política, cuando más alejados han estado de su rol como representantes de nosotros, de su rol de construir un México más próspero y con mejores oportunidades. En este sexenio estamos contemplando los estertores de un sistema político que ya no da para más, y que debemos desbaratar para crear uno más justo, uno en el que la justicia prevalezca sobre todo y sobre todos, en el que la impunidad sea la excepción y no la norma, uno en el que la clase política en verdad se vuelva “servidora” de sus ciudadanos.

¿En dónde yace la solución a este problema? Ciertamente no en aquellos “hijos” de este corrupto y podrido sistema. Ninguno de los candidatos que se han apuntado para ocupar la Presidencia – entre ellos el iluminado tabasqueño – puede decir que no ha sido tocado por esta perversa maquinaria y sistema, ¿no les parece? El populismo, avivado por una cada vez menor capacidad de análisis derivada de un pobre crecimiento cultural y educativo, vendría a ser la peor solución posible, como atestiguan los resultados en Venezuela.

Desde esta perspectiva, me sumo a aquellos que desean ver como Presidente de México a alguien cuya mentalidad no esté contaminada por los partidos políticos de siempre, alguien que no pretenda servirse del poder como han hecho todos los que han llegado a ese puesto, alguien que demuestre sensibilidad social y don de mando, alguien que se apoye en las mentes brillantes que existen en México a montones y que impulse políticas de beneficio colectivo, alguien que tenga una verdadera vocación de servicio.

¿Alguien conoce a quien cubra esta descripción para ofrecerle mi voto a la Presidencia?

Gerardo Saviola

gerardo.saviola@gmail.com

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