Sexo Virtual – XV

By on octubre 8, 2020

XV

POETA RACISTA

“El ‘huiro’ es, a propósito de excluidos,

un invento de la “mentalidad occidental

en su triunfante y vergonzosa versión loca”.

Parafraseando a Carlos Monsiváis.

Homero, joven de eminentes rasgos mayas, está de plácemes, y no es para menos: acaba de ser admitido como poeta en el selecto Círculo de Escritores, una ilusión lar-ga-men-te a-ca-ri-cia-da.

Cuánto deseaba este momento: dejar de ser calificado por la creme de la creme de los literatos como el “loco” Homero, para empezar a ser considerado un “Escritor” como ellos, de los verdaderos, no de esos que escriben costumbrismo o vulgaridades. “Eso es cosa de huiros,” piensa para sus adentros.

Desde niño, Homero despreció la cultura maya, de donde –como su físico lo evidencia– proviene. A la primera oportunidad cambió su apellido, traduciéndolo al español: el Dzul se metamorfoseó en “Caballero”. Él no pierde el tiempo escribiendo acerca de su cultura, porque siempre ha sido un fan del mundo occidental; incluso presume de “conocer latín”.

Cuando todavía iba a su pueblo, sus amigos le preguntaban, en son de burla, que si además de latín también sabía “latón” pues, a pesar de su evidente idiosincrasia maya, siempre pregonaba “la superioridad de la cultura occidental”.

Como no cabe en su felicidad, busca a su añejo camarada Alejandro hasta su domicilio en el fraccionamiento Chuburná, para brindar con unas cervezas bien heladas, pues es mediodía y el sol raja piedras, y a quien se le ponga enfrente.

“No me lo vas a creer Alex, pero tengo dos noticiones: el primero, me aceptaron en el Círculo de Escritores; pero eso no es nada comparado con el otro: me pidieron unos poemas para leer como parte del programa Acércate a la Lectura,” comenta eufórico.

“¿Y dónde vas a leer tus poemas?” pregunta Alejandro.

“En Yaxcabá. Ya sabes, ni sé dónde queda, pero es un chance que me está dando el Presidente del Círculo, y eso no lo puedo desaprovechar,” responde henchido de satisfacción el poeta.

Alejandro, viejo amigo de Homero, cuestiona: “¿No será que te están utilizando en el llenado de sus estadísticas, para luego anunciar el aumento del número de lectores?”

Homero se queda con el pensamiento en el espacio.

Después de unas dosis de cervezas, completadas con unos jaiboles preparados con una botella de ron Bacardí que sacó Alejandro, el poeta empieza a vomitar su “inspiración”.

“Para trascender como artista, no se puede caer en el equívoco de los lugares comunes de ‘lo regional’ o ‘lo nacional’; menos pensar en escribir literatura indígena.”

Alejandro lo ha escuchado muchas veces: Homero abomina de su cultura porque está hecho para cosas más grandes. Por eso prefiere leer a Vargas Llosa, Shakespeare, Joyce o Borges.

“No está mal que los indígenas escriban para recrear su mundo; pero ellos tienen su lugar, aparte de nosotros, los que escribimos en español, y tenemos un espíritu universalista,” pontifica en la cara de Alejandro, quien le mira, moviendo la cabeza de un lado a otro, en muestra de perplejidad.

Lo sabía bien: lo poco que Homero valoraba de su cultura maya se vendría abajo cuando fuera aceptado en el xenofóbico y selecto Círculo de Escritores.

“Si no tuvieras nariz del Dios Chaac y cabeza de lec (calabaza), no se escucharían tan surrealistas tus palabras,” refuta Alejandro, en alusión a su estética típicamente maya.

Pasadas unas horas, y agotadas unas canastillas de cervezas, Homero siente hambre y le pregunta a Alejandro si tiene algo para comer. Éste le responde en sentido negativo. Como Homero no ha comido nada en todo el día, y tampoco cuenta con dinero en sus bolsillos, comienza a pensar en sus pícaras estrategias de supervivencia.

Se acuerda del joven maya ventero de “perros calientes”, amigo de Alejandro, apostado cada noche en la esquina de la casa de éste. Decidido a satisfacer su hambre a como diera lugar, exclama de pronto: “Ahorita vengo, máster. Aguántame un rato. Voy a comprar unos cigarros sueltos.”

Cuando llega junto al carrito, el ventero de hot dogs atiende a tres clientes recién llegados en su auto, un lujoso Corvette ostentando una calcomanía de la aristocrática Universidad de Mayab. Con la espera, se agudiza la hambruna de Homero, y se agiganta cuando su expectativa se prolonga al llegar en un Volvo dos amigas de los clientes y sumarse al festín “perruno”.

Cuando el vendedor –de sobresalientes rasgos nativos– despacha al último cliente, se dirige al “poeta”.

“¿Qué se le ofrece jefe?” pregunta solícito.

“Oye, carnal,” responde Homero, con voz bajita para evitar ser escuchado por el grupo de amigos que degustan sus hot dogs. “Fíame dos perros, estoy tomando los tragos aquí con Alex.”

El ventero se queda inmóvil, sin saber si admirar o reírse de la franqueza de Homero. Cuando se repone, le responde, también en voz baja: “No doy fiado”.

Con la preocupación reflejada en el compungido rostro, Homero le reafirma ser íntimo de Alejandro y, haciendo a un lado su dignidad de gente ilustrada, suplica desesperadamente: “No seas cabrón, chavo, me estoy muriendo de hambre.”

El vendedor ratifica categórico: “No insistas; ni que me ruegues te doy fiado.” Todo en un tono bajo, respetando la discreción en la solicitud de Homero, para evitar ser escuchados por el grupo de amigos riquillos.

Ante la draconiana respuesta, a Homero le sale la hiel y eleva decididamente la voz, en un tono discriminatorio: “¡Ándate a la miarda (sic), chingado huiro!”

Al sentir la humillación, el “perrero” contraataca ipso facto, también elevando la voz: “Estás más huiro tú,” aludiendo a los rasgos eminentemente mayas de Homero.

El poeta recibe el impacto a quemarropa y, ante el desenmascaramiento étnico presenciado por el grupo de “niños bien”, suelta el fogonazo:

“Sí, pero mi abuelo es brujo, y esto te va a costar muy caro, pelaná,” dejando al ventero perplejo, porque sabe de los poderes excepcionales de estos personajes, utilizados para ayudar y, a veces, perjudicar a la gente.

Edgar Rodríguez Cimé

Continuará la próxima semana…

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.