¿Renacer Henequenero?

By on marzo 13, 2015

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Desde hace un año circulaban rumores de que el henequén, planta que por más de siglo y medio sustentó la economía de Yucatán, estaba volviendo a ser considerada empresarialmente para producir productos terminados. Tal ocurría en Motul, tierra del Mártir Rojo que tanto vio sufrir a sus coetáneos por los abusos de la oligarquía henequenera, misma que, para poner final a sus luchas societarias, sacó dinero obtenido precisamente del henequén para pagar por su muerte a militares infidentes.

Desde que Zamná fue herido por una penca, azotada contra las piedras por un servicial súbdito suyo –momento registrado en la historia maya como originario del descubrimiento de la fibra–, los mayas conocieron y usaron esa planta, no para explotarla, sino para servirse de sus aguzadas espinas y de la fibra que aprendieron a extraer. No es raro, aun ahora, encontrar plantas de henequén en los patios de las casas de paja, vivienda y refugio aun de los mayas actuales.

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Así era en los principios de la llamada conquista española, cuando los dzules, a falta del oro y la plata, las gemas preciosas y los metales que soñaron llevar a Europa y España porque eran base de riquezas y poder, optaron por explotar a los habitantes, costumbre aún presente, si no con los látigos y el cepo infamante, con los salarios mínimos de ahora que no les alcanzan ni para morirse de hambre.

Los conquistadores optaron, a falta de riquezas fáciles, por iniciar la ganadería y, luego, la siembra de caña de azúcar, bajo el mismo o aún más duro régimen de abuso e injusticia.

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De ahí, el salto fue hacia la siembra y explotación del henequén, que requiere de mucha mano de obra, cuidado de los planteles y tiempo, dado que el henequén en Yucatán no produce antes de los siete años de crecimiento. O al menos así se pensaba en esa época y aun ahora en Yucatán porque, en otras partes del mundo donde a veces la cortesía de los hacendados henequeneros hizo llegar la planta, allí cosechan a los tres años.

Los abusos acumulados generaron la guerra de castas y dieron origen a no pocos experimentos socialistas, revolucionarios, creación de ejidos, investigaciones sobre usos y comercialización de subproductos, disposiciones agrarias para proteger derechos, Procede, etc., que solo han venido desembocando en despojo continuo de tierras ejidales con amañadas adquisiciones para enriquecer, ahora, a los promotores de vivienda o especuladores que o bien los utilizan de inmediato con altísimas plusvalías, o bien los dejan en “engorda”, esperando años para lucrar exitosamente con sus terrenos ejidales adquiridos a cincuenta centavos y vendidos a miles de pesos el metro.

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El gobierno del Estado hace unos días entregó un pago por dos meses de labores a 800 parcelarios, entregándoles millón y medio de pesos. A estos momentos, se desconoce si existe un Plan oficial de rescate, en qué consiste, cuanta gente va a emplear, qué se va a producir, en dónde, etc.

Si recordamos bien, alrededor de 60,000 personas eran la mano de obra en decenas de municipios ocupados en la época productiva, bien como chapeadores, inspectores de campo, cortadores, transportistas, empleados de plantas desfibradoras que iban desde clasificadores de la fibra obtenida por el largo de la hoja, personal para tendederos de secado, bagaceros, entre otros varios.

¿Qué áreas se están trabajando y con qué visión y perspectiva? Los empresarios ubicados en Motul aparentemente procesarán productos terminados diversos ¿Se ha pensado en la industria cordelera? ¿Aún existe mercado mundial que demande hilos para engavillar o sogas para barcos? Se desconoce el proyecto y su viabilidad económica por lo que habría que evitar el uso de recursos públicos como un fondo a gasto perdido.

Porque si bien es cierto que el campesino henequenero aún recuerda y puede realizar el trabajo que acostumbraba, son incontables las bajas de adultos mayores y campesinos segregados, henequeneros desde hace muchos años. Hubo necesidad de cortar a 30,000 de ellos, orientándolos a programas de diversificación agrícola, para ocupar esa mano de obra capacitada en otras líneas productivas no henequeneras.

Cordemex, con su planta de tapetes y productos de exportación, o sus experiencias para aprovechamiento de alcohol, productos medicinales, etc., acabó de la manera que recordamos: fracasando y cerrando. La visión del gobernador Víctor Cervera Pacheco usó parte de los terrenos para impulsar el turismo, con un centro de Convenciones y un incomprendido Puerto de Altura, que fue burla de los bastardos intereses retardatarios cuya actitud hoy seguramente provoca carcajadas del gobernante, doquiera sea el sitio en que se encuentre. Su visión del Yucatán moderno se sigue imponiendo sobre sus detractores y para bien de aquellos antiguos enemigos gratuitos, que ahora piden más y buscan cobijo en los presupuestos estatales.

¿Activarán los propietarios sus haciendas henequeneras? Un recorrido por el territorio henequenero antiguo nos ha permitido observar el abandono, la destrucción y saqueo de una gran parte de los edificios e instalaciones. Antiguos hacendados han traspasado a personas no yucatecas, pero con suficientes recursos, sus propiedades. Otros las medio restauran y las rentan para la realización de eventos sociales.

No obstante, las firmes raíces mayas perduran a través de los siglos. Su cultura es fuerte y ellos perseverantes. Ante la dureza de la situación, miles dejaron el estado para buscar en otros horizontes la supervivencia que los experimentos productivos no lograron. Ahora envían dólares para obras en sus comunidades, además de recursos para la supervivencia de sus familias. Sin su permanencia entre nosotros, se restringe la siembra de milpas para autoconsumo, las costumbres varían, el consumismo carcome los valores antiguos y, además, hijos y nietos vienen a vivir entre nosotros, trayendo costumbres y violencia importadas, aprendidas en otro país. Bandas, vandalismo, pintas, armas, modos de vestir y hablar, provocación a las autoridades y al sistema establecido, son noticia de todos los días en poblaciones de Yucatán.

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La noticia de la nueva viabilidad henequenera no ha despertado un pronunciado interés, especialmente porque los detalles de este plan se desconocen en magnitud, fines productivos, viabilidad económica, condiciones laborales para la mano de obra, beneficios para la población y el estado, mercados de consumo y su demanda de productos terminados, entre otras muchas cosas.

¿Vamos por las pacas de henequén en rama como hace medio siglo? Habría que prevenir que algún exportador hacendado incluya piedras entre el henequén para que la paca aumente su peso y perciba, según su escasa inteligencia, unos dólares más. Ya sucedió y los mercados tienen antecedentes.

Ahora bien, si no es henequén en rama, pacas, ¿qué vamos a producir? ¿Cordeles? ¿Otra vez tapetes?

Un  análisis del mercado internacional indica, según los investigadores que conocen de estas cosas, que una alternativa es el aprovechamiento de la celulosa, de la cual hay carencia en el extranjero y es material esencial para producir papel, y derivados. Muy a pesar de los avances electrónicos, el papel seguirá en uso por muchos años más.

Internamente, en Yucatán podríamos aprovechar el bagazo como fertilizante, o el tamo para relleno de objetos útiles. Todo desperdicio vegetal puede orientarse a las milpas, como apoyo a esos admirables hombres que producen su alimento, de acuerdo con su dominio de los tiempos de siembra y cosecha.

Desde Zamná y su servicial acompañante que descubrió la fibra, se sabe de su uso local. Hoy también se hace necesario conocer los usos posibles que, como sabemos, están consumiendo recursos presupuestales del Estado.

Ese dinero podría servir de apoyo a las milpas yucatecas y a quienes, con ellas, ayudan a resolver el problema alimentario de Yucatán.

Luis Alvarado Alonzo

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