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Que Nadie Hable de Ti
Que Nadie Hable de Ti
Eras una morrita cualquiera,
de piel blanca y pintas en el cabello
del negro vuelto azul con el sol iluminando
la salida de la secundaria
que nunca terminaste.
Hablabas a gritos
y todos volteaban a ver
el tono ronco, las carcajadas
que te mostraban interesante
Que si la migraña Que si la epilepsia,
todo por hacer tu gana
canija y altanera
Me matabas de la risa
cuidando que no se acercaran
los babosos de tu edad.
Cuando supiste el embarazo
miraste preocupada
¿Qué vamos a hacer?
Casarnos.
Pero soy una niña.
Serás mi niña.
Y yo era tu pendejo
el que del otro lado
regresó con todo y troca
a la que subías con tu falda
unas cuadras adelante.
Cómo te gustaba el jale.
Yo empecé a trabajar en las minas.
Caías preñada a cada rato;
adoraba tu panza
tus piernas
tus chichis desbordadas.
y tus dramas
de jaquecas y por siempre los ataques
de la maldita epilepsia
Te pedí que dejaras el desmadre
por los niños,
por el grande que lo entendía todo,
y porque ya el dinero no nos alcanzaba
entre las recetas tuyas y aquello necesario
para escapar de la vida
como la niña que no dejabas de ser.
Seré el único recordándote…
Nadie va a hablar de ti;
te borrarás de la memoria.
Solo yo podré saberte
Serás las notas rojas que se repiten
por los mil lados
Porque soy el hombre
y puedo tener los hijos que quiera,
y ahora viviré recordando
a esos cuatro que borraste a tiros.
Y si no te hubieras dado uno,
créeme,
yo lo hubiera hecho…
Larissa Calderón
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