¿Qué hacemos entonces?

By on enero 30, 2019

Perspectiva

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Hace unos días, con respecto a mi colaboración anterior en la que hablaba de las soberbias metidas de pata y ocurrencias del Presidente y su staff, una persona muy cercana a mí coincidió conmigo en que, efectivamente, muchos errores se han cometido, pero que los fines que se perseguían eran nobles, y luego lanzó la siguiente pregunta al aire: ¿Y qué hacemos: lo corremos? Finalizó diciendo que le diéramos al Presidente López Obrador la oportunidad de hacer su trabajo.

La pregunta que planteó retumbó en mi cerebro durante un buen rato. Definitivamente coincido con ella en que la solución no es correrlo, a pesar de que el mismo Ejecutivo ha planteado esa opción a través de un supuesto plebiscito que efectuará dos años después de arribar al poder, lo cual es algo que, por cierto, necesitaría agregar a las leyes actuales, que a su vez sería sumamente posible pues su partido posee la mayoría en ambas Cámaras para introducir esos cambios; claro que del dicho al hecho…

Tanto ella como muchos de nosotros hemos sido testigos de la flagrante y desvergonzada corrupción que el partido tricolor hizo su bandera durante el siglo XX, y también en el período que acaba de finalizar; atestiguamos en los albores de este nuevo siglo la ineficacia de cambiar de partido y de estrategia cuando los azules simplemente no supieron cómo y, peor aún, cometieron los mismos errores y malas decisiones que aquellos a los que sustituyeron.

Todos deseamos un cambio profundo en la manera de hacer política, una implacable persecución a la cultura de cochupos y malas prácticas que fomentan la corrupción, una verdadera y sincera preocupación y viraje hacia la atención de las necesidades de los que menos tienen, y una mejora substancial en la calidad de vida de todos los mexicanos.

Me queda clarísimo que en la medida en que el Presidente tome buenas decisiones le irá bien al país y que, de la misma manera, no es lo mismo que en la medida en que le vaya bien al Presidente le irá bien al país.

¿Qué hacemos pues? Es nuestra obligación señalar todo aquello que reconozcamos, en base a nuestra experiencia de años de sinsabores, como una mala práctica gubernamental para que sea corregida.

No creo que debamos persignarnos y orar porque las prédicas matutinas traigan algo de sustento, y no sean tan solo vehículos para vender humo y espejitos a toda la grey que cree las carretadas de palabras enunciadas sin datos que las sustenten, sino de exigir la implementación de acciones que tengan sentido y apunten hacia lo que se mencionó en párrafos superiores.

Entre las muchas cosas que ahora son obligación para las autoridades que nos gobiernan, pues juraron cumplir y hacer que se cumplan las leyes y que, de no hacerlo, se les demande, eso es precisamente lo que debemos hacer: demandar que se comporten como autoridad, y ejerzan las funciones para las cuales fueron elegidas.

Por ejemplo, aplíquese la ley y castíguese:

  • a los huachicoleros de cuello blanco, y a todos los que se han beneficiado del robo, incluyendo a los malos empleados de Pemex que los han ayudado en su tarea, porque se están robando algo que nos pertenece
  • a los maestros que no lo son y que han hecho del chantaje su razón de ser, en vez de contribuir a elevar el nivel de educación y cultura de nuestro país, comenzando con los niños a los que no les están enseñando más que vicios
  • a los políticos que se llenaron las alforjas, y también a aquellos que no los persiguen, porque fomentan la cultura de la impunidad
  • a todos aquellos legisladores que de la omisión y de la venta de su voto han forjado su fortuna y su fama, porque no han entendido que en sus manos está corregir y redirigir el destino de nuestra nación, y a cambio han vendido nuestro futuro y bienestar a cuestionables postores
  • a todo servidor público que no comprenda que su labor está perfectamente definida en su título: servir al público, a nosotros
  • a todos los protagonistas de los escándalos como la Estafa Maestra y el caso Odebrecht, usando toda la evidencia que existe
  • a todos los que cobran derecho de piso, y se cobran con sangre los pagos no efectuados

¿A alguno de ustedes le ha llamado la atención que el Presidente no se ha referido a la inseguridad en México, y que ha hecho de su guerra contra el huachicol su cruzada personal, pero ni en una ni en otra ha metido a la cárcel a nadie?

Desde esta perspectiva, ya escuchamos con frecuencia del Presidente el argumento de que “me dejaron un cochinero”. ¿A poco no lo sabía, cuando esa fue la bandera que enarboló más de doce años? Sus estrategias están resultando demasiado cortas de mira y de alcance, y sus decisiones están resultando sumamente cuestionables.

Apenas llevamos dos meses con el gobierno de López Obrador, pero parece como si lleváramos ya años con él a cuestas; dos meses de zozobra, de ver cómo le han tomado la medida, de metidas de pata que a él no le han costado, pero vaya que al país sí.

Hago votos porque la actual administración enderece el rumbo. Si lo hace, seré el primero en aplaudirle sus acciones; si no, entonces habremos de continuar señalando las metidas de pata, esperando que en tres años al menos mandemos una señal del inmenso hartazgo que estos estilos de gobernar nos causan, retirando del Congreso a todos los advenedizos buenos para nada, dando una clara señal al gobierno de que queremos otros que cometan menos errores.

Permítanme cerrar con una pregunta: han transcurrido dos meses de que “un nuevo amanecer” se hizo cargo del gobierno de México, ¿alguno de ustedes puede sinceramente decir que estamos “mejor” que cuando comenzó? Yo tampoco… y no me pienso quedar callado mientras siga siendo éste un gobierno ocurrente e impulsivo.

S. Alvarado D.

sergio.alvarado.diaz@hotmail.com

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