Perspectiva: Liderazgo Corrompido

By on julio 17, 2015

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“Si tus acciones inspiran a otros a soñar más, a aprender más,

a hacer más, y a mejorar, entonces eres un líder”

  • John Quincy Adams

Todos nos enteramos de la fuga del Chapo Guzmán de un penal de “alta” seguridad que no resultó tal, por razones obvias. Este gran escape ha puesto en entredicho la imagen presidencial y a todo el aparato de gobierno, al unirse al rosario de metidas de pata e insensibilidad que parece ser el sino de nuestra actual presidencia y clase política. El liderazgo del presidente está en entredicho desde hace un buen rato y no se ve cuándo se dará el cambio que nos permita desechar la idea de que no saben lo que hacen, él y su gabinete, además de las cámaras de “representantes”.

A nivel local, el liderazgo y grado de independencia del gobernador ha sido altamente cuestionado debido a su nulo intento de aplicar la justicia a los escandalosos derroches e inexplicable ausencia de obras – a pesar de endeudar al estado como nunca antes – de la administración anterior. Vivimos un sexenio en el cual tampoco vemos crecimiento laboral, ni se ve que exista una clara idea de cómo mejorar las condiciones que vivimos los yucatecos.

El presidente municipal saliente sale no precisamente en hombros del ayuntamiento, perseguido por los fantasmas del dispendio, del perjudicial acomodo de amigos sin idea de lo que se les encomendó, y de la insuficiencia de explicaciones a la hora de aplicar el presupuesto y de viajar. A ello hay que agregar las múltiples batallas legales que emprendió y en las cuales tampoco le fue bien. Queda la duda sobre si el suyo fue un liderazgo efectivo pero, al observar la pugna interna en su partido, queda claro que no se convirtió en el líder que esperaba ser y, por lo tanto, su carrera política parece estar llegando a su fin.

A nivel empresa, sé del caso de un muy preparado supervisor que no ha logrado agregar a su vasto conocimiento de la industria el fino arte de imponer y aplicar la disciplina entre sus supervisados y que, por lo tanto, pronto será reemplazado por alguien más, al no reducirse el índice de errores en su área de responsabilidad. También me es familiar el caso de un gerente que sabe muy bien cómo apapachar a los suyos, pero cuyo liderazgo deja mucho que desear cuando le es necesario interactuar con todos los otros departamentos con los cuales sostiene relaciones profesionales, lo cual hace que se cuestione frecuentemente si en realidad es la persona idónea para el puesto.

Todos son ejemplos, desde el que dirige al país hasta el que dirige a sus empleados, de la mala aplicación del poder formal que reciben todos estos individuos al recibir su puesto. Ser un líder efectivo no es fácil, y es mucho más difícil cuando ni siquiera se tiene una idea clara de qué es el éxito. Más evidentes casos de liderazgo corrompido y corrupto los vemos en los dirigentes de maestros, en los líderes petroleros, y en otros líderes sindicales. A lo anterior se agrega un alto grado de irresponsabilidad e impunidad y, en consecuencia, vivimos sumergidos en el cieno que estos personajes alimentan.

Los líderes y representantes de nuestros días usan a la gente bajo su responsabilidad para lograr sus egoístas fines, en vez de apoyarse en ellos y dirigirlos hacia un mejor estado y modus vivendi. Esto se debe a que, a su vez, tuvieron muy malos maestros y han corrompido su crecimiento personal y profesional, han mal entendido que el éxito económico de ellos y de aquellos cercanos a ellos es la meta, olvidándose de que es la autoridad moral la meta a la que deben aspirar, autoridad moral que les permita convertirse en agentes de muy necesario cambio hacia lo positivo para todos. Un mejor país nos conviene a todos, y para ellos necesitamos mejores ciudadanos, líderes que persigan fines más altos y de mayor beneficio en lo colectivo.

Para que la situación mejore en todos los niveles es necesario que los criterios con los cuales elegimos a nuestros líderes incluyan un análisis crítico de sus valores, de cómo llegaron a sus puestos actuales y de los motivos por los cuales desean convertirse en nuestros “servidores”. ¿Fácil? Todos tenemos esqueletos en nuestro clóset, historias de las cuales no nos sentimos orgullosos, pero es nuestra trayectoria y el grado de autoridad moral que se haya adquirido la que nos permitirá identificar a los verdaderos líderes preocupados por nosotros.

Algunos dirán que esto que vivimos es “cultural”, que dejaríamos de ser la raza de bronce que aguanta y traga más pinole con cada regazón si decidiéramos cambiar, que es imposible cambiar para bien ante tantos ineptos y advenedizos líderes de hoy en día.

Pero eso es precisamente lo que deseamos, ¿no es así? Un nuevo país en el cual dejemos de ver a los eternos vivales servirse con la cuchara grande, y comencemos a ver a verdaderos líderes preocupados por mejorar nuestras condiciones de vida.

Desde esta perspectiva, debemos comenzar con inculcar los correctos valores a los nuestros, hacer a un lado eso de “ser más vivos que los demás”, participar en el desarrollo de una conciencia colectiva y, sobre todo, analizar detenidamente a todos aquellos que decidan convertirse en líderes, desechando la paja prontamente, sin olvidar que debemos hacernos y hacer a todos más responsables por sus actos, atacar la impunidad.

Creo que nos lo merecemos, y nuestros hijos también, ¿no les parece?

Gerardo Saviola

gerardo.saviola@gmail.com

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