“La belleza de una mujer debe ser observada en sus ojos,
porque esa es la puerta a su corazón,
el lugar donde reside el amor”
– Audrey Hepburn
Con mucho pesar he observado cómo nuestros atletas mexicanos van cayendo, junto con nuestras ilusiones de que ganen medalla en los Juegos Olímpicos de Río. El análisis sobre las posibles causas de su pobre desempeño, y una propuesta de solución, las abarcaré en otra aportación. Mientras todo eso sucedía, y penosamente como señal de nuestra pobre cultura como país, de nuestra pobre solidaridad como nación, presencié la polémica causada en las redes sociales por la imagen de nuestra gimnasta Alexa Moreno.
Algunos, los de siempre: aquellos que son buenísimos para ver la paja en el ojo ajeno, le criticaban su aparente sobrepeso, argumentando que cómo era posible que siquiera hubiera ido a las competencias, que así era imposible que ganara una medalla. Además de la pobre visión sobre cómo logró llegar Alexa a Río (como todos los que asistieron, fue necesario que cumpliera con una puntuación mínima, lo cual hizo y, por lo tanto, merecía ir), no deja de asombrarme que fuera su figura la que se cuestionara, y no sus resultados.
Infortunadamente, vivimos sumergidos y sometidos al inclemente bombardeo de clichés y de estereotipos que no compaginan con nuestro nivel cultural y educativo. En vez de que observemos y tomemos lo mejor de lo que nos rodea en los medios, tomamos todo, lo mal digerimos, y entonces nos volvemos un entuerto que exige se cumplan patrones que vemos en otros países y culturas. Alexa es una bella mujer, fuerte (todas las gimnastas lo son), con una sonrisa encantadora y, sobre todo, con un gran corazón; todas estas cualidades, unidas al hecho de que es una deportista y también estudia una carrera, la vuelven una mujer sumamente atractiva para cualquier hombre que sepa apreciarla. Afortunadamente, nada de esta polémica la ha afectado y eso es digno de aplaudir. No todas las mujeres son capaces de soportar comentarios como lo ha hecho Alexa, y muchas ni siquiera son lo suficientemente fuertes para sobrevivir una situación similar.
Otro ejemplo de esta creciente misoginia lo tenemos en las críticas a las protagonistas del relanzamiento de Cazafantasmas, pero ahora las quejas fueron efectuadas en el país de Trump. Similar a lo que sucedió con Alexa, muchos ignorantes crucificaron a las actrices que la protagonizaron, sin tomar en cuenta los méritos profesionales de cada una de ellas, dando muestra de una pobre cultura, de lo torcido de sus valores, de cuánto están degradándose algunos esquemas y patrones, también abanicados por políticos infames como el de tez anaranjada.
Existen muchos estudios que correlacionan esta desvaloración de la mujer con una deficiente educación y nivel socio-cultural. El fenómeno es mundial, no solo se presenta en nuestro continente. Ejemplos del poco valor que dan a la mujer los observamos en las actitudes y tratos de algunos grupos extremistas en África, y el de otros grupos extremistas en el Medio Oriente, lo cual confirma la hipótesis, a la cual es evidente que México no se sustrae porque con maestros y normalistas como los que actúan en estos días, y con la recua de políticos que los abanica, nuestro nivel educativo y socio-cultural simplemente no apunta hacia una mejora.
El México de los charros y las adelitas no existe más, pero algunos de los atavismos de esos días se aferran y se resisten a morir y, en su locura, maniatan personas, estados, y prácticamente a todo el país.
Desde esta perspectiva, nos haría muy bien educarnos más y mejor, simplemente porque esas son las llaves para abrir el cerrojo que nos mantiene doblegados como nación.
Es a través de la educación que podremos dejar atrás atavismos, malas prácticas, vicios, permitiéndonos avanzar hacia el futuro que nos merecemos, no el que nos están imponiendo desde hace muchos lustros aquellos que nos han cargado todas las cruces, los que se han servido del poder, los que viven del chantaje.
Es con educación que podremos realmente apreciar a una mujer, y darle el lugar que se merece.
Gerardo Saviola