Monografía de la Universidad de Yucatán – VII

By on mayo 28, 2020

VII

CAPÍTULO VI

UNIVERSIDAD DE YUCATÁN

(Segunda Época:1938 a nuestros días)

Dividir la vida de la Universidad en dos épocas, 1922 – 1938 y 1938 hasta nuestros días, no obedece al simple cambio de nombre de Universidad Nacional del Sureste, en la fecha de su creación, al de Universidad de Yucatán, el 5 de noviembre de 1938. Existe, a nuestro juicio, una clara delimitación entre estas dos épocas: la primera, que podemos llamar infancia de nuestra Casa de Altos Estudios, y la segunda, de adultez que se caracterizó por la reafirmación de sus principios, la programación de su crecimiento y la proyección de su labor hacia el futuro.

(En relación con el nombre, el 5 de abril de 1951, a propuesta del Consejo Universitario, la Universidad volvió a tomar su nombre original de Universidad Nacional del Sureste, y en 1958 el Rector Francisco Repetto Milán pidió al Consejo que se reconsidere la nominación de Universidad Nacional del Sureste y que vuelva nuevamente al nombre de Universidad de Yucatán, solicitud que fue atendida en forma unánime).

En efecto, durante la primera época la Universidad fue sólo un apéndice del poder político y estaba subordinada totalmente al mayor o menor interés de los gobernantes en turno. Después del impulso inicial recibido de Felipe Carrillo Puerto, la labor de los Gobernadores se redujo el cambio de rectores y directores de algunas escuelas y a pequeñas mejoras materiales al local. Si además consideramos que el subsidio federal acordado en el contrato de cooperación para la fundación de la Universidad fue suspendido en 1923, repudiado por el mismo Felipe Carrillo Puerto, como consecuencia de las inaceptables medidas ordenadas por el Gobierno Federal en el sentido de dar autoridad al Jefe de la Oficina Federal de Hacienda no sólo para pagar directamente los sueldos de los trabajadores universitarios, sino aún para determinar si la Universidad estaba cumpliendo o no con su finalidad conforme a la Ley, tenemos que aceptar que, además de la independencia política, la situación económica que atravesaba era agravante del problema.

Y no debemos olvidar que el Consejo Universitario, según la Ley de Creación de la Universidad Nacional del Sureste, estaba integrado por el Rector y los Directores de las Escuelas y Facultades, un representante de la Secretaría de Educación Pública y un representante estudiantil; pero tanto el Rector como los Directores de las Escuelas y Facultades, en abierta contradicción al Decreto de Creación que establecía la intervención del Ejecutivo por una sola vez, al ser creada la Universidad, eran libremente nombrados y removidos por el Gobernador de la Entidad, de donde deducimos que prácticamente funcionaba como una Escuela más del sistema educativo estatal, sin posibilidades de realización en ningún campo.

En 1938, el Ing. Humberto Canto Echeverría rescató la Universidad y la transformó violenta y vigorosamente. Aun cuando no la dotó de autonomía total, se advierte el deseo de hacer de este Centro de Estudios una estructura sólida, capaz de resistir los vaivenes de la política. La importancia que le da, la alta inversión aplicada al mejoramiento de sus edificios y amplio panorama que traza para el desarrollo de su vida académica, marcan definitivamente el inicio de esta segunda época que ha permitido su consolidación y el óptimo crecimiento que presenta en nuestros días.

Claro está que la marcha de los tiempos marca el paso a la evolución de las estructuras. Ya desde 1933 el Presidente de la República, Gral. Abelardo L. Rodríguez, había promulgado la Ley que concede la plena autonomía universitaria, derogando la facultad del Ejecutivo de la Nación para nombrar a las autoridades universitarias, vetar las resoluciones del Consejo y considerar empleados públicos a los miembros del personal docente y administrativo. Esta Ley, aun cuando no tuvo validez para la provincia, porque no fue respetada ni aplicada, tuvo necesariamente que influenciar a los gobernantes de entonces en favor de las Universidades; de suerte que en Yucatán, aunque el Congreso del Estado no procedió a decretar para nuestra Universidad el principio de autonomía, de hecho se limitó la intervención del Estado, dándole mayor autoridad al Consejo Universitario.

Así vemos que, en 1942, al tomar posesión del Gobierno de Yucatán el Sr. Ernesto Novelo Torres, es el Consejo Universitario el que por primera vez se reúne y nombra al Lic. Maximiliano Peniche Vallado, Rector de nuestra Universidad, nombramiento que si bien fue objetado por el Congreso del Estado, no evitó que en una segunda sesión el Consejo procediera a un segundo nombramiento, esta vez en favor del Lic. Enrique Aznar Mendoza.

A nuestro juicio, los años de 1938 a 1942, y la crítica situación que vivió la Universidad en este propio año de 1942 que culminó el 22 de octubre con la ocupación del edificio universitario de parte de las fuerzas armadas del poder público, son los síntomas inequívocos de la afirmación de carácter universitario esencialmente libre, consciente y capaz de trazar su propia ruta.

En los capítulos siguientes, que reseñan los más importantes hechos ocurridos en la Universidad de Yucatán de 1938 a nuestros días, insistiremos en este episodio interesante e ilustrativo para comprender la evolución de nuestra Casa de Altos Estudios. Ahora sólo queremos significar el momento en el que el Consejo Universitario se avoca la responsabilidad del nombramiento de los Rectores de la Universidad. A partir de entonces, 1942-46, periodo del Lic. Enrique Aznar Mendoza como Rector, sólo se han verificado tres cambios más: el primero en favor del Dr. Eduardo Urzaiz Rodríguez, que ocupó la rectoría de 1946 a febrero 16 de 1955, en que falleció víctima de una falla cardíaca; el segundo en favor del Lic. Francisco Repetto Milán, Rector de 1955 a 1971 y el tercero, y último, en favor del Dr. Alberto Rosado G. Cantón, actual Rector de la Universidad de Yucatán.

El gobierno del Ing. Humberto Canto Echeverría, 1938-42, marcó el inicio de una nueva etapa para la vida universitaria en Yucatán. Al tomar posesión de su cargo se encontraba en la Rectoría de la Universidad el Ing. Joaquín Ancona Albertos, nombrado en 1936 por el Gobernador Interino, Ing. Florencio Palomo Valencia; intelectual de reconocido prestigio, el Ing. Ancona Albertos se había distinguido tanto por su dinamismo como por su radicalismo ideológico de izquierda. Hombre enérgico, su gestión como Rector había ganado el reconocimiento de alumnos y profesores, de suerte que el Ing. Canto Echeverría lo dejó al frente de la Universidad y, puede decirse, que halló en él al más entusiasta colaborador de las reformas iniciadas durante su mandato.

Si importantes fueron las mejoras materiales llevadas a cabo en el viejo edificio universitario, más importantes resultaron las reformas a la estructura misma de este Centro de Estudios. El Ing. Canto Echeverría, con una visión aun no justipreciada debidamente, intentó actualizar la educación universitaria a fin de hacerla eje de un movimiento sociocultural determinante para el desarrollo del Estado.

En su exposición de motivos, incluida en la iniciativa enviada al Congreso solicitando el cambio de nombre de la Universidad Nacional del Sureste por el de Universidad de Yucatán, significó su deseo de reorientar los estudios universitarios hacia una preferente atención a los problemas sociales, económicos y políticos de la institución.

Consideraba que las Universidades no podían limitarse a la preparación de un reducido grupo de individuos, con grandes partidas presupuestales, sino que su labor debía trascender necesariamente al medio social, promoviendo su progreso y buscando soluciones a los problemas del desarrollo. Hoy sabemos que esta es la esencia de la Reforma Educativa de nivel superior puesta en marcha nacionalmente por el presidente Lic. Luis Echeverría A.

Proyectó así para la Universidad un programa que daba preferencia a los trabajos de investigación científica y social, para estudiar la transformación realizada en Yucatán en relación con las fuentes de trabajo y las necesidades de empleo, agricultura yucateca, incluyendo la problemática del henequén y sus repercusiones en la economía del Estado, las posibilidades industriales, la deficiencia alimenticia en el campo, las enfermedades endémicas, la incorporación del campesino al progreso, el saneamiento del medio rural y, en fin, una labor de investigación especializada en torno a los problemas regionales.

El primero de septiembre de 1938 se iniciaron los trabajos de reconstrucción del edificio universitario y un mes más tarde, el 5 de noviembre, el Congreso aprobó los nuevos Estatutos de la Universidad bajo la denominación de Universidad de Yucatán.

En el aspecto legislativo, cabe significar que el Congreso no solamente dotó de nuevos estatutos a la Universidad de Yucatán, sino que se preocupó también por la reglamentación de la actividad profesional; así surgió el Decreto No. 102 –Ley Reglamentaria del Artículo 4° Constitucional– relacionando las 19 profesiones que necesitan título para su ejercicio en el Estado. Esta Ley Reglamentaria se adelantó 7 años a la similar del Distrito y Territorios Federales publicada en el Diario Oficial de la Federación hasta el 26 de mayo de 1945, expedida por el Presidente Manuel Ávila Camacho con fecha 30 de diciembre de 1944.

Las mejoras realizadas en el edificio fueron extraordinariamente importantes y permitieron la instalación, en un solo local, de todas las escuelas universitarias.

En el primer piso se amplió la biblioteca anexándole varias piezas y comunicándolas entre sí por medio de arcos. Una de las naves del costado poniente se habilitó para Salón de Actos del Consejo Universitario. Se construyó un Auditorio sobre el gimnasio, en el segundo piso, con capacidad para 400 personas; también en este segundo piso se levantaron nuevas aulas y salas de laboratorios. Se construyó un tercer piso cubriendo toda la extensión del edificio, obra ésta de gran envergadura porque tuvo que derrumbarse toda la techumbre anterior a efecto de levantar, entre pisos de cemento armado y sobre este tercer piso; al frente, se levantó un departamento de tres piezas destinado a albergar la estación radiodifusora, y al sur una estructura destinada al Observatorio Astronómico, dotada de un buen telescopio.

La reinauguración del edificio se celebró con fiestas que duraron tres días llegando para este fin, como invitados de honor, los rectores de las Universidades de Guadalajara, Morelia, Puebla, San Luis Potosí, Monterrey, Sinaloa y Guanajuato, así como el Director del Instituto Campechano y un representante de la Secretaría de Educación Pública. Dieron principio los festejos la noche del sábado 13 de diciembre de1941, con una solemne velada en el Teatro Peón Contreras, con participación del Rector Ing. Joaquín Ancona Albertos y del poeta Humberto Lara y Lara. En esta velada el Gobernador, Ing. Canto Echeverría, entregó simbólicamente las llaves del nuevo edificio al Ing. Ancona Albertos. La mañana del domingo se sirvió un desayuno regional en el Hospital del Niño, de reciente construcción, y en la tarde un festival en el campo deportivo Salvador Alvarado, otra de las obras de este régimen.

El lunes 15 de diciembre, la Universidad de Yucatán inició sus labores en el renovado edificio con una solemne Sesión Extraordinaria del Consejo que comenzó a las 12 del día, y a la que asistieron los rectores visitantes, sirviéndose después una comida en los corredores del segundo piso de la propia Universidad.

Por la noche, se inauguró el Auditorio con una conferencia sustentada por el Dr. Eduardo Urzaiz Rodríguez sobre el tema “El arte como simple sublimación de la libido”.

Las obras de remozamiento duraron de septiembre 1° de 1938 a diciembre del año de 1941, con la interrupción de los trabajos durante el año corrido de septiembre de 1939 a 1940.

Mientras tanto, la vida académica de la Universidad no se había interrumpido. Instalada provisionalmente en la casa ubicada en el cruce de las calles 62 x 63 de esta ciudad de Mérida, de propiedad particular, su labor docente mantuvo el ritmo impuesto por el dinamismo del Rector Ing. Joaquín Ancona Albertos.

Bajo su gobierno se creó en la Universidad la Escuela Preparatoria nocturna, con dos secciones, para dar oportunidad a los jóvenes con necesidades de trabajo diurno; la Facultad de Ingeniería, suprimida en 1926 por el Rector Dr. Gonzalo Pat y Valle, volvió a abrirse; amplió la Facultad de Odontología y la independizó de la Escuela de Medicina, dotándola de un laboratorio y de una clínica para dar servicio social gratuito a la población necesitada; estableció los cursos corridos en Escuela de Química y Farmacia, permitiendo tiempo libre a voluntad de los pasantes para la terminación de la carrera; estableció el servicio social obligatorio con duración de un año para los médicos recién graduados; mejoró los laboratorios de química y biología y creó nuevas secciones en la Escuela Preparatoria.

En cuanto a labor editorial, mandó imprimir varios libros de texto escritos por los profesores, y también el Código Civil del Estado.

Especial interés puso el Rector Ancona Albertos en el libre intercambio entre todas las Universidades de la República, y aún de Centro y Suramérica, actitud ésta merecedora de aplauso que puede considerarse antecedente de las actuales asociaciones de Universidades.

Sin embargo, en medio de este auge renovador universitario se gestó, lamentablemente, un movimiento de protesta que dio origen a la separación de la Rectoría del Ing. Joaquín Ancona Albertos. En efecto, su gran capacidad, el apoyo del Ing. Canto Echeverría, su carácter enérgico y su radicalismo ideológico, fueron los ingredientes de la trampa que lo hicieron caer en el poder dictatorial en el seno universitario, llegando inclusive a suprimir las direcciones de las Facultades dejando estas bajo su control directo y la vigilancia de un Secretario en cada una de ellas.

La medida, repudiada totalmente, estuvo pocos meses en vigor, pero dejó un ambiente de descontento que, sumado a la inconformidad estudiantil por ciertos procedimientos científicos empleados en la clase de Biología, hizo aún más tensa la situación universitaria.

Las innovaciones en el programa de la escuela de Biología y el rechazo de parte del alumnado y los padres de familia fueron llevados al Consejo Universitario, planteándose el problema en términos considerados injuriosos para el Rector, originando la expulsión de los estudiantes rebeldes. Esta expulsión, a su vez, favoreció la creación de una Escuela Preparatoria Libre, creada con fondos aportados por los padres de los alumnos expulsados, incorporándola a la Universidad Nacional Autónoma de México y otorgando la dirección de la misma al Dr. Gonzalo Pat y Valle.

Este episodio volvió a cobrar actualidad en 1942, bajo el gobierno de Don Ernesto Novelo Torres, cuando los Bachilleres egresados de la Escuela Preparatoria Libre de Yucatán intentaron inscribirse en la Universidad de Yucatán para seguir carreras profesionales. Nuevamente la intransigencia del Rector Ancona Albertos se hizo patente, obligando a los solicitantes a llegar al Amparo legal contra la Universidad por negar la validez a sus títulos de Bachiller, no obstante estar estos reconocidos plenamente por la UNAM.

Al fin, la presión fue tan intensa que obligó al Gobernador Novelo Torres a modificar los Estatutos de la Universidad, dando mayor autoridad al Consejo y a separar de la Rectoría al multinombrado Ing. Ancona Albertos.

El 22 de octubre de1942, el Consejo Universitario se reunió por iniciativa propia y nombró Rector, en sustitución del Ing. Ancona Albertos, al Lic. Maximiliano Peniche Vallado. Esta nominación fue declarada nula por el Decreto No. 65 del Congreso del Estado que textualmente decía:

“Se declaran nulas las elecciones del Rector de la Universidad de Yucatán, efectuadas el 22 del mes en curso –Art. 3°– Cesan en sus funciones el Rector de la Universidad de Yucatán y los ciudadanos que ejercían cargos de Consejeros de la misma. –Art 4°– El Gobernador del Estado, al entrar en vigor este Decreto, nombrará un Rector provisional que reúna las condiciones exigidas por el artículo 16 del Decreto No. 43 del Primero de Septiembre del presente año quien, previa protesta ante el mismo Gobernador, entrará desde luego en ejercicio de sus funciones, con sujeción a las disposiciones del Estatuto de la Universidad, en cuanto no se oponga a la presente Ley –Art. 5°.– El Rector provisional de la Universidad de Yucatán a que se refiere el artículo anterior será asesorado por un Consejo Consultivo integrado por las personas que actualmente desempeñan los cargos de Director de las Facultades de la Universidad o de quienes los sustituyan legalmente en los términos establecidos en el Estatuto de esta Ley.”

El Rector interino designado por el Gobernador Novelo Torres fue el distinguido Lic. Enrique Aznar Mendoza quien posteriormente, el primero de diciembre, fue designado por el Consejo Consultivo Rector titular de este Centro de Estudios.

Es obvia la intervención del Poder Ejecutivo en el nombramiento del Rector Lic. Enrique Aznar Mendoza; pero es indudable que ha habido un avance en el proceso evolutivo de la Universidad en cuanto a lograr, si no su plena autonomía, sí el derecho indiscutible que le asistía para nombrar su propio Gobierno, ya que por primera vez el Consejo Universitario es oído y, en definitiva, quien revalida el nombramiento otorgado por el Ejecutivo, al declarar el primero de diciembre, Rector Titular al nombrado Lic. Aznar Mendoza.

Cuando a la luz de la historia estudiamos en forma global una época, a veces encontramos que sucesos que aisladamente son merecedores de una condena total encuentran, en las difíciles circunstancias políticas del momento, atenuantes capaces de hacernos comprender sin extremismos la necesaria aplicación de drásticas medidas para controlar una situación determinada. Es el caso, por ejemplo, de la Universidad de Yucatán en aquel agitado año de 1942, ocupación ordenada por el Gobernador Ernesto Novelo Torres. El descontento acumulado y la agitación en el seno universitario alertaron al Gobierno que, presionado por el clamor de toda la sociedad emeritense, se vio obligado a intervenir para darle solución justa a un grave problema que había traspasado los linderos universitarios.

No pueden en forma alguna estudiarse los hechos si no es en función de la época en que se presentan. La autonomía universitaria era prácticamente desconocida y la Universidad considerada hasta entonces apéndice del Ejecutivo; de aquí que, a pesar de los hechos consignados, violentos y reprobables, consideremos que el Gobierno de D. Ernesto Novelo Torres fue positivo para el desarrollo de la Universidad, porque dotó al Consejo de autoridad suficiente para el nombramiento de su propio Gobierno, facultad que hace valer cuando nombra Rector Titular el primero de diciembre al mencionado Lic. Enrique Aznar Mendoza.

El Lic. Aznar Mendoza ocupó la Rectoría de la Universidad del 26 de octubre de 1942 al primero de septiembre de 1946, en que el Consejo Universitario se reunió y eligió al Dr. Eduardo Urzaiz Rodríguez para ocupar la Rectoría, quedando en la Secretaría el Dr. Luis Peniche Vallado.

El 2 de junio de 1943 el Lic. Octavio Béjar Vázquez fue nombrado Doctor Honoris Causa de la UDY.

Margarita P. de Hernández

Continuará la próxima semana…

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