Los enamorados de Camalú

By on julio 28, 2022

Primeras Letras

Jacqueline Campos

«Los hombres temen que las mujeres se rían de ellos.

Las mujeres temen que los hombres las asesinen».

Margaret Atwood

 

Parecían enamorados. Tomados de la mano, escogían un árbol de navidad.

Su casa y la mía están separadas por un pasillo angosto.

Él reía escandalosamente. Imagine usted el trisar agitado de golondrinas despidiendo el atardecer; de pronto, una eleva su tono hasta convertirlo en graznidos de una chachalaca; así de desbordada era su carcajada. En las reuniones bebía tequila y, cuando el grupo reía, su risotada imparable parecía anunciar un brote psicótico.

Ella reía como una niña que experimenta un ataque de risa con facilidad. Podía carcajearse por una ventisca que levantó su falda o porque una mosca cayó en la sopa.

Escuchaba esas carcajadas filtrándose por mis paredes en cualquier momento del día como el ruido de la televisión… pero no la escuché gritar; no la escuché pedir auxilio.

No lo podía creer cuando supe que agonizó junto a mi casa: murió por los puñetazos y las patadas la noche del 18 de diciembre.

Eso no pasa en Camalú.

Ahora el silencio se cuela por el concreto…

Un monstruo se fugó.

Se llama Humberto y tiene una risa macabra.

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