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Los Beneficios de la Convivencia entre Niños y Animales
Muchísimas personas comparten la idea que la sana convivencia entre las mascotas y los niños aporta muchos beneficios al desarrollo de los infantes, y no están errados.
A todos los niños les gustaría tener alguna mascota como compañero de juegos y, si bien los perros y los gatos son los preferidos, los conejos domésticos, los canarios y los peces de colores tampoco resultan indiferentes a los pequeños.
Los expertos aseguran que en compañía de los animales los niños crecen más tranquilos y seguros de sí mismos. En consecuencia, ¿cuál es el momento más adecuado para traer a casa a un animal doméstico?
Hasta los tres años, los niños no son capaces de entender la diferencia entre el cachorro de casa y sus peluches. Ante sus ojos, el animal constituye un objeto curioso que puede manipular a placer. No se establece, por tanto, una relación de amistad. El niño se limita a realizar un «experimento de socialización». Sólo con el paso del tiempo, y observándola cada día, el pequeño empezará a conocer a su mascota y a quererla.
Alrededor de los cuatro años empieza a establecerse una verdadera relación. El cachorro se convierte en un compañero insustituible, el niño empieza a tratarle como a un compañero de juegos y es cuando nace la auténtica relación: el animal se convierte en su amigo del alma y en su confidente.
Niños y Animales: las Ventajas de la Amistad con un Animal
El pequeño se siente tranquilo con él, puede contarle todo lo que le sucede. El nacimiento de un hermanito, por ejemplo, constituye uno de los momentos más problemáticos de la infancia. El niño está celoso, pero no es capaz de expresar sus sentimientos a sus padres. En cambio, con un amigo de cuatro patas todo resulta más fácil. Le puede explicar el miedo que siente al abandono, puesto que no teme decepcionarlo y sabe que él nunca lo abandonará.
Las mascotas satisfacen el deseo de independencia y de apoyo de los más pequeños y, por otro lado, el niño aprende a ofrecer ayuda y protección a su animal. Deberá aprender a no molestarlo mientras come o duerme, a limpiar la caja o el plato de la comida y a tratarlo con delicadeza. Esto le ayudará a desarrollar el sentido de la responsabilidad.
Asimismo, el contacto físico, las caricias, los mimos y el rascar al animal le permiten desarrollar la experiencia táctil, aportándole seguridad en sí mismo y en las relaciones con los demás. También existen ventajas en el plano de la estabilidad emocional. Los celos por el hermanito, por ejemplo, son mucho más fáciles de superar.
El hecho de relacionarse con un animal que ladra y gruñe, en lugar de hablar, constituye una forma de asimilar las reglas de la comunicación no verbal y desarrolla la capacidad de intuición.
Un niño que aprende a respetar, convivir, amar, ayudar y proteger a los seres más vulnerables, los animales, sin duda se convertirá en una persona con valores, en un buen ser humano.
¿Tú, qué le estás enseñando a tus hijos?
Más información en www.elmurito.mx
Dra. Carmen Báez
Presidenta de El Muro Mérida A.C.
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