“Hijo de tigre, pintito”, reza un conocido refrán mexicano, y en esta ocasión me queda clarísimo que Joe Hill ha leído los libros de su padre, ha aprendido también cómo hacer que nos subamos a la montaña rusa de las emociones – algo en lo que su papá, Stephen King, es un gran maestro – y que también lleva en su solapa valores que en su familia, en cualquier familia, son importantes: hay que cuidar de los hijos.
NOS4A2 es un juego de palabras que viene del inglés y que viene semejando la palabra Nosferatu, título de aquella inolvidable película del director F.W. Murnau, que hiciera famoso al actor Max Schreck en el rol del vampiro cuyo nombre lleva el filme. En el libro de Joe Hill, con ilustraciones de su “hermano” Gabriel Rodríguez, son las placas del vehículo en el que el “vampiro de emociones” Charlie Manx se traslada para llevar a los niños cuyos padres “potencialmente” los pudieran maltratar, ofreciéndoles a cambio una vida eterna en “Navidadlandia (Christmasland)”, rodeado de otros niños. Claro, deshaciéndose de sus padres en el camino. El auto, un Rolls Royce Wraith (Espectro), juega un rol importantísimo en las andanzas de Charlie Manx y de su compinche Bing Partridge: le permite trasladarse por las carreteras, volviéndose imperceptible a las autoridades y a todo aquél que Charlie desea. Además, adivina y actúa como su amo pide, siendo el tercer criminal en esta historia. ¿Les recuerda este coche en algo a “Christine”, o al Mercedes de “Mr. Mercedes”?
Por otro lado, Victoria “Vic” McQueen es la única persona que, a los 17 años, escapa de las garras de Charlie y, además, logra que lo encierren, para pagar por sus crímenes. Vic proviene de un hogar en el cual su padre y su madre han pasado de las malas palabras a la violencia, hasta que el padre abandona a ambas para casarse con una mujer más joven. Vic, que desde la infancia ha desarrollado un talento que piensa es único – atravesar un puente cubierto de madera que la lleva a encontrar lo que ella desea –, encontró a Charlie cuando se metió al puente buscando, efectivamente, “problemas”.
Ahora Charlie, quien ha sido rescatado por Bing, va tras Vic para cobrarse la afrenta en lo que ella más quiere: en su hijo Wayne. Lo va a llevar a Navidadlandia, en donde los niños mudan sus dientes de leche y los cambian por varias hileras de dientes puntiagudos, y en donde juegan alegremente con cuchillos, hachas, y cualquier arma de la que puedan hacerse, donde juegan a las mordidas. El único requisito es dejar tus recuerdos, y tu humanidad, en el Rolls Royce, para que te puedas “integrar” con tan bellas criaturitas.
Con estos elementos Joe Hill nos entrega una historia que tiene de todo y que afianza su poderío como escritor. NOS4A2 es su cuarto libro (siendo los anteriores El Traje del Muerto, el libro de cuentos Fantasmas del Siglo XX, y Cuernos, que ya he reseñado en este espacio), y muestra claramente el progreso que su prosa ha sufrido con los años. Sus libros resultan interesantes, pero es hasta este libro que literalmente me tomó de la mano – algo que Stephen King ha hecho desde hace varias décadas – y me llevó al desenlace con toda la urgencia que la historia impone. Eso, en mi opinión y después de haber leído una significativa cantidad de libros, es la marca de un excelente escritor.
Mencionaba que Joe Hill tiene muy claros sus valores familiares porque, detrás de todo lo gráfico y descriptivo de sus situaciones, la línea de balance de Vic es su familia: su hijo, su “marido” Lou, su madre, y hasta su padre. Bajo este contexto, el libro habla de lo que es capaz de hacer una madre por rescatar a su hijo; entre ellos se incluye escaparse de las autoridades que la creen insana, debido a su comportamiento en el pasado, que seguramente tiene algo que ver con la desaparición de su hijo.
Además, fiel a la escuela de su padre, nunca se toma la molestia de decirnos por qué las cosas son así, de dónde provienen; para él las cosas así son, y así las relata.
NOS4A2 es un excelente libro que disfrutarán de solapa a solapa, tomados de la mano de Joe Hill, en momentos sufriendo lo que sucede con algunos personajes, en otros llenándonos de sentimiento, y en otros admirándonos de los vericuetos y lugares oscuros que es capaz de visitar en este viaje literario. Sin duda, este talento por viajar por lugares oscuros y tenebrosos le viene por genética o lo trae en la sangre Joe Hill y, si me apuran, creo que poco a poco Joe Hill toma – arrebata – la batuta que su padre ha abandonado desde hace un tiempo: una batuta llena de sangre, tanto de humanos como de criaturas horripilantes, entretenidísimas.
Gerardo Saviola