La Mañana

By on enero 4, 2018

Germenes_1

VI

Al Sr. Dr. D. José Patrón Correa

ES una luz alegre de tibias llamas

la que esparce sus rayos tremuladores…

¡La esperaban las aves entre las ramas

y las pálidas nieblas en los alcores!

¡La esperaban los ruidos entre las gramas

para abrir la gran arca de sus rumores!

¡La abeja, rondadora de los claveles,

la esperaba, sedienta de nuevas mieles!

La esperaban los versos entumecidos

para alzar, remozados, rítmicos vuelos,

empaparse en las músicas de los nidos

y quemarse en las fiebres de los anhelos.

La esperaban, silentes y adormecidos,

para seguir cantando, los arroyuelos.

La esperaban mis ansias devoradoras

de ver tus opulencias conquistadoras.

Deja que recogiendo yo los acentos

de estas primaverales algarabías

en que locos dialogan hojas y vientos,

te dé en nombre del cielo los buenos días.

Iban sin rumbo fijo mis pensamientos

y huérfanas estaban mis alegrías…

Te esperaba la lira de la fontana

para cantar la gloria de la mañana.

¡Presta al campo el tributo de tu belleza!

¡No lo niegues, esquiva, tan bello auxilio!

¡Florecerán los lirios en la maleza!

¡Estarán con nosotros Bión y Virgilio!

Será entonces la hermosa Naturaleza

un suntuoso escenario para el idilio…

¡Me dirás al oído que tú me amas

al ver pomas gemelas entre las ramas!

Esta angosta vereda que en eses marca

entre árboles coposos la única ruta

bajo un domo esmeralda que el palio enarca,

termina en un otero y en una gruta.

¡Allí corre un arroyo de linfa zarca!

¡Allí el pájaro vuela de fruta en fruta!

¡Y allí, siendo tan linda como tú eres,

evocaré a Pomona, a Juno y Ceres!

Ya el sol rasga las nubes tornasoladas

y da avisos de nácar a los retoños…

Los hoscos cardenales van en bandadas

erizando las púrpuras de sus moños,

y fingen una orgía de llamaradas

al posarse en la copa de los madroños.

Aguija, hermosa mía, aguija el paso…

¡A Flérida reclama su Garcilaso! (1)

Dame a enjuagar la gema que ríe ufana

en tu núbil mejilla de rosa y seda…

Ven a escuchar las risas de la fontana

y el solemne suspiro de la arboleda.

¡Qué gratos los perfumes de la mañana!

¡Qué dulces las caricias del aura leda!

Voy a darte, en ofrenda de mis amores,

los efluvios del campo: ¡versos y flores!

(1) Alude al lindo poema del ilustre poeta Dr. D. José Peón y Contreras.

José Inés Novelo

Continuará la próxima semana…

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