La importancia de la disciplina en el aula de clase

By on octubre 26, 2017

«Educa a los niños para no castigar a los hombres”.

Rafael Lechowski

Se conoce como disrupción en el aula a situaciones en las que un grupo de alumnos impiden con su comportamiento el desarrollo normal de la clase.

Se conoce como disrupción en el aula a situaciones en las que un grupo de alumnos impiden con su comportamiento el desarrollo normal de la clase.

La importancia de prevenir las conductas disruptivas en el aula escolar recae en que a la larga podrían convertirse en conductas antisociales que son todas aquellas acciones que buscan dañar al individuo, y por lo tanto a la sociedad, tales como robos, fraudes, daño en propiedad ajena e incluso asesinatos.

La disciplina se puede llegar a confundir con la imposición de un castigo, la rigidez y el autoritarismo, dándole poder a una persona sobre otra; en el ámbito escolar, esto se podrían atribuir a los profesores, inclusive a los directivos. Sin embargo, según el diccionario de la Real Academia Española, disciplina es la doctrina, instrucción de una persona, especialmente en lo moral.

Como menciona García (2008) en su trabajo La disciplina escolar: “La disciplina constituye uno de los principales elementos del proceso de enseñanza aprendizaje a través del cual los alumnos aprenden a vivir como miembro de una sociedad, por lo que se presenta como una cuestión relevante tanto en los contextos educativos como familiares y sociales.”

Según Freiberg (1998), en muchas ocasiones “el comportamiento disruptivo es una respuesta sana por parte de los alumnos ante un entorno de aprendizaje enfermo.” En otras palabras, buena parte de las conductas disruptivas y muchos de los comportamientos antisociales que se derivan de ellas pueden abordarse y transformarse si atendemos y cuidamos los distintos elementos de la organización y la gestión del aula. Es decir, construyendo una respuesta profesional, en el sentido más estricto de esta palabra.

Gran parte de las conductas disruptivas, y otras que derivan de éstas, pueden transformarse si se atienden elementos de organización y gestión en el aula.

Gran parte de las conductas disruptivas, y otras que derivan de éstas, pueden transformarse si se atienden elementos de organización y gestión en el aula.

Tragedia en escuela de Monterrey

En el pasado mes de enero, en Monterrey, se registró una balacera en el Colegio Americano del Noroeste: un adolescente de 15 años disparó en contra de su maestra y compañeros de clases, con saldo de una persona muerta y cuatro lesionados. Incluyendo atentar con su propia vida. El joven adolescente padecía de trastornos psicológicos. El neurólogo Muñiz (2017) señaló que probablemente se tratara de un evento desencadenado por un proceso depresivo o una crisis de ansiedad. Advierte que, en consecuencia, los límites se pierden y pueden detonarse acontecimientos como este.

Si esta conducta no es detectada de manera inmediata, puede traer consecuencias mortales.

De acuerdo con Ostrosky (2017), investigadora de la facultad de psicología de la UNAM, la frustración y la idea de venganza son elementos clave en el caso del joven: el estrés dispara este tipo de emociones, primero atacando a los demás, y luego a sí mismo; la situación es una llamada de atención para los padres y los maestros, pues ese nivel de enojo se detecta.

El secretario de gobierno de Nuevo León, González (2017), informó que el menor se encontraba bajo tratamiento psicológico debido a que padecía depresión. Cuando alguien está deprimido, tiene mucha agresión contra sí mismo, y decide suicidarse, la agresión se vierte hacia fuera y determina matar, para luego matarse.

Es necesaria la creación de técnicas y programas de prevención para evitar que los niños y jóvenes incurran en comportamientos antisociales y delictivos.

Es necesaria la creación de técnicas y programas de prevención para evitar que los niños y jóvenes incurran en comportamientos antisociales y delictivos.

Es necesario poder actuar e intervenir con las nuevas generaciones y la población en riesgo, creando técnicas y programas de prevención. Ésta última se dirige para evitar que los niños y jóvenes incurran en comportamientos antisociales o delictivos, mientras que la predicción busca conocer las situaciones de riesgo que hacen necesaria una intervención preventiva.

La disrupción en el aula es una situación en la que un grupo de alumnos impiden con su comportamiento el desarrollo normal de la clase, obligando al profesor a emplear cada vez más tiempo en controlar la disciplina y el orden y, por lo tanto, interfiriendo en el aprendizaje del resto de los alumnos. (Moreno, 1999).

El niño se manifiesta en su vida escolar según su temperamento y patrones culturales que imperan su ambiente familiar y social; del otro lado, en la institución escolar se encuentra con un sistema organizativo determinado al que debe adaptarse. Esta adaptación y progresiva integración de las normas y exigencias sociales de la escuela es la que podría caracterizarse como primer sentido de la “disciplina” que, por ende, se halla estrechamente ligada a la conducta individual de los escolares. En este orden de cosas aparece la finalidad principal de la disciplina como uno de los componentes esenciales de la educación: lograr madurez personal de los individuos como miembros de una sociedad.

No hay que confundir la disciplina con la imposición de castigos, rigidez y autoritarismo por parte de los profesores.

No hay que confundir la disciplina con la imposición de castigos, rigidez y autoritarismo por parte de los profesores.

Si la falta de límites no es atendida cuando el niño se encuentra en proceso de formar la identidad y personalidad, se puede reforzar indirectamente una conducta antisocial que a futuro no le permitirá un buen desempeño social, ni lograr alcanzar independencia.

Catalano y Hawkins (1996), en su teoría del desarrollo social, mantienen que el comportamiento de los jóvenes se encuentra muy influenciado por los vínculos que desarrollan con los grupos sociales más importantes en sus vidas (familia, escuela, grupo de amigos y comunidad), dependiendo de estos vínculos su futuro comportamiento (prosocial o antisocial).

La presencia de este trastorno en los estudiantes puede tener como consecuencia severas implicaciones en su aprendizaje, éxito escolar, y en la adecuada convivencia y relación social con los compañeros y profesores de sus centros educativos. Un dato relevante es que la frecuencia de los trastornos del comportamiento perturbador, así como otros diagnósticos psicopatológicos, aumenta en función de la edad. Los estudios indican que la prevalencia del trastorno negativista desafiante, o del trastorno de la conducta, es aproximadamente de un 3 % a los 10 años, y aumenta al 8-9 % a los 16, es decir, se duplica en la adolescencia. (Fernández y Olmedo, 1999).

Como postulan Ramírez y Justicia (2006), la escuela es uno de los lugares más complicados para mantener una buena convivencia, puesto que todos los niños/as deben asistir a la escuela y deben convivir durante un período largo de su vida. Es uno de los espacios en los que se dan, cada vez con mayor frecuencia, conflictos entre los miembros de la escuela, que pueden desembocar en violencia o en impedir que la escuela cumpla eficazmente con las funciones que se les han encomendado. Éste es uno de los principales motivos por los que la escuela se convierte en uno de los mayores centros de conflicto entre el alumnado.

La escuela podría ser un espacio donde mantener una buena convivencia se dificulta, y los conflictos entre sus asistentes pueden transformarse en actos de violencia.

La escuela podría ser un espacio donde mantener una buena convivencia se dificulta, y los conflictos entre sus asistentes pueden transformarse en actos de violencia.

Sandoval y Simón (2007) exponen que es necesario que el profesorado cuente con recursos básicos de actuación, encaminados a orientar su tarea docente, y proporcionar materiales formativos que les ayuden a desarrollar programas de prevención para su aplicación en aquellos alumnos/as en caso necesario.

El desarrollo social del niño en las edades comprendidas de 3 a 6 años sale de los límites familiares, empieza a aprender a expresar las quejas y a aceptar las críticas. Esta es una etapa marcada por el egocentrismo, en la que el niño ve el mundo desde su punto de vista, lo que hace que trabajar estos aspectos desde la escuela es un medio idóneo para adquirir habilidades sociales, conocimientos y crear relaciones con sus iguales. (Urra, 2013).

Técnicas de apoyo a docentes en el aula escolar

Contratos de conducta. Es un procedimiento de cambio conductual en el que se llega a un acuerdo entre las personas que desean que una conducta cambie (padres, profesores) y las personas cuya conducta se quiere cambiar (hijo, alumno), o entre dos o más personas en el que cada uno desea un cambio del otro. Los contratos reflejan por escrito un compromiso entre el niño y sus educadores en el que se especifican las consecuencias positivas o negativas que supone adquirir la meta propuesta. Es un método fundamental para comprometer al niño y a todos los implicados en la modificación de sus comportamientos.

Semáforo (tarjeta roja/amarillo/verde). En esta estrategia se busca que los estudiantes intenten en conjunto obtener un buen comportamiento al interior del aula, mediante juegos y el establecimiento claro de los tiempos y momentos en los que puede realizar alguna conducta.

Se parte de la base de tener tres tarjetas del color rojo, amarillo y verde, que formen un semáforo. La idea es que cada color del semáforo indique qué conductas deben realizar los niños en determinados tiempos y momentos, asimilándose a los colores reales del semáforo. Para ello, antes de iniciar con la estrategia se les explica a los alumnos las conductas esperadas, de forma concreta y delimitada, para cada uno de los colores.

Rojo: significa que deben estar en silencio y realizar sus trabajos concentrados, es decir, estar pendientes solo de la tarea que deben realizar.

Amarillo: significa que deben estar atentos ya que viene el siguiente color que indica una conducta diferente a la que están realizando.

Verde: significa que ustedes se pueden parar a tirar la basura de los lápices, a conversar y/o pedir materiales a sus compañeros o profesor.

Si toda la clase cumple las expectativas del aula, y manifiesta respeto, se recomienda utilizar con mayor frecuencia el color verde como premio al buen comportamiento de los estudiantes, aunque se debe mantener el respeto por las actividades que se están realizando.

Se pone un color del semáforo a la vez, para que los alumnos respeten cada una de las señalizaciones de manera independiente, calculando los tiempos en los que se requiere trabajar con los alumnos.

Recomendaciones para padres en el tratamiento de problemas de conducta

Los padres son esenciales en los tratamientos de problemas de conducta; empatizar con los sentimientos del niño es mucho mejor que la imposición.

Los padres son esenciales en los tratamientos de problemas de conducta; empatizar con los sentimientos del niño es mucho mejor que la imposición.

Algunas de las pautas de actuación recomendadas a los padres con hijos que presentan conductas problemáticas son las siguientes:

  • Conocer información científica sobre el trastorno, así como asimilar las características y comportamientos que lo definen
  • Pedir la ayuda psicológica necesaria, tanto para aceptar el diagnóstico recibido como para adaptarse al mismo si es indispensable
  • Empatizar con los sentimientos del niño para lograr una mayor comprensión de determinadas situaciones y conductas, manifestándole que el afecto hacia él es incondicional y no depende de su conducta
  • Favorecer una comunicación verbal, no verbal, y escucha activa adecuadas, que repercutan en el desarrollo de unas buenas habilidades sociales que funcionen como factor preventivo
  • Establecer normas, rutinas y límites claros y concretos en la vida diaria, adaptados a la posibilidad de cumplimiento, haciendo al niño partícipe y conocedor de los mismos, para que sea capaz de comprender y anticipar las consecuencias de sus actos
  • Mantenerse firmes en los límites y sus consecuencias establecidas previamente con el niño
  • Enfatizar y reforzar las características personales y conductas positivas del niño, ya que tendemos a fijarnos y resaltar únicamente lo negativo, dando por supuesto que el niño debe portarse bien, sabe lo que se espera de él y, por lo tanto, no hay que comunicárselo constantemente
A los niños se les deben establecer normas de conducta, rutinas y límites claros y concretos para la vida; también deben ser conscientes de las consecuencias de sus actos.

A los niños se les deben establecer normas de conducta, rutinas y límites claros y concretos para la vida; también deben ser conscientes de las consecuencias de sus actos.

Artículo elaborado por:

Br. Vanessa Cristina Cruz Pérez

Br. Claudia Ibet Martin Cetz

Br. Humberto Rafael Pérez Ku

Br. Paula Andrea Sosa Pech

Br. María Guadalupe Tolosa Moo

Facebook: Psicóloga Jimena Báez

Psicología Clínica/Arteterapia

Bibliografía

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