Ichthyostega
Manuel Tejada Loría
Hace casi 400 millones de años, durante la era Paleozoica, antes de que el planeta fuera dominado por los dinosaurios, la vida acontecía en el mar. Grandes peces prehistóricos surcaban la vastedad del gran océano en una competencia ardua de sobrevivencia. Entre estos seres, destaca por su importancia en la evolución un pez muy peculiar: el ichthyostega. Considerado un eslabón perdido entre el pez y los primeros anfibios, este animal prehistórico fue el espécimen que emergió del mar reptando hacia tierra firme.
Su evolución fue sorprendente. Si bien sus extremidades eran para nadar, desarrolló un par de extremidades superiores con siete dedos que le sirvieron para andar a rastras sobre la tierra. A la postre, el ichthyostega daría el primer paso para que los vertebrados ocuparan la tierra firme. ¿Qué habrá motivado a este gran pez (parecido más a un Dragón de Komodo), a dejar el gran océano y moverse tierra adentro?
La evolución natural es sabia. El movimiento es una característica indispensable para nuestro desarrollo, y por eso ichthyostega significa el movimiento como una máxima de vida, un imperativo de sobrevivencia.
Desde que en mi infancia conocí este pez-terrestre, en el Museo de Historia Natural de Mérida, quedé maravillado. Su imagen se volvió desde entonces recurrente en mi pensamiento, sin entender por qué. Fue hasta que la escritura de un poemario donde el tema es el naufragio como condición de nuestra existencia, que desde las profundidades de mi conciencia ichthyostega emergió nuevamente para recordarme que solo el movimiento nos impulsa al cambio, a la evolución. Por eso, el libro concluye con un poema titulado de ese modo.
Y es por eso también, en este junio de 2020, bajo un contexto de pandemia, confinamiento, y nuevas normalidades que se aproximan, que ichthyostega es el nombre que llevará esta columna cultural en el Diario del Sureste, en una clara alusión al necesario movimiento de nuestro ser para sobrevivir, algo que encuentro en la escritura, este acto de resiliencia cotidiano. Algunos le dicen literatura.
El Diario del Sureste, un medio que décadas atrás forjó cultura y conciencia social en Yucatán, después de tanto periplo, en años recientes renueva su espíritu cultural publicándose en el ciberespacio. Es un honor colaborar en este proyecto editorial. Estoy más que agradecido con sus directivos y colaboradores por darme espacio en esta tierra firme.
Lejos de la inmovilidad, escribir es afirmarse ante la vida. Tal y como hace casi 400 millones de años cuando ichthyostega emergió del mar. Ya van, entonces, mis pies sobre la tierra, a rastras, como mis palabras al vuelo, todavía aprendiendo. Todavía.