Recuerdos de Mi Infancia: 1935 – 1938
Hopelchén y Dzibalchén, Campeche
Mérida, Yucatán, México
CAPÍTULO 26
La Casa Quinta del Tío José del Carmen Barrera Lara en Dzibalchén
La Casa-quinta del tío José del Carmen era bastante amplia y abundaba en árboles frutales, principalmente mangos de los que, en época de madurar, lográbamos reunir hasta cuatro cajas todos los días, que poníamos a la venta allí mismo o que el tío enviaba muy frecuentemente a la ciudad de Mérida, con destino a los parientes allí radicados.
Todavía esos mangos siguieron llegando a Mérida varios años después de que mis padres, con todos nosotros, ya también radicábamos en la blanca ciudad de las veletas.
Desgraciadamente solo llegaban los mangos, que parecía ser la fruta más codiciada por las personas mayores, y allí en la quinta quedaba todo el resto de la producción de los demás árboles frutales, que era mucha y muy variada: guayabos, zaramullos, anonas, ciruelos de varias clases, caimitos, mameyes y no sé cuántos más.
Era todo lo que disfrutábamos en nuestras incursiones en los amplios terrenos de la quinta donde, además de los frutales, tenía el tío gran cantidad de ramones que servían para alimentar al ganado, y plantas de café que sólo servían de ornato, ya que los frutos caían por si solos y quedaban en el suelo hasta quedar confundidos con la tierra al paso del tiempo.
Eso era algo que seguía añorando de mi pueblito: el recorrido que todos los días llevábamos a cabo en la propiedad del tío José del Carmen, el recorrido en ese auténtico vergel donde la naturaleza y la mano del tío fueron pródigas en árboles frutales.
No regresábamos a la casa sino hasta ya bien entrada la tarde, cuando el sol comenzaba a declinar en el horizonte. Era ya la hora del baño y a mi primo Manuel Barrera Baqueiro y a mí todavía nos aguardaba la última faena que el tío nos tenía señalada: teníamos que llenar el tanque de agua, ya que se carecía de veleta, se carecía de bomba eléctrica y el trabajo tenía que hacerse mediante bomba de mano. Y vaya que si el trabajo tenía sus bemoles. A veces los otros primos, Rafael y Ermilo Barrera Baqueiro, si estaban de vacaciones en el pueblito, nos prestaban su ayuda.
Raúl Emiliano Lara Baqueiro
[Continuará la próxima semana…]