La Aventura Musical de Coki Navarro

By on abril 16, 2020

PREFACIO

La primera parte de mi narración la dedico afectuosamente al Señor, Artista y Amigo PACO MILLER quien me prodigó, junto con mis dos compañeros de aventura entre los años (1951 – 1952) que viajamos en su compañía, los consejos paternales que tanto precisábamos, así como la comprensión necesaria a nuestra edad y, ante todo, nos enseñó la disciplina y el profesionalismo artístico que toda gente como nosotros debe tener. Él nos orientó por el camino de la bondad pues, en todo lugar donde su Compañía pasaba en su peregrinar, siempre estuvo presente, y con él nosotros para llevar un algo de alegría a nuestros hermanos enfermos o desvalidos, a los que, por errores unos, y por injusticias otros, se encontraban privados del mayor tesoro del hombre: SU LIBERTAD.

Hospitales, Hospicios o Prisiones, ahí aprendimos de él que el arte no es solo un medio honesto de vivir, sino es también un don que el cielo nos envió y que nosotros estamos obligados a compartirlo con los que necesitan reconfortar su espíritu.

A su lado aprendimos a ser dignos de nosotros mismos y a comprender que el ser humano solamente puede encontrar su verdadero valor cuando se despoja de su vanidad superflua, su desventurada altivez, su frágil arrogancia, su dañino rencor y también de sus prejuicios, y se abriga con el manto limpio y duradero de la HUMILDAD.

Nos enseñó a dar la mano con el corazón y el corazón con el alma. A mirar de frente sin la soberbia del inseguro, y a perdonar los daños recibidos. A disfrutar de la vida lo que por derecho nos corresponde o se nos entrega, pero siempre tomando de ella LO MEJOR.

Obtuvimos la experiencia en su medida exacta para conocer a los buenos de corazón, así como para descubrir la falsedad de una sonrisa o la traición de una mirada.

Pero más y mejor de todo es que personalmente me dio la oportunidad de comenzar con pisadas firmes la aventura de mi adolescente niñez.

 

Amable lector, si has de juzgar el contenido

de este libro, como espero suceda, hazlo

hasta terminar la última de sus líneas,

por favor, no antes. NADA DE PREJUICIOS

y te quedaré eternamente agradecido, aunque

tu opinión sea desfavorable a mis pretensiones

de escritor.

Gracias

 

Coki Navarro

PRIMERA PARTE

Aunque profano en el camino de las letras, quiero narrar esta aventura musical con la veracidad honesta de lo que me tocó vivir.

Lo que más adelante encontrarán es el dramatismo que se ligó a mi romántica aventura, la que también ha tenido su apetecida alegría, su tristeza y su picardía, así como las emociones que se movieron en las agitadas aguas de la turbulenta corriente sanguínea de mis años de niño (al principio) y de mis delirantes inquietudes de adolescente después. Todo este concierto de sucedidos, quiero comentarlo con la sencillez de quien lo hace con más esfuerzos que conocimientos. No tengo la virtud que el cielo español puso en la pluma de Cervantes. Solamente siento en mis entrañas la caprichosa idea de que he vivido un tiempo sin medida, y que convertí siglos en años, y años en suspiros de niño que se hizo hombre sin abandonar su niñez.

He de advertirles que haré uso del derecho que me asiste como narrador, para no omitir alguna expresión encendida, sin caer en el abuso de un lenguaje corriente… pero no menos en una palabrería rebuscada y florida. No maquillaré el rostro de mis opiniones ni falsearé mis juicios. Tampoco tendrán un disfraz mis expresiones en su texto, pues las escribiré con la espontaneidad con que vayan surgiendo de mi estado de ánimo. Todas mis acciones palpitarán tal y como las vi y sentí. Ni fantasías ni estupideces, ni vulgaridades. No pretendo escribir un porno-libro para esparcimiento de los imbéciles, ni tengo la aspiración de Shakespeare para querer arrancar la atención de los pseudointelectuales que se imaginan que leyendo un libro de un gran escritor salen a la calle pensando que son superiores a quienes no los leen, y se quieren demás dar el lujo de mirarnos por encima de sus levantadas cejas. Por favor, para esos cretinos pensadores va mi súplica de que no se tomen la molestia de continuar leyendo. Odio (comienzan mis juicios) la vulgaridad de los necios, la estupidez de los bellacos y la idiotez de los engreídos con licencia para andar sueltos en este mundo. Compadezco a quienes tienen que soportar a estos humanoides que pisan la tierra para castigo nuestro, aunque soy de la opinión (comienzan mis conceptos) de que tomándolos como ejemplo de lo que no debe ser el hombre es para lo único que podrían servir estos “seres” sin mentalidad y mucho menos sin corazón. La fantasía, quiero decirles que ya la viví y gocé en mis delirios de grandeza, pero que luego se empequeñeció para darle paso a mis atesoradas experiencias que me han servido para comprender que el hombre se ha convertido en la mayor vergüenza de su especie. ¿Usted qué opina, amigo lector?

Respecto al insulto, pienso que es un desahogo tan universal como el mismo lenguaje. Hasta ahorita no sé de nadie que no insulte. Claro está que el insulto hiriente, ofensivo y corriente es intolerable, y sólo en boca de vulgares encuentra habitación; pero el insulto impensado, de expresión cotidiana y hasta a veces dicho con cierta espontaneidad, ese no tiene ni el crédito de pecador. En fin, ya lo dije bien claro: soy un profano y pretendo ser sincero en mis expresiones, por lo que pido a los que no puedan disculparme que no se tomen ni la molestia de intentarlo. Los que no puedan entenderme (aún con lo rudimentario de mi estilo), esos no entenderían ni un Padre Nuestro rezado por su madre. Esos no entienden ni llegan a entender nunca ni a sus amigos, ni a sus hijos, ni a ellos mismos.

EN VERDAD, PRETENDO QUE SIRVAN ESTOS APUNTES PARA RECONFORTAR A LOS QUE ESTÁN PASANDO Y VIVIENDO LO QUE YO EXPERIMENTÉ ¿Y por qué no?… también de ejemplo.

Coki Navarro

Continuará la próxima semana…

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