¡K´u´uk!

By on marzo 6, 2020

PRIMERAS LETRAS

¡K´U´UK!

(Retoño)

DIANA N. SÚAREZ C. (*)

Nueve gotas de sangre, el barro virgen de una cueva en la que ninguna mujer haya entrado, y susurra su nombre…

Johan despertó sobresaltado en la vieja mecedora. Se había quedado dormido con el libro de programación sobre el pecho.

Miró el viejo reloj de la pared (1:30 am) y se dirigió a la cocina. Tomó grandes sorbos de agua mientras miraba por la ventana el viejo pozo, adornado por la luna, sacudió su cabeza y se encaminó a la cama.

“Susurra su nombre…” escuchó a lo lejos mientras se acomodaba hundiéndose, en un profundo sueño.

Caminaba descalzo entre una espesa niebla, seducido por un cántico monótono de algún hombre que garraspeaba palabras extrañas. El aire estaba inundado de un olor nauseabundo y se percibía la fría humedad.

Miró sus manos, las encontró ensangrentadas, de un rojo oscuro, tibio y pegajoso. Sintió sus gritos trancados en la garganta como un nudo espinoso.

De la nada, una mano huesuda saltó de la niebla, lo sujetó con fuerza y lo arrastró a un montículo de tierra húmeda, suave y verdosa.

Nueve gotas de sangre, el barro virgen de una cueva en la que ninguna mujer haya entrado y susurra su nombre,” le dijo aquella voz en la niebla.

De pronto, una culebra negra rodeó su cuerpo.

Johan no pudo moverse. Sólo vio a aquel animal acercarse cada vez más a su rostro.

Con un movimiento rápido y tosco, la culebra se introdujo en su boca.

Postrado ahí, sin tener control de su cuerpo y de su mente, hundió las manos en la tierra y extrajo de aquel barro un pequeño cuerpo humano sin rostro. Lo sujetó con ternura paranoica y sonrió maliciosamente.

Mordió con fuerza su dedo pulgar derecho.

Mientras la sangre caía, pronunció: “Una gota de sangre para tu alma ¡Pixan! Dos gotas para tu cuerpo. ¡Winkil! Tres gotas para nuestro pacto y tres gotas más para tu nombre ¡K´u´uk!”

El pequeño cuerpo en sus manos comenzó a latir. La boca, los ojos y la nariz se dibujaron con trazos firmes y lentos. Un ardor punzante recorrió el cuerpo de Johan, haciéndolo gritar abruptamente, mientras veía caer al nuevo ser.

Sin más, abrió sus ojos y se halló de rodillas junto al pozo.

Miró a su alrededor, desconcertado y alarmado; sintió el cuerpo pesado, entumido y con dolor.

Sin prisa, regresó a la casa. La puerta de la cocina estaba abierta y todas las luces estaban encendidas. entró con tropiezos y se dejó caer junto a las cajas de mudanza que aún no había desempacado.

Respiró profundo, tratando de palpar la realidad de su entorno. En el apuro por recuperar el aliento y la tranquilidad, pensó en que todo había sido muy rápido: el divorcio, la mudanza, la casa nueva, el cuidado de los niños.

“Estoy perdiendo la cabeza” se dijo, mientras miraba el reloj de la pared (4:20 am).

En las sombras, una pequeña figura observaba a Johan con inquietante curiosidad, mientras pronunciaba de su torcida boca: ¡K´u´uk!

(*) La autora es miembro del Club de Escritores “Voz de Tinta

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.