King Kong vs. Godzilla

By on agosto 17, 2017

Perspectiva

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King Kong vs. Godzilla

“Se arman hasta los dientes en el nombre de la paz,

juegan con cosas que no tienen repuesto…”

Algo Personal, Joan Manuel Serrat

Si pensaron que esta iba a ser una reseña cinematográfica, lamento informarles que no es así.

No sé ustedes, pero a mí esta confrontación entre los líderes de Estados Unidos y de Corea del Norte me trae a la mente la imagen de este confrontamiento entre dos bestias fantásticas, con una fundamental diferencia: a pesar de que Godzilla y King Kong desbaratarían todo lo que se encontrara a su alrededor durante su batalla, aún habría un planeta en que podríamos vivir todos cuando finalice su pelea.

Eso definitivamente no sucederá con nuestro atribulado planeta si Donald Trump y Kim Jong-un deciden apretar los botones que lanzarían sus misiles intercontinentales a uno y otro lado del Pacífico: sería el acabóse del mundo como lo conocemos, porque detrás de ellos se lanzarían los de todos los demás que se han hecho de un armamento nuclear y lo presumen siempre que pueden: China, Rusia, y hasta Irán.

A diferencia de este par de bestias fantásticas, que poseen sentimientos nobles en ocasiones, de estos dos tipos aún no vemos demostraciones de que posean sentimientos positivos. Por el contrario, tenemos varios ejemplos de su intransigencia y de cómo tratan a aquellos que transgreden o disienten de su manera de pensar y hacer: el norcoreano mandó matar a un oficial que se quedó dormido mientras su líder hablaba, el norteamericano denuesta y descalifica todos los días desde su plataforma de 140 caracteres.

Kim Jong-Un está recientemente jugando un peligroso juego: desarrollar misiles y armas nucleares, para demostrarle al otrora policía del mundo que a él no le importa esa fama y, cual pistolero del Viejo Oeste, pareciera estarse preparando para el duelo final. Se atrevió incluso a cruzar lanzas con Barack Obama, y solo las dotes diplomáticas y de estadista del ex presidente de los Estados Unidos evitaron que escalara el conflicto. Al líder norcoreano, además, le tienen sin cuidado las sanciones internacionales que como medida de presión deciden y le aplican otros países y, por el contrario, cada vez hace más evidente que desarrolla juguetes mortíferos que puede dirigir a quien se le antoja.

Donald Trump, por su parte, ha logrado en tiempo récord varias cosas: dividir internamente a su nación, aislarla del resto del mundo, arrebatarle su lugar como el número uno en cuanto a peso específico en la palestra mundial, y mostrar cómo aún existen enormes brechas conceptuales y humanistas en su país. Grotescamente, amenaza con bravuconería tanto a sus conciudadanos como a los de otros países, ofendiéndolos y, en casos como el de Venezuela, dando más recursos de supervivencia a dictadorzuelos como Maduro al ponerlos en el papel de víctimas.

A pesar de que en México no vivimos precisamente tiempos agradables – todos los días destapan más cloacas los periodistas, y aparecen más muertos, más desvíos de dinero, más políticos y funcionarios corruptos, más impunidad, más líderes pervertidos y con agenda propia –, todo eso se puede ir a la fruta si tan solo uno de los dos descerebrados mencionados amanece de malas y decide atacar al otro, enviando el primer misil.

Bajo esta perspectiva, cada día que vivimos es una bendición, ¿no les parece?

Sin embargo, es imposible vivir amedrentado, porque eso no es vivir. Tampoco es el momento de unirse a los saqueadores de nuestro atribulado México.

Observemos, vivamos, y ayudemos a sumar, nunca a dividir o a restar, como ya sabemos se conducen los de siempre.

Y abracemos fuertemente a los nuestros siempre que nos despidamos de ellos, porque nadie sabe qué nos aguarda cada día, “si la paz o el espanto”, como canta Silvio Rodríguez.

S. Alvarado D.

sergio.alvarado.diaz@hotmail.com

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