Huracán político en EE.UU.

By on octubre 10, 2019

Editorial

Se puede engañar a unos por algún tiempo, mas no se puede engañar a todos todo el tiempo. Tal ha ocurrido con las acciones del Presidente Trump, gobernante de los Estados Unidos, país todopoderoso cuyo peso político influye o domina en los organismos y naciones del mundo.

Comentábamos la semana anterior su solicitud a un gobernante insular ucraniano de que le hiciera “un pequeño favor”. Ahora se sabe que el deseo del señor Trump era que se investigara a miembros de la familia de Joe Biden, el posible candidato a presidente de los Estados Unidos por el partido demócrata, familia que tiene cimentadas inversiones y opera legítimamente en la ex Unión Soviética como empresarios.

Las llamadas captadas y grabadas por los servicios de inteligencia de los Estados Unidos han sido reconfirmadas y, al parecer, no ha sido una sino varias, según nuevas pistas halladas por los mismos servicios de inteligencia norteamericanos.

Descubierto y exhibido, Donald Trump se ha mostrado como un político declaradamente enemigo del fair play, el juego limpio.

Su defenestración se ve más cercana, porque no es posible a su propio partido republicano sostenerlo a cualquier precio, cuando ha quedado evidenciada su pobreza de espíritu político y las ansias de mantenerse en el poder, echando por la borda los principios éticos y la fidelidad a su sistema democrático.

Ser reelecto a cualquier precio, así sea haciendo alianzas y compromisos oscuros con enemigos históricos de los Estados Unidos, es la idea que prevalece en la mente del entreguista gobernante gringo.

Hacer alianzas oscuras, pedir apoyo al territorio enemigo para dañar a un ciudadano norteamericano que aspira legítimamente a ser Presidente es un acto de deslealtad para quienes fueron sus votantes, como también para cualquier estadounidense que ama a su país y lo ha defendido al costo de mucha sangre, derramada en guerras mundiales defendiendo valores. Esos valores que ahora el Sr. Trump pisotea y politiquea sobre las cenizas de tantos cientos de miles de patriotas que murieron por darse un país de leyes, no de arreglos bajo la mesa.

La disminuida estatura moral de Mr. Trump ya anda por los suelos. Su deslealtad hacia los valores históricos de sus conciudadanos es evidente.

La opinión pública norteamericana, su propio partido, la comunidad mundial, todos han quedado asombrados ante la magnitud del agravio: pedir a un gobernante extranjero investigar y entrarle a la guerra sucia contra un posible candidato a la Presidencia de los Estados Unidos, el país que transitoriamente representa a nivel mundial.

Mr. Donald Trump está viendo llegar a sus espacios nacionales una creciente bola de nieve sucia por el “favor” solicitado a un gobernante extranjero. Y parece que será sepultado por ella…

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