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- Teatro (Rascón, Aura, Ramos, Carballido) – IV
- Tercera Llamada – VII
- La Aventura Musical de Coki Navarro – XLVI
- Memoria Poética – X
- Lo que no sabías de Eligio Ancona – VII
- Historia de un lunes – LVI
- La gloria de la raza – XXXI
- Maestros Distinguidos 1980 – 2014 – XII
- El Danzón en México – V
- Tercera Llamada – VI
- Lo que no sabías de Eligio Ancona – VI
Historia de un lunes – LI
LI
EL ALCOHOLISMO Y LOS MAYAS
No hace mucho, el titular de la escuela de Ciencias Antropológicas de la Universidad Autónoma de Yucatán, Antrop. Carlos Bojórquez Urzaiz, declaró a la prensa que “el alcoholismo no es un problema de salud que sólo se da entre la población maya, sino que afecta a todas las clases sociales” de Yucatán. Es muy cierto lo que afirma Bojórquez Urzaiz, y sus aseveraciones no las discutiremos en esta nota. En cambio, traeré a colación algunas ideas que me han inspirado sus valiosas palabras.
Se sabe que los mayas prehispánicos consumían como bebidas espirituosas el “balché” que los colonizadores llamaron despectivamente “pitarrilla”. En comparación con los aztecas, que de acuerdo con Sahagún eran grandes bebedores (bebían los viejos, las viejas y hasta los niños, dice Sahagún en algunas de sus páginas), los mayas tampoco se rezagan en la historia en su excesivo afecto al “balché”. Landa es un testigo veraz. Sin embargo, se aficionaron con mucho mayor ímpetu a la bebida cuando fueron conquistados y esclavizados. A través de ella, buscaban escapar de su condición de miserables siervos de los conquistadores. Ese viejo hábito ha proseguido a través de los siglos, y no es nada raro ver a campesinos penosamente ebrios –idiotizados– por las carreteras de nuestro tiempo. Muchos de ellos son atropellados.
La rebelión de Jacinto Canek, aquella intimidante conflagración que desconcertó a los españoles en 1761, se resolvió a la sombra de una borrachera en el pueblo de Cisteil. El propio Canek era un panadero borracho y pendenciero, pero consciente de la servil e infrahumana condición de sus hermanos indios. Alrededor de cien años más tarde, John L. Stephens alude en sus libros a los campesinos mayas borrachos de entonces. Leamos este aleccionador parágrafo: “Apenas se concluyó la fiesta, casi toda la muchedumbre se puso en movimiento, preparándose para volver a sus respectivas residencias. A las tres de la tarde, todas las calles estaban cubiertas de gente, más o menos cargadas de los que habían venido, y algunas llevando en hombros al respetable cabeza de familia en un estado brutal de embriaguez… Era en verdad un espectáculo interesante ver a estas pobres mujeres rodeadas de sus hijuelos, sosteniendo y llevando para casa a sus maridos ebrios.” Otros viajeros que han visitado Yucatán se han preocupado por tomar notas de esta situación que, sin ser exclusiva de los indígenas mayas, como muy bien ha dicho Bojórquez Urzaiz, sí constituye un problema de salud para el campesino yucateco.
(24 de junio de 1991)
Roldán Peniche Barrera
Continuará la próxima semana…
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