Eso son nuestras madres mayas, comisiones de rescate cultural que siempre han tenido la trascendental tarea de educar culturalmente a sus simientes para convertirlos en depositarios confiables de todos los conocimientos, sensibilidades y pactos con la naturaleza que caracterizan y engrandecen la cultura maya como patrimonio exquisito de toda la humanidad.
En cada nueva generación, ese papel de sacerdotisa cultural de las madres mayas se hace más y más difícil por tres atentados culturales que cobran fuerza e impunidad, pese a los esfuerzos del poder legislativo que, centrado en la constitución, intenta afanosa e infructuosamente frenar dicha impunidad.
El primerísimo de esos atentados es el de las múltiples acciones para quitarles a las madres mayas la principal herramienta con que realizan su misión educativa auténtica; son todas las devaluaciones, marginaciones, bloqueos, despojos, e infinitas conspiraciones contra la lengua maya y sus derechos legales. Ninguna imagen es más contundente del etnocidio maya que esa madre maya yucateca corroída por la duda, intensamente inoculada, de si por el bien de su prole le debe enseñar el legado ancestral de su lengua maya, tan llena como es de convenios con los valores de lo natural, universal y eterno.
El segundo atentado deriva del primero y es el real bilingüismo que se manifiesta tan ilegal como erróneo, y que viene a resultar -en la práctica- un colocar al maya en la supuesta única alternativa de mirar a toda cultura no maya como expresión de superioridad; esas culturas que deben pretenderse alcanzar, arrojando el lastre de la cultura no competitiva y anquilosante del desarrollo personal que es una vieja y autóctona cultura. Así es, ese bilingüismo en la práctica social de los mayas yucatecos llega a las madres mayas como una ola de desánimo para cumplir con su hermosa y digna tarea: ser la principal garantía de conservación de una cultura maya manifiesta y turgente, capaz de hacer de cada uno de sus museos un festival de realidades palpitantemente vivas.
El tercer atentado también deriva de los anteriores y los resume y recrea: se trata de la interculturalidad, insana por no estar centrada en los fundamentos garantizados de la cultura propia, que resulta enajenantemente sometida a centenares de juicios amañados donde dictámenes a granel estandarizan la repetida conclusión de que no conviene ejercer la cultura maya como filosofía práctica de vida y que debe ser dejada para museos, pero que sí conviene modernizarse, para no seguir en el atraso.
Gobierno, instituciones, en especial las educativas, el FICMAYA con su gran papel de difusión y expansión de nuestra cultura maya, organizaciones mayas, medios de comunicación y sociedad yucateca en pleno deben considerar urgentes medidas para la protección e impulso de nuestra cultura maya, potenciando la misión ancestral de nuestras madres mayas, para lo cual bastaría con la muy realizable proscripción de los citados tres atentados recurrentes contra dicha misión.
Queremos madres mayas entusiasmadas con enseñar a sus hijos a leer en las tradiciones, usos y costumbres de sus ancestros; leer en las voces de la naturaleza, en las palpitaciones del corazón de cada semejante nuestro visto como otro yo. El mayor daño generacional hoy es la debilitación de esa lectura, mucho más que el derivado del natural y lógico rezago de la lectura en la lengua española, sobre todo si se equivoca y racistamente es usada como ariete contra la cultura maya.
Jaime Novelo González