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Hermanan al Rey Edipo con la Tragedia de los 43 de Ayotzinapa

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EN VEZ DE EDIPO

Me da mucho gusto que se interesen (por nuestro dolor) después de casi dos años.

Julio César seguirá siendo el estudiante, el padre, el esposo que vamos a recordar.

Con esta obra de teatro me di cuenta que mi hija va a seguir el ejemplo de su padre:

de lucha, de buscar la justicia por todo este país.”

  • Marisa (Viuda de Julio César Mondragón)

Justamente a veinte meses de la tragedia mejicana de la desaparición de los 43 futuros profesores, el dramaturgo francés-libanés Wajdi Mouawad puso su granito de arena en el estreno mundial de la obra de teatro “Las lágrimas de Edipo”, donde se hermanan las vicisitudes del Rey griego Edipo con la tragedia de los estudiantes de Ayotzinapa, en su versión en español, en el Centro Nacional de las Artes el pasado miércoles.

Con la ciudad en llamas, el Rey griego Edipo “vaga ciego, desterrado y agonizante, acompañado por su hija-hermana Antígona, después de vencer a la poderosa Esfinge, matar a su padre, y procrear hijos con su propia madre.” Entonces se pregunta: “¿Dónde se esconde aquello que nos puede traer la paz?” Se responde: “Está perdida entre los oscuros pliegues de una noche como esta”, al querer llorar la muerte de los jóvenes.

Esta obra brota de la tragedia sufrida por los 43 estudiantes de la Normal rural de Ayotzinapa (donde estudian los jóvenes indígenas mejicanos que desean convertirse en maestros para ayudar a sus comunidades a salir adelante), secuestrados por policías locales y entregados a cárteles del narcotráfico para su ajusticiamiento por ser alumnos luchones que defienden las condiciones adecuadas para su educación.

De esto se enteró el dramaturgo Mouawad en su permanencia en nuestro país (que aquí entre nos atrae a académicos, intelectuales y artistas de todo el mundo), así como de las acciones de resistencia social realizadas por los familiares de los 43 normalistas desaparecidos en septiembre de 2014.

Este dramaturgo contemporáneo “decidió sumarse al dolor, rabia e indignación” con la escritura de un diálogo entre la antigua Grecia y nuestra cruel realidad, con la versión en español traducida por Humberto Pérez Mortera para las funciones en el Teatro de las Artes, y después en los foros de la Universidad Nacional Autónoma de México, así como de la Ciudad de México.

Para el montaje de esta obra se decidió alterar la disposición física entre la representación y el público asistente pues éste, “en lugar de ocupar las convencionales butacas rojas, fue trasladado hasta la parte trasera del teatro, entre la tramoya, tarimas abandonadas, luces agrestes y la desnudez detrás del telón”, para conseguir los efectos deseados entre los espectadores.

El escenario de esta obra: un teatro abandonado donde los dos vagabundos tebanos (Edipo y Antígona) se encuentran con el joven mejicano: “¿Cómo no voy a tener miedo?” le dice Edipo a su hija-hermana. La ciudad arde en llamas, la policía pulula y esa noche habrá detenidos, desaparecidos y muertos. Automóviles y bancos son quemados.

Dejaron el cuerpo de Julio César Mondragón como advertencia, con torturas, el rostro y ojos descarnados, y asesinado. Su delito: ser un estudiante indígena muy pobre con el sueño de convertirse en profesor para ayudar a su etnia a lograr mejores condiciones de vida. Tenía 22 años. Acababa de convertirse en padre.

En una delirante escena futurista, David, el joven mejicano, comenta a los dos extranjeros griegos (los tres actores en escena): “La ciudad comenzó a arder con su asesinato. Este país también arderá…”

Edgar Rodríguez Cimé

edgarrodriguezcime@yahoo.com.mx

colectivo cultural “Felipa Poot Tzuc”

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