Disfrutar un fin de semana en el puerto de Progreso es algo que no se debe dejar pasar. Aprovechando un puentecito más y, claro, que estamos de vacaciones, nada mejor que darnos la oportunidad de pasar unos días en las hermosas playas de nuestro Estado.
Sin pensarlo mucho, me dispuse a partir hacia el puerto el sábado por la tarde, no sin antes dejar todos nuestros compromisos concluidos. Así, sin dejar pendientes, partimos para dejar por unos días el calor que nos está afectando en la ciudad. Lo que menos pensé fue que, a la entrada ya del puerto, nos encontráramos con un accidente y, para colmo, carambola de tres automóviles lo que ocasionó que la entrada fuera a vuelta de rueda.
Pero claro, me dije, a pesar de estar molesto por el tiempo perdido, esto no afectaría para darme la divertida que andaba buscando. Ya instalado decidí descansar y refrescarme un poco antes de salir para empezar a disfrutar de mi fin de semana, poco después, me fui a la playa para darme un agasajo visual del atardecer, pues el clima estaba perfecto para estar en las hermosas playas, no dudé de capturar esos momentos hasta que el sol se despidió de los presentes.
Por la noche, no se puede ir al puerto sin caminar por el maravilloso malecón, ir del andador en la playa hasta el muelle de pescadores o “Chocolate”. Con mis hijos decidí cenáramos en un restaurant con decorados mayas y una pirámide al fondo, lo cual me pareció de lo más agradable y, como soy de los que admiran nuestras tradiciones, quedé fascinado.
Muchos, o la mayoría, dicen que si vas al puerto y no comes pescado es como si no fueras. Para mi mala suerte, soy alérgico a comer mariscos, pero eso no quiere decir que no disfrute a lo máximo estar en el puerto, sin importar qué deba comer. Habiendo comido y bebido moderadamente, seguimos el paseo por el malecón.
Una de las cadenas cerveceras llevó al puerto un gran espectáculo: desde el inicio de la noche, hasta casi el amanecer, se presentaron varios grupos de artistas locales entre los que destacaron “Los Méndez”, que es un grupo que atrae mucha gente. Cabe mencionar que esa noche se dio el cambio de horario y nos quedamos con una hora menos de diversión.
El domingo, desde antes del mediodía, ya estábamos dispuestos a seguir la diversión, disfrutar de un rico desayuno familiar. Empezando la plática para acordar por dónde empezar la diversión, decidimos ir al “Corchito”. Claro está que no fuimos los únicos que pensaron en eso, y así nos dijeron que estaba a reventar, por lo que hubo que pensar en otra opción. En eso estábamos cuando, sin esperarlo, nos localizaron unos amigos, más parientes y también algunos compadres.
Entonces imagínense la diversión y pasadía que nos esperaba: fue más grande de lo que me imaginaba. Nos instalamos bajo una palapa a disfrutar de la brisa del mar y muchas cosas más. Ya entrada la noche, algunos tuvieron que retornar a Mérida pero otros, como su servidor, decidió quedarse hasta el día siguiente para seguir la fiesta.
Y el lunes llegó, y con ello el regreso a la realidad pues, como todo lo que empieza, tiene que terminar.
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Jorge Zapata