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En busca de María Uicab…
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ANEXO 1
El Renacimiento: memorias de algunos descendientes de los mayas cruzo’ob
1.–Don Genaro Pool de Tekal, Yucatán. Septiembre, 2018: “Mi abuelo salió de ese lugar –Santa Cruz–, junto con muchos otros, unos días antes de que el ejército llegara. No tenían armas suficientes para enfrentarlos y ya estaban cansados y fastidiados de tanta guerra. Los jefes les dijeron que quienes quisieran quedarse a morir luchando podían hacerlo, pero a cada uno de los que decidieran marcharse se les entregaría un santito. Así, si los mataban en el camino, no morirán solos. Y mi abuelo regresó con un santito en su sabucán”.
2.–Don Alberto May de Yaxley, Quintana Roo Julio, 2006: “Del santo patrono Ignacio Chablé, esposo de María, dicen que lo mató el ejército durante la invasión de Tulum; que luego de mal herirlo tuvieron que dispararle otras siete balas de máuser hasta que murió pues dicen que era muy fuerte. Al querer saber por qué les dio tanto trabajo matarlo, decidieron que uno de ellos le abriera el pecho con un tajo de machete y así se descubrió que tenía tres corazones”.
3.–Don Moisés Chi, sacerdote de la iglesia maya de Tulum, Quintana Roo. Julio, 2006:
“Cuando María Uicab era joven, andaba con la gente, era líder y con su esposo don Ignacio eran los patrones de la iglesia maya. Su papá era un gobernador, el nombre de ella era María Patrona Uicab porque era la jefa: en esa época había jefas, ¡jefas, jefas! Hoy ya no. Murió aquí en Tulum y está enterrada en la iglesia maya. A los jefes se les entierra en la iglesia, aquí están sus restos de ella bajo el piso igual que los de otros cinco o seis jefes. Allá donde están se quedan; no hay que moverlos de allá: hacerlo sería traición. Mi difunto abuelo es de los que anduvieron en la guerra. Cuando terminó la guerra, la gente empezó a regresar a Tulum. Primero hicieron un pueblito aquí cerca, como a diez kilómetros, que se llamaba El Naranjal; ahora es ejido, es rancho. Mi difunto papá era joven en ese tiempo y me dice salieron a ver si no hay waaches, de aquéllos que llegaron a Tulum cuando ellos se fueron al monte. Al ver que no había waaches, regresaron aquí y también los mayas de Chumpón, de toda la zona maya empezaron a juntarse poco a poco: vienen de la selva, del monte; formaron un pueblo en Chuntamay, otro en Chumpón, más allá de quince kilómetros dentro del monte. Entonces mi difunto papá me contó que cuando empezó Tulum otra vez eran sólo seis casas, pero de familiares… Pues vas a ver: aquí en Tulum no había maíz para comer; estábamos comiendo sólo raíces, cazamos el venado, el jabalí, hasta el tejón lo comemos: maíz no hay. Empezamos a hacer nuestra milpa con mi abuelo, como te dije ya, hay como cinco familias. Yo no me acuerdo muy bien, pero mi papá eso dice, mi abuelo, mi abuelita eso dicen. Años después, cuando el reparto, teníamos una milpa sembrada con mi papá y ahora sí comenzamos a comer maíz, calabaza, yuca, camote y todo lo que da la milpa”
4–Don Agapito Contreras, Tulum, Quintana Roo. Junio, 2006: “Mi abuela nos contaba cuando ellos estaban andando en el monte, guardándose para que no los maten los soldados de la federación. Eso fué entonces después de que terminó la Guerra de Castas, en mil novecientos… no recuerdo bien el año. Decía mi abuela: Estuvimos andando en el monte para que no nos maten, porque a todos, principalmente a los indios, nos mataban cuando llegaba la federación. Donde nos ven nos matan. Todo lo que hacíamos en el monte nos lo quitan. A veces estábamos encampados en el monte haciendo milpita, cuando empieza a crecer el maíz, pasa la federación y lo socolean todo. Nos quedábamos sin comer; todo lo que comíamos era miel”.
«Estaban escondidos, con un santo que estaba acá en el pueblo, es de ellos y andaban con él, en esa época hay una creencia de ellos, hay un sacerdote maya entre ellos y entonces manejan los santos. Ellos son como soldados, cuando les dice el sacerdote: ¿Saben qué? Nos vamos a ir a otro lado porque esa gente está llegando con nosotros”. Y dicho y hecho que es así: llega la federación y cuando ellos llegan, ya se fueron los abuelos a otro lado y así se iban guardando.
«Cuando todo terminó, entonces ellos vinieron y se juntaron. Eran pocos, como unas diez o doce gentes, entre ellos fué como se posesionaron aquí de Tulum, hicieron como siete… ocho casas junto con mi abuela doña Saledina Flota, mi tío también estuvo allá, pero todos ya murieron. Aquí enfrente estuvo el hijo de un General, no conocí al General, pero dicen que su hijo se llama don Claudio Caamal. No hace tiempo murió también el pobre, ya ancianito. Ahorita los meros antiguos no hay, lo que hay ahorita son hijos y nietos, como nosotros que somos nietos de mi difunta abuela. Nosotros somos cuatro.
«Hay mucho secreto, los dignatarios no quieren contar lo que en realidad pasó, pero yo no estoy de acuerdo, por eso no voy a la iglesia; ya es hora de que se sepa todo lo que aquí sucedió, que los jóvenes, no, no sólo mayas sino que de todos conozcan esta historia. Ya es hora, sí, ya es hora que reinicie el tiempo de los mayas y debemos estar preparados.”
Georgina Rosado – Carlos Chablé
Continuará la próxima semana…
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