El Humorismo en Yucatán (XXIV)

By on diciembre 6, 2018

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XIII

Continuación…

RUY DE LUNA – Un fino humorista yucateco nacido en la frontera del siglo XX, y aún en ejercicio magisterial en la Metrópolis, es Gregorio Ortega Quiñones, quien desde su juventud hizo popular su seudónimo: Ruy de Luna.

Volcó su humorismo en una estrofa vernácula muy popular, la bomba, que es una mezcla del madrigal y la sátira, sólo que esta última debe ser atenuada, a fin de no ofender a la destinataria, que es la bailadora de la jarana, forma de baile extendida en todo Yucatán desde los días de la Colonia, y que no es otra cosa que una adaptación al medio yucateco de la jota aragonesa.

Natural de Dzemul, poblado bastante cercano a la ciudad de Motul, Ruy de Luna fue partícipe destacado en las fiestas que se realizaban periódicamente por los años veinte, en Telchac Puerto, en la amplia residencia del opulento hacendado Vitaliano Campos según recuerda, en su documentada obra “Sensibilidad Yucateca en la canción romántica”, Miguel Civeira Taboada.

Del libro denominado “Bombas”, que publicó el vate Ortega Quiñones en 1925, tomamos las muestras siguientes del estro humorístico de su autor.

Con ese precioso terno

tan linda y graciosa está

que en adelante será

para usted mi amor eterno;

diga usted a su mamá

que tengo que ser su yerno.

Si te llega a pretender

alguno que tenga trazas

de quererte mantener

con puro kabax frijol,

dale, niña, calabaza

para que se coma el kol.

Dicen que hay otra jarana

mas yo no lo quiero creer;

tendrían que componer

el suelo desde mañana,

pues tan duro zapateas

que hoy, antes de terminar,

por más que tú no lo creas

lo vas a desbaratar.

Me han dicho, bella mestiza,

que es la vida un carnaval;

la comparación da risa,

pues según el dicho tal,

la muerte será ¡cabal!

un miércoles de cenizas.

En el mar se pescan peces,

ballenas y tiburones

y en el río, algunas veces,

langostas y camarones.

En tu casa la gatita

pone jaque a los ratones,

y en el baile, mesticita,

cazas tú los corazones.

Son tus labios, niña hermosa,

objeto de mis antojos;

son tan dulces y tan rojos

como la tuna sabrosa;

por eso bien te imaginas

que no te puedo besar;

tengo miedo de encontrar

tu boca llena de espinas.

Aunque te estén cortejando

no des a nadie tu amor,

mira, niña, que es mejor

vivir siempre zapateando

que, por culpa del amor,

lava, que lava y planchando.

Si el amor que te profeso

es más grande que mi vida,

¿cómo? mestiza querida,

¿cómo? dime por favor

¿puedo pasarme la vida

soltero y sin tu calor?

Que sabes muy bien bailar,

eso se deja entender;

pero debes aprender

lo que no debe ignorar

jamás ninguna mujer,

debes aprender a amar,

a cocinar y a tejer.

Conrado Menéndez Díaz

Continuará la próxima semana…

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