Diferencias entre comportamiento social animal y humano

By on febrero 18, 2021

Los rangos jerárquicos se forman en los grupos de animales que comparten un mismo territorio y que llevan conviviendo por un largo tiempo; por ejemplo, la autoridad que tienen algunas hembras es independiente a la que tienen los machos alfa.

En la medida en que el nivel de cohesión sea más intenso y las jerarquías sean más estables, el nivel de encuentros agresivos disminuirá. El tamaño de un ejemplar puede promover o facilitar una actitud dominante con respecto a los demás animales. Normalmente los animales más grandes y adultos dentro de esa concentración son los que dominarán. Son animales que por su composición física y fuerza generan mucho respeto; los ejemplares que tienen cuernos tienden a ser más imperiosos, sobre todo si son hembras.

Existe una gran diferencia en cuanto al comportamiento social en humanos y animales respecto al cuidado y protección de sus ancianos, enfermos y débiles. Pensaríamos que en los animales existe una actitud violenta hacia ellos, pero no es así. Pongamos como ejemplo a una manada de lobos los cuales al marchar llevan este orden para protegerlos: los primeros 3 son los viejos o enfermos, quienes dan el ritmo a toda la manada. Si fuera al revés, serían dejados atrás, perdiendo el contacto con la manada. En caso de una emboscada, ellos serían sacrificados. Luego siguen los 5 FUERTES, en la línea del frente. En el centro está el resto de los miembros de la manada, luego de los 5. El último va solo, el alfa. Él lo controla todo desde la parte trasera. En esa posición puede verlo todo, decidir la dirección. Él ve a todos los de la manada. La manada se mueve según el ritmo de los ancianos, ayudándose el uno al otro y cuidándose el uno al otro.

En el reino animal se respetan las jerarquías, no así en la especie humana. Cada día hay más indicios de que el maltrato a los ancianos (que son los de mayor jerarquía) es un importante problema de salud pública y de la sociedad. Puede adoptar diversas formas, como el maltrato físico, psíquico, emocional o sexual, y el abuso de confianza en cuestiones económicas.

También puede ser el resultado de la negligencia, sea esta intencional o no. El maltrato a los ancianos pasa casi inadvertido. Hasta hace poco, este grave problema social se ocultaba a la vista del público y se consideraba como un asunto esencialmente privado. Incluso hoy en día el maltrato de los ancianos sigue siendo un tema tabú, por lo común subestimado y desatendido por sociedades de todo el mundo. Aunque la magnitud del maltrato de los ancianos se desconoce, su importancia social y moral salta a la vista.

Una de cada 6 personas mayores de 60 años sufrió algún tipo de abuso en entornos comunitarios. El maltrato de las personas mayores puede conllevar lesiones físicas —desde rasguños y moratones menores a fracturas óseas y lesiones craneales— que pueden provocar discapacidades y secuelas psicológicas graves, a veces de larga duración, en particular depresión y ansiedad. Incluso lesiones relativamente menores pueden provocar daños graves y permanentes, o la muerte. Un estudio de seguimiento durante 13 años reveló que los ancianos víctimas de maltrato tienen una probabilidad de morir dos veces mayor que aquellos que no refieren maltrato.

A diferencia de los animales no humanos, compartir la vivienda es un factor de riesgo para el maltrato de las personas mayores. Cuando el agresor depende de la persona mayor (a menudo económicamente) también es mayor el riesgo de malos tratos. En algunos casos, si hay antecedentes de relaciones familiares disfuncionales la situación puede empeorar debido al estrés cuando aumenta la dependencia de la persona mayor.

Desafortunadamente, los animales nos superan en cuanto a valores y protección de los más débiles e indefensos; ellos no atacarán a los miembros de su manada. Las jerarquías se respetan y protegen.

Tendremos que reflexionar y cambiar nuestro comportamiento social: estereotipos basados en la edad según los cuales las personas mayores son representadas como frágiles, débiles y dependientes; el debilitamiento de los vínculos entre las generaciones de una misma familia; las parejas jóvenes, que dejan a los padres ancianos solos en sociedades en las que tradicionalmente los hijos se han ocupado de cuidar a las personas mayores.

Ojalá algún día logremos ser tan civilizados como los animales…

Dra. Carmen Báez Ruiz

drabaez1@hotmail.es

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