Devoción Guadalupana ¡MOVIDOS POR LA FE!

By on diciembre 12, 2014

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Desde siglos pretéritos se ha mantenido el pensamiento de que la fe mueve montañas. Esa reflexión  asoma de nuevo en estos días, en que las creencias religiosas se movilizan con afecto hacia la calificada y milagrosa Reina del Tepeyac: La Virgen de Guadalupe.

Millones de personas, y entre ellas cientos de miles de yucatecos, se activan desde los días previos al doce de diciembre para renovar su afecto a esta imagen de la Virgen Morena, que se identifica con el color de piel de mexicanos y mayas.

Y es que, en el duro transitar de nuestro pueblo a partir de la época dolorosa de la conquista española, el sufrimiento, el dolor y las dificultades han sido compañeros permanentes de los humildes, los desposeídos, los desatendidos y, en muchas ocasiones, los abandonados.

Es en esas circunstancias que el único camino espiritual es el de la esperanza. Esperanza en que las situaciones graves, amargas, desaparezcan, y los males dejen de constituirse en la pesada carga de todos los días.

Tras la fe viaja la esperanza en que, desde los cielos, sitio de los dioses mayas y cristianos, reaparezcan entre nosotros la paz, el sosiego, la salud y el bienestar.

La más grande representación mariana de la iglesia católica yace como imagen de culto en la Basílica de Guadalupe. Según el relato guadalupano conocido como Nican Mopohua, publicado en el año 1649 y que relata las apariciones de la virgen, tras una cuarta aparición el día 12 de diciembre de 1531 ante el indígena Juan Diego Cuauhtlatoatzin, quien era originario de Cuautitlán, (convertido al cristianismo pocos años atrás a raíz de la conquista española), la Virgen le ordenó que se presentara ante el primer obispo de México, Juan Zumárraga, llevándole unas rosas en su ayate, las cuales, al ser mostradas ante el obispo dejaron al descubierto la imagen de la virgen María, morena y con rasgos mestizos.

Desde la época prehispánica, el Tepeyac había sido un centro de devoción religiosa para los habitantes del valle de México. En este lugar se encontraba el santuario más importante de la divinidad nahua de la tierra y la fertilidad, Tonantzin – “Nuestra adorable madrecita”. Este templo fue destruido como resultado de la conquista.

La fe en la Virgen de Guadalupe se ha ido acrecentando con el paso de los años. Cada 12 de diciembre se celebra y conmemora la aparición de este ícono del pueblo mexicano. Se le venera ofreciéndole “novenas” en su honor, los “antorchistas guadalupanos” recorren largas distancias llevando consigo la imagen de la Virgen pagando o solicitando favores.

La basílica de Guadalupe recibe en esta fecha a millones de personas devotas que buscan un milagro o simplemente refrendar el cariño y devoción que le tienen a la “Reina del Tepeyac”. Parte de esta celebración son las clásicas “mañanitas” del pueblo mexicano y grupos de danzantes bailan durante todo el día, le llevan ofrendas, cantan y participan en las misas en su honor.

Esa es la imploración de los creyentes, antorchistas, marchistas, enfermos y todos los fieles que, en domicilios o en templos, unen sus voces, cantos, oraciones, rosarios y expresiones propias para invocar atención divina a sus problemas terrenales. La esperanza es consustancial a su fe. Es su enlace con la divinidad.

 

Isaías Solís Aranda

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