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Desarrollo Cultural en Yucatán XI

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Desarrollo Cultural en Yucatán

XI

ACULTURACIÓN MODERNA E INTERACCION DE CLASES

Después de Gahona, “Picheta”, otro gran artista de las artes plásticas, el pintor Juan Gamboa Guzmán, becado en París, es una valiosa muestra de la expresión artística de la burguesía, enriquecida con la técnica francesa. Temas y artes en general concretan la plástica de su época.

En música, pálidos reflejos ostentan nuestros compositores de una música selecta. Con Gustavo Río se inicia una música nacionalista sobre nuestro paisaje y sentimientos nativos, con influencia de la música impresionista. A pesar de su formación europea, la inspiración de Río Escalante podría ser considerada como máxima expresión musical del pueblo yucateco de su tiempo.

Corresponde a las décadas actuales el surgimiento de dos grandes artistas de extracción popular que habiendo adquirido los conocimientos artísticos tradicionales tamizados por aportaciones mexicanas – Silvestre Revueltas, Chávez, Ponce, Rivera, Orozco, Alfaro Siqueiros – aportan productos de alta cultura como máxima aportación de lo popular.

Daniel Ayala Pérez, compositor yucateco formado en México e integrante del Grupo de los cuatro, ya famoso en nuestra música sinfónica mexicana contemporánea, compone suites, poemas y sinfonías con el tema aborigen, dentro de una manifestación actual de los sonidos orquestados.

Fernando Castro Pacheco, el mejor pintor yucateco de todos los tiempos, en plena formación se va a la ciudad de México, se incorpora al movimiento renovador de la plástica mexicana, dirige la Escuela de Pintura conocida como “La Esmeralda” y crea durante esos años una rica y variada pintura figurativa de caballete. Regresa a Mérida, por encargo del entonces gobernador, Carlos Loret de Mola, y crea una nueva técnica de pintura mural con estilo propio. Sus grandes murales y pinturas aisladas, todas contenidas en las paredes y Salón de la Historia del Palacio de Gobierno, presentan aspectos de la existencia maya, antigua y moderna. El actual gobernador, Dr. Francisco Luna Kan, patrocinó los dos más vastos murales de la colección, en la planta baja del mencionado edificio, inaugurados el 1° de febrero del presente año.

Enrique Gottdiener Soto, artista nacido en otra región del país, llega a Yucatán hace aproximadamente cuatro décadas y se casó con una profesora, gran mujer nacida en Campeche, Alina Estrada. Maestro sucesivamente de la primera escuela Secundaria Federal y de la Dirección General de Bellas Artes del Estado; tímido tallador de figuras pequeñas en marfil y madera con gran demanda del sector empresarial, al jubilarse aprovecha su gran caudal de dibujos y actitudes, expresiones y actividades del campesino yucateco contemporáneo y, hasta la médula con el espíritu maya, dedica sus obras completas – a veces obstaculizadas por crónica dolencia – a la creación escultórica en madera, llevada al bronce, de una amplia gama de ademanes, rictus y posturas de nuestra multitud indígena. Unas veces esculpiendo con gran ternura sus breves y grandes figuras, otras con fiero vigor en el que manifiesta su repudio a la injusticia social, es un representante artístico de la cultura clasista que perdura en el campo y en los pueblos del interior del Estado.

EL TEATRO REGIONAL

Caudaloso es el repertorio del teatro regional en Yucatán, genuina expresión del arte y cultura del pueblo. Alejandro Cervera Andrade registra 724 obras hasta 1947.

En las postrimerías del siglo XIX, el escritor, poeta y fabulista, José García Montero escribió un entremés al que tituló “Una fiesta en Hunucmá”. Allí se vio por primera vez en las tablas yucatecas la figura del pueblo expresándose con su peculiar acento y giros del habla popular de Yucatán. Probablemente sin proponérselo García Montero había iniciado el teatro regional nuestro.

Hacia 1907 Lorenzo Rosado Domínguez, poeta, abogado y periodista, escribió un libreto que fue musicalizado por Arturo Cosgaya. Se aprecia en su desarrollo la vida genuina del agro henequenero de su época: el sirviente enfermo obligado a trabajar, la protesta de sus compañeros, los azotes a los cabecillas y el movimiento que se levanta contra el opresor con que se justifica el título: “Rebelión”.

Se considera que en el lapso de 1919 a 1925 cobra auge y se afirma nuestro teatro regional con los siguientes autores: Ermilo Abreu Gómez, Enrique Hübbe, Alejandro Cervera Andrade, Álvaro Brito, Esteban Rejón Tejero, Luis D. Romero, Álvaro Zavala Castillo (El Sastre), José Talavera, además actor e impulsor; Agustín Pasos Capetillo, Manuel Cirerol Sansores, Carlos Duarte Moreno, José Trinidad Castillo, Ildefonso Gómez, Aristeo Vázquez Delgado, que creó “La Familia Chulim”, y Tomás Rosado. Y entre los compositores Ernesto y Luis Mangas, Raymundo Núñez, Manuel Gil Cáceres, Efraín Pérez Cámara, Alfredo Tamayo Marín, Rubén Darío Herrera, Carlos y Fausto Pinelo Río. Han sido los principales actores Andrés Urcelay, Mario Ceballos, Alfredo Sánchez, las tres generaciones de la familia Herrera, Luisa Torregosa, los hermanos Camejo, Pedro Pacheco, Ponso y Chela, Gregorio Méndez (don Chinto), Ofelia Zapata, Lucrecia Borges y muchos más. Certeramente escribió Enrique Abreu Gómez: “El Teatro Regional de Yucatán constituye una de las pocas expresiones auténticas de que podemos enorgullecernos. En él están vivos, sin disimulo retórico, nuestra sensibilidad y nuestras formas coloquiales”.

Sesenta años ininterrumpidos lleva en escena nuestro teatro regional, con caídas y alzas, pero perdura gracias a los Herrera; Daniel, Mario, Cheto, el extraordinario Cholo y Mario Tercero, y artistas que los siguen. Pero ya no van al interior del Estado como Talavera y otros iniciadores del género.

Ha surgido en las últimas décadas un magnífico dramaturgo, Leopoldo Peniche Vallado, que cuenta entre sus obras “Henequén” – con premio en Jalapa en Concurso del INBA –, “Hombres y Venados”, “Las Molineras de Chicbul”, una joyita picaresca que pudiéramos ubicar dentro del género regional, pero con estructura más acorde a los cánones y el talento impuesto por el autor.

En “La Batalla Perdida”, Peniche Vallado desarrolla con maestría los conflictos y contradicciones del sistema capitalista. Son principales protagonistas los dirigentes cordeleros, vertebrándole el tradicional romance amoroso. Se esbozan en esa pieza teatral las lógicas minusvalías del sector proletario frente a la potencia económica, la influencia en el poder político y las argucias leguleyas de los patrones. Es una obra cuya temática es de carácter permanente. Indudablemente, Leopoldo es el mejor autor teatral yucateco contemporáneo.

Para finalizar, es apreciable la influencia y la penetración cada vez mayor de los modos de pensar, de sentir y de expresarse, especialmente en la música de los jóvenes, de la cultura imperialista yanqui, tan ajena a nuestra idiosincrasia indo-hispana. A través del impacto constante y reiterado del cine, la televisión y las revistas con el mensaje repiqueteado de la vecina mentalidad, agudizado subculturalmente con la invasión de los “comics” que se han impuesto para mucho tiempo en los lectores adultos y adolescentes.

Por eso aplaudimos el interés gubernamental, universitario y municipal en mantener vivo el interés por nuestras tradiciones coreográficas, musicales y literarias.

Finaliza.

Renán Irigoyen

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