Depresión en perros

By on septiembre 17, 2021

Los perros no hablan, pero muestran sus emociones a través de su lenguaje corporal y su comportamiento. Observándolos podemos detectar tempranamente signos de tristeza y depresión.

Un perro feliz está activo, contento, juguetón; un perro triste es todo lo contrario: no come, esta decaído, no juega y está poco reactivo.

Por lo general, la depresión en los perros es el resultado de una situación traumática en su entorno. Los cambios repentinos contribuyen en mayor medida a esta situación, por ejemplo la llegada de otro perro o un bebé al hogar, una mudanza, un cambio en la rutina de su amo, la pérdida de un animal de compañía o de un integrante del hogar, la vivencia de una situación estresante como el enfrentamiento con otro perro, o incluso los cambios en el clima como la llegada del invierno.

La depresión también puede estar relacionada con las decisiones de los amos respecto a la vida sus mascotas, como por ejemplo no fomentar la socialización con otros canes, no incentivar el ejercicio o sobreprotegerlos, también es muy importante la situación de abandono o extravío, la muerte de su dueño o de un miembro de su manada. Estas conductas, que evidencian la falta de un buen guía, suelen derivar en enfermedades mentales que pueden traducirse en mal comportamiento o depresión.

Al igual que los humanos, los perros suelen dar indicios de la depresión. Sin embargo, los síntomas no siempre son fáciles de identificar y pueden confundirse con cansancio o aburrimiento, restándole atención necesaria a un problema que es más grave y profundo.

Entre las conductas que permiten identificar el problema se pueden mencionar:

Falta de interacción con otros perros e inactividad. Ya sea en el hogar o en un espacio público, por lo general las mascotas deprimidas dejan de socializar con sus pares, se apartan sin hacer caso a las reiteradas provocaciones para jugar.

Esto suele asociarse con otro síntoma que es el de la inactividad, dado que los perros en este estado suelen demostrar falta de interés por realizar actividades como correr o salir a caminar. Además, puede notarse que desarrollan movimientos más lentos de lo habitual.

Cambios en el apetito. El perro deprimido suele exteriorizar el problema cambiando los hábitos alimentarios, desde dejar de comer hasta hacerlo excesivamente, aumentando de peso repentinamente. Está en la naturaleza del ser humano querer consolar a un perro después de una pérdida; sin embargo, es posible que esta no sea la mejor manera de aliviar su dolor. Por ejemplo, digamos que un perro deja de comer, la reacción de su dueño es darle de comer de su mano y elogiarlo cuando acepte los bocados de la mano. Como consecuencia, el dueño premia al perro por comer de su mano en vez de hacerlo de su tazón. Por consiguiente, cuando quieres que el perro coma del tazón, se niega a hacerlo y prefiere que se le brinde una atención personal o que se le dé la comida con la mano. Esto se convierte en un hábito que no es bueno para él y que es insostenible para ti.

Una opción mucho mejor es actuar normal con respecto a la comida y la hora de comer, ya que esto refuerza la impresión de que, aunque el otro perro, o su amo se hayan ido, todo sigue bien. Por lo tanto, coloca su comida como de costumbre y, si no come, bota la comida después de diez minutos y no le ofrezcas nada más hasta la siguiente hora para comer. Esto parece duro, pero en el lenguaje de los perros se aplica un sentido de rutina y seguridad, que es lo que necesita en este momento.

Modificaciones en el hábito del sueño. Por lo general, los canes en esta situación duermen más. Sin embargo, también están aquellos que se muestran más nerviosos e inquietos, lo que les impide conciliar el sueño.

Comportamientos extraños. Un cambio en sus hábitos (por ejemplo, ya no se levanta para saludarte cuando llegas a casa). En estos casos los perros también pueden presentar conductas fuera de lo normal como gemir y llorar frecuentemente, estar nerviosos e ir de un lado a otro, apegarse excesivamente al amo o esconderse durante largas horas. En casos más graves pueden demostrar comportamientos autodestructivos como golpearse contra las paredes, automutilarse o dejar de comer.

Estos comportamientos son normales después de la pérdida de un ser querido. Si continúan por más de un mes, más o menos, es posible que quieras conversar con tu veterinario para tomar más medidas.

Como enfrentar la depresión. Cuando el perro desarrolla reiteradamente algunos de estos síntomas, el primer paso debe ser llevarlo al veterinario para identificar el problema. Esto es necesario dado que muchas de las conductas mencionadas arriba pueden ser el resultado de algún problema físico y no necesariamente relacionarse con la depresión.

Si luego del chequeo médico las sospechas giran en torno a un trastorno en el estado de ánimo, lo importante es identificar las causas de esa situación. Entonces se pueden implementar algunas estrategias según el tipo de conflicto que haya fomentado la depresión:

Dedicarle tiempo y mantenerlo ocupado. Si la causa del trastorno es un cambio en el ambiente, como una mudanza o una modificación en el horario de su amo, lo mejor es dedicar algún momento del día para sacar al perro fuera de la casa, lo que ayuda a su estimulación mental.

En este proceso es clave mantenerlo ejercitado y ocupado, por lo que una buena estrategia es acompañarlo en su juego o actividad favorita. Además de dedicarle tiempo, se pueden incorporar juguetes interactivos para cuando no haya nadie en casa, lo que les permitirá jugar y entretenerse por su cuenta.

Un aspecto importante a considerar es no tratar de estimular constantemente a un perro deprimido a través de premios y golosinas, dado que puede asociar que está siendo compensado por ese comportamiento negativo.

Socializar con sus pares. Cuando la depresión se presenta por la pérdida de un compañero canino, lo ideal es llevarlo constantemente al parque para que socialice con sus pares. También se puede considerar la posibilidad de incorporar una nueva mascota en el hogar, lo que debe hacerse con cuidado, dado que si el perro se siente desplazado esto puede ser contraproducente.

Cuando los métodos mencionados con anterioridad no funcionan, se puede considerar la posibilidad de incorporar medicamentos, un recurso que puede ser de utilidad cuando la depresión es causada por un desequilibrio químico.

Al igual que en las personas que padecen esta enfermedad, se pueden suministrar fármacos como los antidepresivos además de otros más específicos para canes. Sin embargo, la utilización de medicamentos se debe considerar siempre como la última opción, y debe estar avalado y supervisado por un profesional.

El dolor es un proceso natural con el que debe lidiar y paralizar esos sentimientos con medicamentos no es el camino a seguir a menos que la depresión permanezca por varias semanas. Sin embargo, si has hecho todo lo correcto y después de tres o cuatro semanas tu perro todavía sigue deprimido, entonces es mejor que lo lleves al veterinario para que lo evalúe.

Dra. Carmen Báez Ruiz

drabaez1@hotmail.es

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