De la Miseria a la Licenciatura

By on mayo 18, 2017

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XI

De la Miseria a la Licenciatura

AUTOR:

L.T.S. MARÍA ROSENDA CASANOVA FERNANDEZ

LUGAR:

MUNA, YUCATÁN

Mayo, un mes emblemático en la vida de aquella mujer, pues en mayo nació, en mayo es el día de la madre, en mayo es el aniversario de la muerte de su madre y justamente ese día, el día de la madre, cumple 26 años de fallecida. Esa mujer se preparaba para su toma de protesta como Licenciada en Trabajo Social. Una noche antes no pudo dormir por la emoción, realizando los preparativos de la culminación de sus estudios.

Temprano se arregló lo mejor que pudo, no sin antes pasar por situaciones embarazosas como que, con las prisas, rompe el cierre de su vestido, un vestido que había comprado en una subasta porque su titulación le costó tanto que ya no le alcanzó el presupuesto para un vestido de más categoría; otra anécdota es que, al estar rociando espray en su cabello, por equivocación toma el bote de insecticida y se lo aplica, lo que es motivo hasta la fecha de chascarrillos como de que mató a sus piojos.

A la hora de la toma de protesta, esta mujer se siente nerviosa y emocionada, sobre todo cuando los sinodales la encierran para cuestionarla sobre su carrera y los motivos que la orillaron a tomar tal decisión.

En ese momento, por su pantalla mental empezaron a correr, como una especie de película, todos los recuerdos tristes por los que tuvo que pasar para llegar a ser una profesional.

¡Cuánto dolor, cuántos obstáculos tuvo que pasar!

Creció en un hogar numeroso y humilde y, siendo la hija mayor, le atribuyeron responsabilidades ¡como si fuera una persona adulta! Sus padres seguían el mismo patrón de educación que los abuelos, de muchos golpes y sin explicación de las cosas. Además, tenía un padre machista que llegó a decir que las mujeres no tienen por qué estudiar, porque al casarse debían ser mantenidas por el esposo, que sólo los hombres tienen derecho a estudiar porque son los que proveen a la familia. Irónicamente, a nuestra protagonista le tocó sacar adelante a su familia de cuatro hijos, sola, o sea, ser madre y padre al mismo tiempo para los suyos.

La carrera estudiantil empieza en sus tiernos años, yendo a la primaria en la que se topa con un gran problema de comunicación con su maestra pues, viniendo de cuna maya, solo habla este idioma. Fue necesario indicarle a la madre que le enseñara a hablar el idioma español. Cuando estaba en sexto año, su padre dijo que ni un día más de la escuela, que lo único que debía hacer era aprender al lavar, a tortear, a buscar agua, etc., etc., labores, según él, propias de la mujer. El director de la escuela tuvo que explicarle que era muy importante terminar la primaria, dado que el avance educativo exigía prepararse más cada día; a duras penas accedió a que terminara la primaria, no sin antes amenazarla con que era el último año que estudiaba.

Al terminar la primaria, esta niña de tan solo 13 años deseaba seguir estudiando y soñaba con ser una doctora. Sin embargo, no pudo continuar con la secundaria por órdenes de su padre. Cada vez que iniciaba un curso escolar, le suplicaba a su padre que le permitiera inscribirse a la secundaria, a lo que el padre decía que la escuela no es para mujeres, y que además en la escuela sólo se iba a buscar novio.

Cuando cumplió quince años, por fin convenció a su papá para que pudiera inscribirse a la secundaria. Era una buena estudiante en primer grado, que hasta la ponían de ejemplo con los alumnos de segundo año: se afanaba en hacer sus tareas, sus escritos y todo lo que marcaban. Pero, como siempre, hay un pelo en la sopa. Las palabras del padre fueron proféticas porque, cuando estaba en segundo año, salió con su domingo 7: a sus 17 años estaba ¡embarazada! ¡Ay, Dios! Fue el acabóse de los estudios. Inmediatamente fue sacada de la escuela, castigada con el látigo del desprecio de toda la familia y olvidada por todo su pequeño mundo. Sin embargo, sus ansias de superación no decayeron, porque al siguiente ciclo escolar se inscribió de nuevo a segundo año. Así, a duras penas termina la secundaria.

Terminada la secundaria, se inscribe para estudiar secretaria ejecutiva bilingüe pero, ¡oh, sorpresa!, resulta que el esposo también es machista. Empezando el segundo año de la carrera técnica, le exige que se salga de la escuela, puesto que él mantiene el hogar. Ahí va nuestra tonta amiga a obedecer, y adiós a los estudios, a los sueños de ser una gran doctora, al camino trazado, para seguir la carrera de madre que, eso sí, es prolífica (porque tener cuatro hijos es no haber tenido televisión; en la actualidad, dos hijos es el número estándar).

Pasados algunos años, el esposo la abandona cuando su último bebe tenía 6 meses de nacido.¿Qué le queda a esta pobre mujer? Sola, su madre recién fallecida, con 4 niños, sin casa, sin dinero, sin preparación, sin estudios sin hablar correctamente (aún mezcla español con maya).

Sale de su pueblo en busca de nuevos horizontes, pero solo consigue trabajos de labores domésticas en las casas de los ricos. Al llegar a casa, toda cansada, se lamentaba no haber estudiado algo para conseguir un mejor trabajo. Tanto se quejaba que un día su hermana con la que vivía le dijo: “Mujer, ¿cómo se te ocurre pensar en estudiar? ¿No te das cuenta que tienes cuatro hijos que mantener? Lo que tienes que hacer es trabajar para sacar adelante a tus hijos.”

Sí, era verdad lo que decía la hermana; pero también era verdad que deseaba superarse, y ese comentario le hirió el orgullo. Se prometió a sí misma que algún día ella tendría que estudiar para ser alguien en la vida.

Cuando es grande el deseo, Dios hace que las cosas sucedan de tal manera que se acomodan para lograr los buenos propósitos. Un buen día, abandona a la hermana para ir a ver a la ex cuñada; ésta necesitaba que alguien le cuidara a sus niños para poder trabajar. Entonces hacen un trato: nuestra amiga cuidaría a sus cuatro hijos y a los tres hijos de la cuñada, a cambio de estudiar, aunque sea una carrera técnica. Averigua en la academia qué tan factible era inscribirse, y el director le indica que, si consigue las calificaciones del primer año de la carrera de secretaria bilingüe, se los reconocería, y así sólo estudiaría un año para la carrera de contador privado.

Siendo ya contador privado, consigue rápidamente trabajo, lo que le permite mejorar su calidad de vida y la de sus hijos, pero el gusanito de saber más no quedó ahí, porque acude a la academia de costura, terminando la carrera de Técnico en Corte y Confección. Años más tarde también logra estudiar la preparatoria, que es el pilar para cualquier carrera profesional.

Como todo ser humano, también sufre de altibajos en la vida, al grado de sobrellevar fuertes depresiones que un día la hacen dudar de muchas cosas, de no saber o no buscar explicación para sus dudas. Surge entonces de nuevo y con más fuerza las ganas de estudiar psicología, para lo cual se prepara arduamente para ingresar a la universidad. Pero como no es lo mismo 20 años después, no logra pasar el examen de admisión. Luego de cuatro intentos, desiste de seguir estudiando, sumiéndose en un terrible cuadro de depresión hasta resignarse a no estudiar ya nada más. Era hora de dar paso a la juventud, y se consolaba con los logros de sus hijos que también eran ya futuros profesionistas.

Cuando ya no pensaba más en el estudio, surge en el trabajo un grupo de compañeros entusiastas y la oportunidad de estudiar trabajo social. Una amiga, específicamente, es la que la anima a inscribirse y ahí va de nuevo a la escuela.

Sólo que, como se menciona antes, no es lo mismo estudiar cuando se es joven que cuando se tiene ya cierta edad, sobre todo porque se es independiente y no se cuenta con el apoyo económico suficiente para solventar los gastos de una licenciatura. Además del sin fin de problemas cotidianos, de verdad que se necesita mucha fuerza de voluntad y fortaleza para seguir adelante. Hubo momentos en que estuvo a punto de desistir, que ya no podía con tanto quehacer: el trabajo, la casa, la familia, los hijos, los nietos, la salud quebrantada, la falta de dinero más que nada. Pero Dios es grande y poderoso, y no deja a uno solo: ahí estaba una de sus nueve hermanas apoyándola siempre, la amiga que siempre está pendiente, etc., etc.

Durante el tiempo de estudio de la licenciatura, sufre de muchas situaciones como el desánimo de algunas personas, las envidias hasta de los compañeros del trabajo, el rechazo de la credencial de estudiante en los camiones –un camionero no recibe la credencial, diciendo que a esa edad no se puede ser estudiante–, quedarse en ocasiones sin dinero. Cuando realiza sus prácticas, casi vive en el hospital: en las mañanas cumple con su horario de trabajo y enseguida empieza las horas de su pasantía. En familia hubo algunas situaciones que la alteran emocionalmente, al grado que su primer examen de CENEVAL lo reprueba.

Pero hoy, en este día de mayo, con el brazo extendido haciendo el juramento de seguir al pie de la letra la ética de la Licenciatura en Trabajo Social, el corazón se le llena de alegría y orgullo porque, a pesar de que al empezar la carrera no estaba segura de que le gustara, y que sobre la marcha se enamoró de la Licenciatura, hoy esta mujer ya es toda una licenciada.

Sus ojos se llenan de lágrimas de agradecimiento, porque pudo demostrar que no importa cuán difícil y escabroso sea el camino, siempre se puede, que cuando se desea algo se logra. Hoy, ya toda una licenciada, apenas se entera que es ejemplo para muchas personas y que ha motivado a más de uno a seguir estudiando.

Ha demostrado que la edad no es impedimento para superarse.

Continuará la próxima semana…

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