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Convivencia de animales y bebés

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Mascotas

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Ante la llegada de un nuevo miembro a la familia, si ya tenemos un perro cuando viene el primer bebé, es importante adelantar acontecimientos antes del nacimiento. Hay muchas cosas que podemos hacer para facilitar la convivencia entre nuestra mascota y el bebé.

Obviamente, nuestra familia cambiará, dispondremos de menos tiempo y el perro verá modificadas gran parte de sus costumbres. El perro estará un poco perdido, ya que se debe acostumbrar a multitud de cosas como nuevas rutinas, nuevos olores, nuevos sabores, nuevos sonidos y, en especial, a una nueva persona en la casa.

Aunque todas las razas se adaptan muy bien a los niños, no se debe olvidar nunca que muchos perros tienen un instinto depredador de gran alcance, sobre todo los perros de caza, ya que es el medio mediante el cual sus antepasados se alimentaban. A pesar de que un perro nunca podrá deshacerse de sus instintos, se le puede enseñar ciertas reglas. Debemos acostumbrar al perro, desde cachorro, a mezclarse con niños y se acostumbre a ellos. La socialización es muy importante para que el perro se adapte a los humanos y conviva con ellos sintiéndose uno más.

Es necesario un adiestramiento sólido para lograr esto, ya que por naturaleza no son perros agresivos con la gente. Además, es muy importante adiestrarlo hasta un nivel de confianza muy elevado para asegurarnos el control en caso algún incidente.

Hay perros que toleran y les encantan los niños, como son el Beagle, Labrador Retriever, Mastín, Sabueso, Viejo Pastor Inglés, Collie, San Bernardo, Foxhound, Golden Retriever, tampoco hay que olvidar que muchas veces los perros mestizos son una estupenda opción. Recordemos que los animales enseñan a los niños valores, respeto, responsabilidad, además les proporcionan diversión, compañía y buenos ratos, sin olvidar que en la niñez se vuelven sus mejores amigos

Lo más importante es ser inteligente cada vez que los niños y los perros están juntos ya que, aunque los vínculos emocionales entre ellos son fuertes, los perros son animales y deben ser entendidos como tales, en especial si hablamos de niños pequeños.

Dependiendo de la edad que tengan, van a interactuar con el perro de diferente manera, y siempre debemos supervisar esta relación para asegurarnos de que todo va bien.

Los bebés se limitarán a observar al perro y, a partir de cierta edad, a agarrarlo e incluso a tirarle del pelo si está a su alcance; más adelante querrán cogerle del rabo o de las orejas, o incluso achucharlo o levantarlo. Es normal que el niño haga estas cosas, no tiene maldad, pero desde el principio debemos explicarle que al perrito no le gusta que le estiren del pelo o de las orejas; que si está dormido no debe molestarle; que si se esconde a lo mejor está cansado y no quiere que lo acechen más.

A partir de los 4 o 5 años podemos explicar a los niños más cosas sobre el perro y podremos solicitar su ayuda a la hora cuidar de la mascota. El perro tiene necesidades y es nuestra responsabilidad cuidarlo. Hay que darle de comer, cepillarlo, bañarlo, sacarlo a pasear. El niño aprenderá más a jugar con el perro, a cuidarlo, y disfrutará más de su compañía.

Está relación se afianza con la edad y, al ir creciendo el niño, puede implicarse más en los cuidados del animal, puede sacarlo a pasear solo, enseñarle algunos trucos, aprendiendo así valores como la responsabilidad, el respeto y la constancia.

La mayoría de los accidentes se producen cuando el niño interacciona con el perro en forma inadecuada. La culpa la tenemos los adultos, que no estamos suficientemente atentos o no sabemos reconocer las situaciones de riesgo. Los perros, como nosotros, también necesitan su espacio y no siempre tienen ganas de ser abrazados, acariciados, cepillados o incluso besuqueados por nuestros niños.

Salvo excepciones muy concretas, un perro siempre expresa incomodidad antes de lanzarse a morder. El problema es que el niño y el tutor no sabe interpretar esas señales de disconformidad. Tendemos a pensar que el perro de casa no morderá a nuestro niño porque confiamos plenamente en él. Los padres permitimos que los niños se diviertan y abracen al perro sin tener en cuenta que el animal puede sentirse acosado y reaccionar con agresividad. Cuando el perro es de la familia, presuponemos que tendrá paciencia suficiente para tolerar cualquier tipo de manipulación por parte de nuestro niño o niña. Esto es un error.

La realidad es que el perro de la familia no siempre tiene tanta paciencia como habíamos presupuesto, y que el índice de accidentes entre niños y perros que terminan en el hospital es mayor cuando el can es conocido que cuando es ajeno a la familia.

En el caso de los perros, es muy importante que esté todo muy controlado. No podemos olvidar que los accidentes existen. Por eso, si vemos que en un periodo de tiempo el perro parece no adaptarse al niño, deberíamos tomar medidas y llevarlo a un especialista que nos ayude a controlar la situación. El abandono, mucho menos el aislamiento, del perro nunca será la solución.

Dra. Carmen Báez Ruiz.

drabaez1@hotmail.es

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