Conato de Guerra Comercial

By on abril 12, 2018

Editorial

Editorial 15  2018_1

La lejana República Popular de China, con sus centenas de millones de habitantes, está bien distante de nuestra América, continente descubierto por la intención comercial de europeos de otros tiempos, que deseaban productos de ese país, lejano y con un peligroso recorrido para llegar a él, buscando una nueva “Ruta de las Especies” aunque ya desde la Edad Media se daban movimientos de trasiego de mercancías entre muchos países de tal época. Seguramente el conocimiento de la pólvora llegó por tales medios para convertirse en material de guerra entre naciones europeas, mucho antes de que el señor Nobel patentara la dinamita y luego diera su nombre a una medalla anual famosa que otorga por la Academia Sueca en variadas especialidades.

El comentario inicial viene a propósito de exabruptos y disposiciones viscerales del presidente Trump sobre imponer aranceles en sus exportaciones a los Estados Unidos de acero y otros metales a China. Los gravámenes, lesivos no solamente para China sino también para los demás países exportadores incluido México, lesionarán, a no dudarlo, la ya angustiante situación económica en nuestro país.

El nuevo presidente de Estados Unidos, cabeza visible de la plutocracia norteamericana, piensa que desde un escritorio y mediante órdenes ejecutivas corregirá lo que a su leal saber y entender son los mayores problemas del país que gobierna. Olvida el gobernante que las raíces de la esclavitud, antes abierta y ahora sin sustento legal, ya no operan como medios de sojuzgamiento ni de personas, ni de países.

Amenazar en lo interno a los millones de personas que le facilitan a su país mano de obra calificada al menor precio no ha sido una decisión inteligente. Pero decidir la imposición de aranceles que restrinjan las exportaciones de China ha sido un error mayor y con grado de alto riesgo para el país norteamericano.

Recordemos que en años anteriores, ante los graves problemas monetarios de los Estados Unidos, vendió a China precisamente, si no toda, la mayor parte de sus valores garantes de la circulación de sus dólares, insuficientemente soportados con el oro atesorado en Fort Knox.

Esa continua compra, con recursos recibidos del país chino, es lo que ha dado soporte de valor a la actual moneda estadunidense. Y estamos hablando de valor supuestamente soportado en oro metálico, no existente en la realidad en los bancos estadunidenses o las bodegas de resguardo.

Por eso China en estos momentos posiciona su moneda propia, el yuan, como la más firme y garantizada del mundo. El yuan emerge como instrumento de cambio y valor en las relaciones comerciales del mundo.

China no teme las bravatas del presidente de Estados Unidos. Sus armas financieras propias equivalen a la pólvora de hace siglos, cuando lo mismo servían para disparar cañones que para elaborar vistosa pirotecnia. Además, con la garantía de documentos que avalan el oro norteamericano adquirido, el poder de China sí puede sacudir la economía del “gigante”.

¿Guerra a la vista? No con armas. En los actuales momentos, son más útiles las presiones con instrumentos financieros. Ese es el mundo de hoy.

Con el transcurso de los siglos, China se muestra y gradúa como una potencia financiera, política y militar.

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.