Caprichos Vinculantes en el NAICM

By on noviembre 1, 2018

Perspectiva

Caprichos Vinculantes_1

“Los cántaros, cuanto más vacíos, más ruido hacen…”

Alfonso X, el Sabio

Cuando escribo estas líneas han transcurrido unas cuantas horas desde que el presidente electo anunciara la cancelación del proyecto del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM), basándose en lo que poco menos de un millón de personas –el pueblo bueno y sabio– opinó: 70% de ellos están en contra de que sea construido en Texcoco.

Que el presidente electo, que entrará en funciones hasta el primero de diciembre y no antes, sea quien comunique esta decisión –con todo el impacto socio-económico a nivel micro y macro que conlleva, y que nos afectará a todos– es la cereza del pastel del embrollo más grande que se pudo haber creado él mismo: desde su palestra, cuando estuvo en campaña, apuntó con dedo flamígero al NAICM, acusándolo de dispendio, de prueba de corrupción, y otras linduras, prometiendo que, de ganar, lo cancelaría. Pues bien, hoy tuvo el gusto de adjudicarle la responsabilidad de la decisión a esos 700 mil votantes (en un país en el que vivimos y podemos votar legalmente más de 90 millones), lavándose olímpicamente las manos, cual Pilatos, sin importarle ni siquiera un poquito la reacción de los mercados cambiarios, ni tampoco que con esto de facto erigió un muro entre los inversionistas y cámaras empresariales mexicanas y su próxima administración.

Primero que nada, yo estoy “óptudimóder” (Dehesa dixit) de que el presidente electo declare, y declare, y siga declarando sandeces y ocurrencias cada vez que tiene un micrófono frente a él, evidenciando su pobre preparación e incomprensión de muchos variados temas; su equipo no se queda atrás, con unas pocas, honrosas, excepciones. La megalomanía y egocentrismo de AMLO son patológicas. Entiendo que lo que dice MALO y sus jilgueros es apetecible para la nota del día de los medios, mucho más cuando el gobierno saliente ha decidido hacer mutis desde que se supieron los resultados de la elección en julio, pero el futuro gabinete y su líder se han expuesto y abierto innecesarios frentes, rompiendo lanzas con prácticamente todos. Durante los últimos noventa días, un día sí y otro también, los hemos escuchado comportarse y actuar con poco tacto e insuficientes argumentos, demostrando que no son mejores que aquellos a los que están sustituyendo y, preocupantemente, que pudieran ser aún peores.

No dudo por un segundo que exista la corrupción rampante a la que aludiera en campaña en todos los niveles de gobierno, e incluso en las relaciones con los grandes capitanes de industria; es más, estoy seguro de que está en lo correcto. Sin embargo, ¿no hubiera sido más inteligente instalar los controles adecuados, investigar, recabar evidencias, y entonces aplicar todo el peso de la ley a todos esos pillos? Pero no: el mesías tabasqueño no piensa en perseguir a las ratotas de pelo engominado, ni a las de pelo cano, ni a las ancianas ratísimas que han medrado en las Cámaras, moviendo en su beneficio todos los bisnes y dineros que manejan; es más, ya les otorgó el perdón.

La declaración de hoy se agrega a la colección de decisiones y anuncios con poco análisis y aún menor grado de soporte técnico que ha hecho desde julio, siendo igual de cuestionable su necedad en cuanto a no someter al mismo escrutinio y análisis al que sometió el NAICM su proyecto del Tren Maya, o sus refinerías, o su decisión de abrogar (cuando lo que necesitan es tan solo modificarse) la reforma educativa y la energética, aliándose con grupos y personajes impresentables, como la CNTE, Napito, Bartlett et al. Al impacto del anuncio habrá que sumarle las demandas, indemnizaciones y dinero tirado por la borda de cumplirse la consigna. ¡Por Dios!

De lo de hoy, lo que más molesta es el carácter vinculante que indicó que la encuesta poseía y con la cual hizo el anuncio, en flagrante violación de la Ley Federal de Consulta Popular (http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/LFCPo.pdf, Capítulos III y IV) que indica claramente dos elementos que AMLO se pasó por el arco del triunfo: 1) toda encuesta que pretenda recabar la opinión de la nación debe ser efectuada de acuerdo a lo indicado a la Ley, siendo el INE quien se encargue de organizarla, y efectuarse en el próximo ejercicio electoral, y, 2) para que el resultado de una encuesta sea considerada vinculante, es decir, que se aplique la decisión tomada, debe votar por la opción el 40% de la población que haya votado en el ejercicio indicado en el punto uno. Ni la primera condición ni la segunda se cumplieron y he aquí que el presidente electo –insisto en su carácter de electo, y que no está en funciones– ya dispuso, ya ordenó, y ya mandó el mensaje de que le vale un soberano cacahuate lo que digan las leyes, que se hará lo que él quiera, en una pírrica demostración de poder político y de paupérrima medición de consecuencias que nos está llevando entre las patas como país, alimentando la división, las filias y las fobias. ¿Esto es lo que esperamos de un presidente, que no siga el mandato de la ley y haga lo que se le pegue la gana, pase lo que pase, cueste lo que cueste? ¿Esto querían los 30 millones que lo eligieron?

Desde esta perspectiva, este comportamiento no es nuevo en AMLO: tuvimos innumerables muestras de este tipo de decisiones cuando fue regente de la CDMX, peleándose con todo mundo, administrando con sus famosos “bandos” con los que se saltó cuanta ley quiso, diciendo gracejada tras gracejada, y entregando una CDMX con más conflictos que cuando la recibió.

Esta historia ya la habíamos vivido, y aun así 30 millones prefirieron cerrar los ojos, votando con el hígado en vez de con la cabeza.

¡Qué largos están resultando estos meses entre julio y diciembre!

¿Lo peor? A partir del primero de diciembre inician seis años que prometen ser de pesadilla.

Ojalá me equivoque…

S. Alvarado D.

sergio.alvarado.diaz@hotmail.com

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