Campeche En La Trovadoresca Peninsular

By on enero 22, 2017

ATISBANDO EL ARTE

CAMPECHE EN LA TROVADORESCA PENINSULAR

(Parte II)

En Yucatán estamos acostumbrados a potencializar nuestra música vernácula y la hemos cercenado, como las políticas nos cercenaron nuestro territorio peninsular – primero Campeche y posteriormente Quintana Roo – pero los tres estados somos la misma etnia Maya, con usos y costumbres y lengua hablada y musical. En otra ocasión hablaré de los músicos quintanarroenses, ya que todos mamamos las raíces musicales de la Isla de Cuba y de Colombia, vía Cuba, entrando a México por Puerto Progreso: danzón, clave, habanera, guajira, son, bolero, criolla, bambuco y otras formas y géneros que tomaron nuestra nacionalidad.

En Campeche hay muchas personas que hicieron una carrera trovadoresca y músicos en general que han dado lustre a nuestro tradicionalismo musical como Manuel Concepción Santos (Cancio) 1928; Salvador “Chava” García, 1924; Salvador Pacheco Ojeda, 1889-1965 –hermano de Emilio Pacheco.

Mis recuerdos atraen a otro compositor campechano que también fuera destacado cantante en las décadas de los cuarentas y cincuentas del siglo pasado en la ciudad de México, amigo de mi padre en los estudios “Azul y Oro” de Ayuntamiento 53 en el Distrito Federal donde nació la XEW, “La Voz de América Latina desde México”. En esos estudios presentaban a Miguel Ángel Valladares, 1917-1969, alternando con otros trovadores peninsulares como Miguel Ángel Torres, Enrique Campos Girard, Nicolás Urcelay, Rosa María Alán y otros que dejaron huella en la canción romántica de México. Ahí destacó Miguel Ángel Valladares como el crooner de moda, cuando la W de México era el trampolín artístico para sus carreras de cantantes.

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Miguel Ángel Valladares visitó en muchas ocasiones – los sábados por la noche en que se hacían unas tertulias musicales – la casa de mis padres en la Colonia Estrella, cercana a la Villa de Guadalupe. A ellas acudían personajes del momento en las artes y la cultura; al piano estaba Margarita Acosta, Tránsito Conde Alcalá –Tizimileño afinador de pianos y magnífico acompañante – y Ramón Armengould, célebre pianista y compositor de la época; los declamadores Manuel Bernal y Alfonso García Peniche; cantantes y compositores – si no me traiciona la mente – Emma Elena Valdelamar, Rosa María Alán, Avelina Landín, Don Abel Domínguez, sus hijos Ramiro, Serafina y Gustavo, Miguel Ángel Torres, Julio Aldama – el joven del grupo –, Guadalupe Rey, “Wello” Rivas, y otros que fueron consagrados posteriormente como el “Macanudo” Arturo García –Arturo de Córdova . El tiempo se deslizaba en esas descargas musicales. Era yo un niño, pues corría los años finales de los años treinta, pero la personalidad y talento de Valladares eran imprescindibles en esos derroches musicales, por su calidad interpretativa en el piano, la presentación de sus nuevas composiciones y su bien timbrada voz, que era la delicia de la noche en las voces varoniles, y la de María Luisa Landín, con su presencia de gran señora de la canción.

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En Campeche, el Dr. Juan José Casanova – condiscípulo universitario – me llevó a la difusora de su padre, el empresario y trovador Alejandro “Lexo” Casanova, 1914-1985, otro de los inolvidables trovadores campechanos y difusor de la música vernácula a través de la radio que dirigió.

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Estaba por cerrar la participación de “Lexo” Casanova cuando, para cerrar el 2015, saludé a mi amigo y hermano, Carlos “Pupy” Rosel Isaac, y charlamos sobre este escrito de la Trova Campechana. Recordamos a los amigos musicales de Campeche, ya que visitamos esa ciudad amurallada con frecuencia, y me invitó a comer a su casa para escuchar música hecha en esa ciudad. Cerramos el 31 de diciembre ante un exquisito escabeche, demostrando sus artes culinarias; el fondo musical de la sobremesa fue recordar a “Lexo” y familia y, entre el canto de sus cardenales, se impusieron las notas del disco “Entre Amigos”, en un acercamiento musical de tres generaciones de este insigne compositor.

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Este grupo está integrado por el Dr. Juan José Casanova Isaac, hijo de “Lexo”, y el resto de sus integrantes son: Gustavo Ortiz Ávila –bongós; Clemente Marrero Ruz – percusiones; Fernando Sadek Abud – voz prima; Alonzo Cabrera Gómez – guitarra y voz; Sergio Guerra –tenor; José del Carmen Piña “Chico Che” –armónica, un magnífico músico con discapacidad visual; y Juan José Casanova,voz. El grupo incluye obras de Julián Molina, Ramón Bocos Rosado, Alejandro Casanova Brito, Luis Demetrio Traconis Molina, Emilio Pacheco Ojeda, Pedro Mata, Ramón Márquez, Rosendo Ruiz. Este último fue un dilecto amigo cubano; él y su padre fueron y son pilares de la música cubana y trabajamos juntos en tres eventos de la Asociación Nacional de tríos de Cuba, como el Festival Internacional de Tríos “Cantares de América” – bajo la dirección de Israel Martínez Zapata y patrocinados por el Centro Nacional de la Música de Cuba, que en esos momentos dirigía la pianista Alicia Perea. En este compacto hay que escuchar varias veces en especial a  Fernando Sadek cantando “La Panchita” en árabe en su bien timbrada voz. Carlos Rosel es sobrino de José de la Cruz Isaac Seba, más conocido como “Charles” y, por su parentesco también con la familia Casanova Isaac y sus vínculos campechanos familiares y de trabajo, es un acucioso coleccionista de música del antiguo Akimpech. Me obsequió con un casete de música grabada por el “Quinteto Campeche” que dirigió “Lexo” Casanova, en su faceta de dominador del violín, guitarra y acordeón. En este capítulo debo recordar que dos generaciones posteriores a “Lexo” – Juan José Casanova Isaac, Alejandro, Juan y Fernando Casanova Rosado – también siguen la huella del padre y abuelo en los senderos del arte musical y el benjamín de ellos es de talla de músico sinfónico.

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Recordando al “Quinteto Campeche”, de él escuchamos obras de José Luis Amaya Flores; Ernesto Tello Paredes; Fernando Casanova Rosado; de Pepe Narváez; Iván Lanz Vera; Fidel Caro Herrera; de Emilio y Salvador Pacheco, entre otros.

Entre las canciones, en un contenido muy variado por los estilos de los autores, puedo recordar: “Preciosa Mujer”; “Sabes” Amor de Primavera”; “Enamorada”; “Los Sueños de Lorena”; “Linda Tierra Mía”; “Miseria” –uno de los boleros de gran popularidad en México en los años cuarenta en la XEW de México, en la voz y autoría de Miguel Ángel Valladares –, y de Emilio y Salvador Pacheco Ojeda: “Jamás”; “Las Amargas Verdades” y otras.

Gonzalo R. de la Gala (1900-1980), un impulsor de las artes en Campeche e historiador de la trova campechana en su domicilio en la 57 X 10 y 12, en la Plaza Principal, me cobijó en el Estudio de Pintura que estableció su hija Rossana de la Gala y Carlos “el Negro” Heredia, siendo para mí un remanso de solaz trabajo pictórico entre olor a óleo, acrílicos y acuarela. Debo agregar su amor a los deportes, especialmente al béisbol profesional en su estado.

Ricardo Ávila Reyes (1948-2005) hizo música popular y su obra fue grabada por grupos musicales como ”Los Kassino” y “Los Socios del Ritmo”, grupos musicales que alternaron con “Los Aragón”, “Los Babys” y “Carlos Tello y sus Amigos”.

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A Etna Arceo Baranda, 1957, su cantilenismo le ha llevado a componer varias canciones, entre otras: “Libertad”, “Quiero”, “Mi Talismán”.

Fidel Román Caro, 1962, obtuvo con “Siempre” el Primer Lugar de Canto Joven y otra de las que han destacado de su repertorio es “Vuelo de Gaviota”.

Otro de los pilares de la poesía, literatura, música de trova, conjuntado a su trabajo de profesional de la medicina, fue el Doctor Miguel Medina Maldonado. Nació en el barrio de San Francisco en Campeche el 30 de octubre de 1918 –siento no tener la fecha de su fallecimiento –. Me permitió ser su amigo, charlar mucho, escuchar su consejo,  y departir en momentos bohemios, serenateando en el “Campeche Eterno” –como él decía – que sirvió de nombre a su libro de rimas y cantares donde viene su acervo musical con letras y partituras, y parte de su poesía romántica y campechana, ya que amaba su terruño como pocos. Político activo y verticalidad de pensamiento, en época de Carlos “El Negro” Sansores, cuando no había oposición en Campeche, llevó la riendas del ISSSTE y facilitó mi trabajo de la edificación del Hospital Regional del ISSSTE de Campeche. En su consulta siempre me recibió con una sonrisa y una taza de café, ayudándome a la introducción de los diasepóxidos, para sustituir los ataráxicos con los que se trataban las enfermedades psico-somáticas. Su libro “Campeche Eterno” me lo dedicó con estas palabras: “Para Hiram García, competencia, actividad, confío en ti. En merecida estimación. Miguel Medina Maldonado.  Mayo 27 de 1975.”

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Trataré de dar alguna información sobre su obra musical: “Tú Serás Mi Fe”, balada rítmica; “Tengo Dónde Soñar”, balada; “De Alegría se me Inundan los Días”, canción-balada; “Linda Campechana”, canción; “Brinda por tu Dolor”, guajira; “Volvamos a Empezar”, bolero ranchero; “Mi reloj”, balada; “Brinda por tu Dolor”, canción; “Acapulquito”, canción que dedicó a su amigo José Hernández Ravelli; y otras 9 particellas que obran en mí poder. Compañero de serenatas, acompañado por el requinto del Ing. Berzín Gutierrez, el que escribe en la segunda voz y maracas, el Dr. Medina ejercía una tercera inigualable entonando sus propias canciones, siendo la luna campechana testigo del canto al amor en diferentes balcones.

Para concluir este relato sobre los compositores campechanos, señalaré que en los Chenes se dio una confluencia de talentos musicales, como Don Gerónimo Baqueiro Foster, considerado en la primera mitad del siglo anterior como el mejor musicólogo de México y que por amistad con mis padres escribió un artículo sobre mi persona siendo niño – cuando la maestra Guadalupe Rey me presentó en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de las Bellas Artes de México, interpretando cuatro obras de Schumann –, diciendo que “había que cultivarme por mi genio musical y niño prodigio”. Tan solo pasaron cinco años y dejé de ser niño y prodigio, pero seguí mi camino por las artes. También meritorios fueron sus hermanos Benigno Lara Foster “Yum”; su hijo, Augusto “Guty” Lara; la primera mujer flautista en la Banda del Estado de Yucatán, Juanita Lara Foster; Humberto Lara y Lara, y el maestro Manuel Aranda que, junto con Chan Cil, fueron los pioneros de la trova en la península, cuando todo era Yucatán.

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Mención especial merece el compositor José “Pepe” Narváez Márquez (1915-1084) a quien conocí en persona y entablamos una linda amistad. Junto con su hija en la ciudad de México, participamos en el Primer Festival Internacional del Bambuco, patrocinado por la Embajada de Colombia en México, Avianca, Café Colombiano y por México el Instituto Mexicano del Seguro Social, que dirigía la parte cultural Gastón Martínez Matiella, “Los Amigos de la Trova Yucateca” y el Gobierno del estado de Yucatán, con sede en Coyoacán y en Mérida, como subsede, y posteriormente en Colombia en Boyacá , Cali y Ginebra, donde se estrenó mi poema “Colombia Hermana” que aparece en mi libro “Memoria Poética” (2015). En la imagen se aprecia una foto de la inauguración de la “Casa de Cultura José Narváez Márquez”, en la capital campechana.

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He aquí algunas de las canciones que han echado raíces en la trova peninsular, con basta difusión en México y en países como Colombia y Venezuela: “La Novia del Mar”; “Campeche”; “Mérida”; “Ciudad del Carmen”; “Oraciones de Piedra”; “Costeña”; “Las Torres de catedral”; “Chiapas”; “Tabasco”; “Meridanita”; “Irremediablemente”; “Tierra campechana”, entre otras.

Si a “Pepe” Guizar se le consideró el “Pintor Musical de México” por sus canciones: “Ciudad Blanca, “Michoacán”, “Janitzio”, el “Corrido de Monterrey”, etc., entonces es justo considerar  a “Pepe” Narváez como el “Acuarelista de la Canción del Sur”.

En otra ocasión daremos mayor información sobre otros compositores vernáculos campechanos. Después de un viaje próximo a la ciudad amurallada para conocer su archivo en el Museo a los Compositores y Músicos de ese estado hermano.

Alfonso Hiram García Acosta

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