Broken Music, de Gordon Sumner (Sting)

By on agosto 20, 2020

Libros

Con una ceremonia privada en Brasil en la que los selectos asistentes –entre ellos el autor y su esposa Trudie– consumen ayahuasca ceremonialmente es como inicia esta autobiografía de uno de los músicos más influyentes de los últimos 40 años: Gordon Sumner, mejor conocido mundialmente como Sting.

Lo que esa droga libera en Sting se traduce en la narrativa de su vida, azarosa y sumamente interesante, de la que hemos visto jirones convertidos en las letras de sus canciones, siendo tal vez The Soul Cages y The Last Ship los álbumes más reveladores. Este es un libro cuya extensión deseé hubiera sido mayor; contiene rasgos cómicos, otros dramáticos, y momentos muy íntimos, pintando de cuerpo entero a este gran músico.

Encontré Broken Music en Cornwall, la comunidad vecina a Long Sault, en una tienda de artículos de segunda mano. La primera vez que lo tomé en mis manos, no me alcancé a convencer de adquirirlo; vino entonces el inicio de la pandemia que vivimos, y este libro se me quedó en la mente.

Cuando se levantaron las restricciones, y volvió a abrirse la tienda, inmediatamente acudí a ver si seguía allí, y lo adquirí. Resultó ser un ejemplar de la primera edición, del 2003, en pasta dura, una muy bienvenida adquisición para mi creciente biblioteca en este país.

Sting inicia platicándonos sobre música, la que escuchaban sus padres (Ernest y Audrey) cuando él nació, en octubre de 1951, para luego describirnos su árbol genealógico. A lo largo del libro esa vida familiar, junto con las amistades y contactos que va haciendo, se convierten en el hilo conductor del libro, en el lento desarrollo hacia el estrellato. Por cierto, lo de Gordon vino de un tío paterno, considerado un espíritu libre, que se mudó a Australia y del que no volvieron a saber.

El título del libro, Broken Music (música descompuesta), proviene de lo que su muy religiosa abuelita paterna Agnes –la misma de St. Agnes and the Burning Train, en The Soul Cages, una figura que influyó mucho en él, al alentarlo a leer y a estudiar música– le dijo cuando Sting se sentó a aporrear las teclas del piano que había en casa de ella: “¿Podrías interpretar algo mejor que esa…música descompuesta?

Sting encontró ese instrumento, y las notas que emitía, como el medio perfecto para desahogar todo lo negativo que le hacía sentir la vida de sus padres, secos, distanciados, infieles (uno de ellos, y no Ernest), prefiriendo estar con sus abuelos, luego en la escuela, y luego en cualquier lado menos en su casa, evitando acompañar a su amargado padre, a quien Audrey abandonó por otro.

Es en la música en donde encuentra un escape a su melancolía, viviendo además su adolescencia en pleno auge de la carrera de los Fab Four, cuya música influye enormemente en el joven Gordon, además de su continua asistencia con su novia juvenil a conciertos de estrellas y grupos que despegaban como Jimi Hendrix, Rod Stewart y Fleetwood Mac.

Como muchos, la guitarra fue el instrumento que eligió aprender inicialmente. Una noche, en una tocada escolar, uno de sus mejores amigos le pidió que lo cubriera tocando el bajo. Sting había ensayado con él muchas veces, había observado lo que debía hacerse, así que aceptó la encomienda. La experiencia fue catártica: “Este instrumento es la base de todas las armonías… su discreción se acoplaría mucho mejor con mi personalidad”. Así inició su enamoramiento con el bajo.

Honesto y lleno de detalles, en su libro Sting confiesa, por ejemplo, que el sexo entró en su vida desde muy temprana edad, agobiándolo los complejos de culpa fomentados por el ambiente religioso en que creció. Las consecuencias y las costumbres del medio fueron los elementos que amenazaron abortar su carrera musical, teniendo que alimentar a su familia con trabajos “serios” como maestro, ciertamente no a través de su trabajo como músico de fin de semana.

Tenía un suéter amarillo con rayas horizontales, y uno de sus compañeros de The Phoenix Jazzmen (del que fue integrante desde los 21 años), la banda de fines de semana con la que interpretaba música “convencional” y jazz, comenzó a dirigirse a él como Sting, en referencia a las abejas y a lo que parecía usando ese atuendo, y todo el grupo siguió la corriente. Resignado, aceptó y adoptó el sobrenombre.

The Newcastle Big Band, Last Exit (donde adquirió la responsabilidad adicional de cantar), le ayudaron a balancear el presupuesto, y a prepararlo para su futuro musical.

En los últimos capítulos nos relata su encuentro con unos hermanos norteamericanos, los Copeland; el más joven de ellos, Stewart, tocaba la batería como poseído. Deciden iniciar una banda, aprovechando la ola que el punk y los ritmos jamaiquinos habían levantado, arreglando algunas canciones que Sting había escrito con Last Exit, pero los acompaña un guitarrista con el que ninguno de los dos estaba contento. A él le toca la ingrata tarea de darle las gracias, y entonces contratan a Andy Summers.

Cuando se da el viaje inicial a Estados Unidos de The Police, Sting tiene ya 27 años. La fama mundial finalmente toca a su puerta…

Cierra el libro contándonos el fallecimiento de sus padres: primero Audrey, seguida poco después de Ernest, y cerrando el círculo con la conclusión de su experiencia en Brasil. No había llorado la partida de sus padres, habiendo bloqueado sus sentimientos. La ayahuasca le permitió entonces desahogarse, llorarlos como nunca se imaginó, al mismo tiempo inspirándolo a contarnos sobre su música descompuesta.

Decía inicialmente que la extensión de Broken Music no fue de mi agrado, queriendo decir con esto que la vida de Gordon Sumner es igual de interesante que la de Sting. Habiendo compartido y conocido tanto del primero, me hubiera gustado continuar leyendo sobre el segundo.

En conclusión, ya conocía la habilidad de Sting de contar historias, inicialmente seguí su carrera con The Police, y la he continuado siguiendo desde que dio el salto a su carrera de solista con The Dream of the Blue Turtles, en 1985. En muchas de esas canciones hay algún elemento biográfico que ahora pude comprender.

Con Broken Music pude apreciar al hombre detrás del mito y, ante mi sorpresa, me encontré con un ser humano falible, con una historia cautivante, un gran ejemplo de dedicación y perseverancia en la consecución de los sueños. Gracias por todos estos años de música y fantasía, Gordon. Que sean muchos más.

S. Alvarado D.

sergio.alvarado.diaz@hotmail.com

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