Boletín de la Escuela de Ciencias Antropológicas de la Universidad de Yucatán – IV

By on noviembre 5, 2020

IV

LA TEMPORADA DE 1985

Continuación…

Entierros. En el transcurso de las excavaciones se encontraron 9 entierros que contenían los restos de 15 individuos. Dichos vestigios consisten en partes de esqueletos y de varios semicompletos, e incluyen varios cientos de huesos. Se recuperó la mayor parte de los restos de seis individuos; en siete casos se encontraron únicamente los cráneos y/o huesos largos; en los dos casos restantes los esqueletos no fueron removidos debidamente a limitaciones de tiempo (extraerlos significaba ampliar el área de excavación, lo que hubiera afectado seriamente el programa y reducido la muestra total). Los materiales óseos están siendo tratados para su conservación en los laboratorios del Centro Regional de Yucatán. Futuras excavaciones prometen obtener una gran muestra de restos óseos de diferentes períodos. El hallazgo más informativo de la temporada fue un entierro colectivo compuesto de cuatro individuos asociados a tres vasijas Tohil Plumbate y dos Naranja Fina Silho completas, un incensario Posclásico Temprano, una mano y un metate de basalto, tres collares (un total de 61 cuentas de spondylus, una de jade y cuatro cuentas de obsidiana verde) y algunos otros artefactos. En base a los restos de carbón asociados al entierro se obtuvo la fecha calibrada de radiocarbono de 1075 d.C. (Betra Analytic 14803).

Aunque las muestras de las excavaciones y de los entierros es pequeña, nos puede servir de base para calcular el número aproximado de entierros que contiene la isla. Tomando en consideración el porcentaje de la superficie de la isla excavada y el número de restos humanos encontrados, se puede proyectar que existen entre 1,000 y 3,000 entierros en la isla. En pocas palabras, las excavaciones que se realicen en el futuro aportarán entierros de una manera regular por lo que están siendo planeadas tomando en cuenta esta situación.

Arquitectura y Patrones de Asentamiento. El mapa de la isla incluye, tomando en cuenta los elementos añadidos al mapa durante 1985, poco más de 30 estructuras cuyos vestigios se encuentran en superficie, aunque hay indicios de la existencia de construcciones de muy poca altura completamente enterradas. A pesar de que una gran cantidad de piedras ja sido removida del sitio desde el siglo pasado, es posible reconocer varios tipos principales de estructuras en base a sus formas y dimensiones, así como los rasgos arquitectónicos asociados observados por medio de los reconocimientos y los pozos de prueba.

Los restos más voluminosos corresponden a cuatro montículos pequeños, posiblemente de forma piramidal, cuyas alturas varían de tres a cinco metros y ocupan una superficie promedio de unos 500 m2. Pudieron ser estructuras cívico-religiosas y/o residencias de alto estatus. Las construcciones que le siguen en tamaño son cinco plataformas rectangulares de 1 a 2 metros de altura que ocupan una superficie entre 250 y 525 m2; sirvieron de basamento a estructuras con muros de piedra además de pilastras y columnas. Al menos dos de ellas tuvieron techo plano de mampostería. Parecen haber sido residencias de alto estatus. Las construcciones más numerosas son basamentos rectangulares que en su mayoría parecen haber funcionado como unidades domésticas individuales.

La mayoría de los montículos y las plataformas, es decir, las estructuras principales, se encuentran formando agrupaciones alrededor de plazas en la parte central y norte de la isla. El grupo principal está compuesto por las construcciones más grandes en relación con superficie y volumen; definen claramente una plaza con una estructura menor aproximadamente al centro de ella. El extremo sur de la isla es una gran explanada con algunas estructuras. Los resultados preliminares del programa de poceo aunadas a una fecha calibrada de radiocarbón correspondiente a 903 d.C. sugieren que esta planicie es en gran medida una terraza construida con el propósito de incrementar la superficie de la isla durante el período Clásico Terminal/Postclásico Temprano. Esta ampliación artificial de la superficie de la isla no tiene paralelo en el área maya, pero es semejante a la “construcción de islas” que realizan los indios Cuna de San Blas, Panamá, en la época actual (Gillón, 1984).

Cambios en el nivel del Mar. Un patrón bastante interesante que se reconoció con los datos producto de las excavaciones fue el contexto de los vestigios del Formativo Tardío. La mayoría de los depósitos de este período se localizaron debajo del nivel actual del mar; dichos materiales fueron recuperados con capas y con todo y agua localizadas entre el promedio de unos 60 cm de profundidad. Esto parece sugerir que el nivel del mar en la costa norte durante el Formativo Tardío fue un poco más bajo que el actual.

Facilidades portuarias. Los elementos constructivos más evidentes son los relacionados con facilidades portuarias. A lo largo de toda la orilla de la isla en sus lados oeste, norte y este, se encuentran alineaciones de piedras y rellenos constructivos. Estos elementos son los vestigios de terrazas, muelles y embarcaderos elaborados con un doble propósito: ganarle tierra al mar y proveer de facilidades para las operaciones relacionadas con las embarcaciones. Actualmente, la mayoría de las piedras han sido removidas y el mar ha recuperado gran parte del terreno perdido; la mayor parte de los rasgos que han perdurado quedan sumergidos durante la marea alta.

La construcción más sobresaliente es el muro o dique marino de 330 metros de largo construido a unos 80 metros de la orilla sur de la isla, siguiendo su contorno de tal manera que conforma un área de abrigo (Fig. 3). Aunque sus piedras componentes también han sido en gran medida removidas, aún se encuentran piedras de la base en toda su extensión, incluso algunas secciones son visibles durante la marea baja. Fue construido con muros de contención formados por grandes lajas de piedra colocadas verticalmente y rellenando el espacio interior con piedras boludas de menor tamaño. El ancho del muro marino varía entre 2 y 5 metros; la explicación más probable de esta aparente irregularidad es que es consecuencia, al menos en gran parte, de la erosión y el saqueo de las piedras. Se desconoce la altura que debió tener originalmente esta construcción, aunque podemos suponer que rebasaba el nivel de la marea alta; esto significa que, de acuerdo al nivel observado durante 1985, debió tener al menos 1.80 metros de alto. En la actualidad los restos del muro no rebasan el metro de altura respecto al fondo del mar.

El muro tenía dos, o tal vez tres aperturas, la cuales debieron funcionar como accesos. la entrada principal, situada en la parte central del muro, tiene a sus flancos los restos de dos plataformas que pudieron soportar incrustaciones de materiales perecederos (¿torres?). Otro acceso es claramente visible del lado este de la entrada principal y posiblemente un tercero se encuentra del lado oeste. Aunque el muro es difícil de reconocer desde la isla, ofrece una vista excelente desde el aire. Su forma y ubicación deja pocas dudas respecto a su función como medio para lograr un área de abrigo protegida de los vientos dominantes para facilitar las operaciones y servir de refugio durante las tormentas a las embarcaciones prehispánicas.

Todavía no ha sido posible fijar con certeza la fecha en la cual se construyó tanto el muro marino como las demás construcciones en las orillas de la isla; probablemente se realizaron durante el Clásico Terminal/Postclásico Temprano, puesto que no se encontraron evidencias de ocupación o de construcción durante el Postclásico Tardío o períodos posteriores al contacto. El abrigo artificial es una construcción muy especializada, posiblemente en el área maya; es también un indicador excepcional de la importancia que tuvieron las actividades marítimas para los habitantes de Isla Cerritos.

Actividades comerciales. Entre los materiales recuperados durante las temporadas de 1984 y 1985 en Isla Cerritos se encuentra cierta cantidad de bienes, las Tierras Altas de Guatemala y Centro América. Algunas de las piezas provienen de fuentes localizadas a más de 1,200 km de distancia (en línea recta; la distancia viajando por tierra es mucho mayor). Los materiales alóctonos son principalmente cerámicas de la costa del Golfo y del Caribe, de la región Central del área maya y de los altos de Guatemala, obsidiana del centro de México y posiblemente de los altos de Guatemala, piedras verdes de los Altos de Guatemala y basalto ya sea de Veracruz o de Belice. Algunos otros artefactos que aún es necesario identificar plenamente debieron provenir de las regiones mencionadas o posiblemente de lugares más distantes.

Aunque el número total de bienes comerciales es relativamente pequeño, debido a las limitaciones de la muestra obtenida, las cantidades de algunos ítems son bastante altas cuando se comparan con las colecciones obtenidas en otros sitios de la península. Entre ellos se encuentran tres vasijas Tohil Plumbate procedente de Guatemala, 29 artefactos de basalto y fragmentos de obsidiana de color verde que seguramente proceden de Hidalgo, en el Altiplano Central 34 fragmentos de obsidiana gris/negra recuperados en contextos fechados en base a la cerámica, están siendo analizados para conocer su procedencia: un reporte preliminar del laboratorio indica que la obsidiana proviene de las tierras altas del centro de México (Veracruz, Puebla y Michoacán) y Guatemala (El Chayal e Ixtepeque).

Los análisis de contexto y cronológico de los bienes de intercambio se encuentran en proceso; sin embargo, parece obvio que la mayor parte del material se localizó en niveles correspondientes al período Clásico Terminal/Postclásico Temprano, cuando Isla Cerritos fue casi seguramente el puerto de entrada de una gran cantidad de bienes comerciales dirigidos hacia Chichén Itzá; todo indica que Isla Cerritos fue un sitio clave para las extensas redes de intercambio Itzá, las cuales abarcaron el centro de México y América Central.

Continuará la próxima semana…

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