Bob Dylan, Premio Nobel de Literatura 2016

By on octubre 13, 2016

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Bob Dylan, Premio Nobel de Literatura 2016

“Por haber creado nuevas expresiones poéticas dentro de la tradición de la gran canción Americana”, reza el laudo con el que la Svenska Akademien premió esta mañana de jueves 13 de octubre al cantautor norteamericano – originario de Duluth, Minnesota – Robert Allen Zimmerman, que en hebreo se llama “Shabtai Zisl ben Avraham”, con el Premio Nobel de Literatura 2016.

Estoy seguro de que muchos puristas cuestionarán los méritos de Dylan para recibir este reconocimiento, e incluso se rasgarán las vestiduras indicando que los criterios de la Academia Sueca han sido tergiversados para entregar este premio a alguien que “tan solo” es un cantante con algunas canciones famosas, en vez de alguien con un pesado currículo de palabras encima de sus espaldas.

Y he ahí precisamente el punto en el que me voy a centrar para aplaudir la decisión de la Academia: esta es la primera ocasión en que se reconoce la valía poética de una letra musical, contra los versos, crónicas, prosas, y otras manifestaciones literarias de los anteriores ganadores. Eso, a mi juicio, viene a abrir una nueva gama de posibilidades para reconocer la influencia que las letras de una canción pueden tener sobre nosotros.

La poesía tiene muchas diferentes maneras de manifestarse en nuestras vidas. Un texto puede movernos y llenarnos de emoción, siendo acaso esa la intención primordial de sus autores: generar emociones en sus lectores, compartirles un poco de las maravillas que guarda una persona – en este caso, el autor – a través de las palabras. Muchas veces en esas rimas encontramos un ritmo que nos subyuga y embelesa, que nos transporta al punto desde el cual el autor escribió esas líneas. Las palabras nos hermanan.

Ahora bien, ¿acaso una canción no actúa sobre nosotros de la misma manera? ¿Acaso en una canción la música tiene precedencia sobre la letra? Me parece que no es así. Por el contrario, el mensaje se encuentra en la letra de las canciones, porque las notas musicales – por excelsas y magníficas que fueran – pierden lustre cuando las letras que las acompañan resultan vacías, vanas. Las verdaderas genialidades en la historia de la música se dan cuando a un imponente texto se le agrega música que resalte sus cualidades.

Bob Dylan tiene el mérito de haber trascendido de ser inicialmente un cantante folk de canciones de protesta a un artista cuyas letras siempre han invitado a pensar. Visto así, su mérito viene del hecho de que la extensión de sus textos está limitada al medio en el que se grabe su música, por lo que cada una de sus canciones nos deja un mensaje musicalizado, si es que quisiera verse así, y además cumpliendo el viejo adagio que no deberíamos jamás perder de vista: lo bueno, si es breve, es dos veces bueno.

Robbie Robertson, Bob Dylan, Rick Danko, Richard Manuel y Levon Helm.

Robbie Robertson, Bob Dylan, Rick Danko, Richard Manuel y Levon Helm.

Al enterarme de que Dylan había ganado este premio, automáticamente pensé en The Band, en Levon Helm, en Richard Manuel, en Rick Danko, en Robbie Robertson, y en el bonachón Garth Hudson, los compañeros de Dylan cuando decidió dejar de ser un cantante folk, abriéndose a su etapa “eléctrica”, sus hermanos de aventura, la roca sobre la cual Bob Dylan se apoyó para forjar esta historia que hoy es reconocida de esta manera.

En algún lugar Levon, Richard y Rick están brindando por su amigo…

Como brindamos muchos hoy por él…

Por ellos.

¡Felicidades, Bob Dylan!

Gerardo Saviola

gerardo.saviola@gmail.com

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