Bardo y tribuno

By on septiembre 5, 2019

José Juan Cervera

La potencia lírica de Salvador Díaz Mirón persiste en el tiempo mientras el nombre de muchos de sus coetáneos se ha disipado lastimosamente. Los atributos de su poesía y la popularidad que ésta le granjeó constituyen la clave de tal permanencia. Es así como el escritor veracruzano sigue siendo objeto de estudios y homenajes que despejan el camino para atraer nuevos lectores a su obra.

El reconocido investigador Manuel Sol, que con ingente esfuerzo ha contribuido a dignificar la historia de la literatura mexicana, preparó un libro que recoge una selección poética de Díaz Mirón a la cual añade varias muestras de su prosa periodística y parlamentaria, siempre cercana a la fuente de sus hallazgos creativos. Debe recordarse que el doctor Sol inauguró la colección Clásicos Mexicanos en 1987 con la edición crítica de Lascas, del literato y tribuno veracruzano, la cual se reeditó en 2005; este poemario, que apareció originalmente en 1901, es el único que como tal publicó su autor.

El volumen que lleva como título el nombre de Salvador Díaz Mirón vio la luz en 2018 con el sello del Instituto Veracruzano de la Cultura. Además de las secciones ya mencionadas, su contenido se enriquece con ejemplos del trabajo del propio Díaz Mirón como traductor de Víctor Hugo y de Carducci, y con traducciones de poemas suyos al inglés y al francés. Incluye también varios ensayos con que estudiosos de distintas épocas se ocupan de examinar su obra. El acierto de conjuntarlos permite apreciar sus coincidencias y discrepancias, las que ayudan a discernir su objeto de análisis.

Puede encontrarse así la carta que Manuel José Othón dirige a Juan B. Delgado en 1901, en la que destaca los valores que concurren en los versos de Lascas y reflexiona acerca de su proximidad con el naturalismo, discutiendo su parentesco con el movimiento literario modernista. Figuran igualmente las apreciaciones de Genaro Fernández MacGregor acerca de los componentes amatorios en la lírica de Díaz Mirón, con especial atención a sus “criaturas femeninas”, entre ellas las que son “esclavas de sus sentidos”.

Se hallan también las agudas observaciones de Jorge Cuesta en torno a la presencia del elemento anecdótico en los poemas de Díaz Mirón, y la desconexión que advierte entre la forma y el fondo de algunos de ellos; los extractos ensayísticos de Octavio Paz en que elogia la constitución diamantina de los versos del ilustre veracruzano; las palabras con que Alfonso Méndez Plancarte exalta su talento de artífice, y las de José Almoina, que aplica su juicio erudito para refutar asertos de otros críticos.

Los textos de José Emilio Pacheco y de José Pascual Buxó también cumplen un papel relevante, uno con su espíritu didáctico y su voluntad de síntesis, y el otro con sus anotaciones acerca del cruce de tendencias estéticas en la obra de Díaz Mirón. Todos ellos, con el estudio introductorio de Manuel Sol, ofrecen un sólido fundamento para aquilatar algunas ideas convencionales que rondan la producción poética de este autor, como la que suele delimitarla en tres etapas sucesivas.

Aun en sus escritos que no pasaron por los moldes de la versificación, Díaz Mirón dejó ver la plasticidad y la elegancia de sus frases, e incluso los postulados que lo guiaron al apreciar las cadencias de otras voces, como en el proemio de un libro de Adalberto A. Esteva: “Sinceridad en las trovas importa siempre honradez e incentivo, y a veces mérito y firmeza: los metros arrancados de muy adentro, que con fidelidad traducen particulares latidos de fibras íntimas, suelen valer y durar: ni el sol que reseca y desmigaja, ni la lluvia que reblandece y barre, ni el viento que cargado de polvo lija, deteriorarían fácilmente la parrilla del Escorial, si el granito que sirvió para construirla procediera de profundas excavaciones y no de superficiales palmos.”

Así como la exuberante lira del cantor evocado tocó la sensibilidad de muchos lectores en el continente y fuera de él, en Yucatán ejerció una intensa seducción, como lo demuestran sus versos reproducidos en periódicos como Pimienta y Mostaza, El Eco Literario, Yucatán Ilustrado y El Juguete de las Olas. Se hizo admirar también de varios poetas nativos de este suelo (José Inés Novelo, Ricardo Mimenza Castillo, José Rueda Ontiveros, Ricardo López Méndez), quienes le dedicaron poemas o lo siguieron parcialmente de modelo. En vestidura y sustancia, sus acentos vibran con energía mientras los siglos atestiguan desapariciones y ocasos, abandonos paulatinos y aniquilamientos simbólicos.

Manuel Sol. Salvador Díaz Mirón. Veracruz, Instituto Veracruzano de la Cultura, 2018. Colección Veracruz Universal. 454 pp.

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