Apuntaciones para la Estadística de Yucatán del Año de 1814

By on enero 19, 2017

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Apuntaciones para la Estadística de Yucatán del Año de 1814

INTRODUCCIÓN

Yucatán, desde los tiempos de la Colonia, se preocupó de sus problemas vitales. Provincia aislada en América, sui generis en todos conceptos, tuvo que aprender a adaptarse a su propio medio y al medio exterior. Dentro, hubo de conocer sus recursos y cómo aprovecharlos; fuera, hubo de saber proyectarse y, además, aprovechar lo que pudo serle útil.

Existe una interesantísima bibliografía de estudios sobre la economía de Yucatán, de los cuales se conocen aquellos que fueron impresos a partir de 1811. De este año es la “Memoria Instructiva sobre el Comercio General de la Provincia de Yucatán y Particular del Puerto de Campeche, formada por el Sr. D. Pedro Manuel Regil, Diputado electo para las Cortes Ordinarias por dicha Provincia”, publicada por D. Ángel Alonso y Pantiga, “Diputado de las Actuales Cortes y Cura Territorial y Castrence de la Parroquia de Campeche”, e impresa en Madrid el año de 1814.

Ese mismo año de 1814, tres después de escrita la Memoria Instructiva por D. Pedro Manuel Regil quien, por otra parte, se asesoró de los señores Juan Morales Zamora, Juan Francisco Roma y Fernando Gutiérrez, otra comisión compuesta por los señores Canónigo D. José Ma. de Calzadilla, D. Policarpo Antonio de Echánove, Tesorero de la Real Hacienda, D. Pedro Bolio Torresillas, Contador de la Real Hacienda y D. José Miguel Zuaznávar, comerciante, redactó las “Apuntaciones para la Estadística de la Provincia de Yucatán”, que había permanecido inédita hasta el año de 1871 que las imprimió en Mérida de Yucatán D. José D. Espinosa e Hijos  y, nuevamente ahora en el presente folleto, por el Gobierno presidido por el Dr. Francisco Luna Kan.

Ya establecida la República, la Sociedad de Geografía y Estadística publicó el ensayo “Estadística de Yucatán” escrito por el Lic. D. José Ma. Regil que fue revisado por D. Alonso Manuel Peón a fines de 1852. D. Alonso Manuel en enero de 1853 la puso en manos de D. Joaquín García Rejón, miembro de la mencionada Sociedad, para que fuese impresa. De todos modos, este trabajo, terminado en agosto de 1852, fue obra de ambos: José Ma. Regil y Alonso Manuel Peón de la ciudad de Campeche. Varios otros informes han seguido hasta la fecha.

Las tres obras mencionadas anteriormente fueron reproducidas anónimamente y sin fecha ni pie de imprenta en un raro volumen, al parecer impreso a principios de este siglo.

Cotejando la edición de Espinosa del “Cuadro Estadístico” con la edición incluida en el volumen anónimo mencionado, del que ocupa las páginas 40 a 88, se notan algunas variantes, unas por descuido, otras por cambio de terminología y otras por omisión, aunque en lo general el contenido sustancial es el mismo. Por ejemplo, la edición que llamamos anónima no incluye el primer párrafo del texto que se inicia con el título de “Parte Geográfica”, título que tampoco está incluido en esa edición. Este párrafo se refiere al descubrimiento de Yucatán por Francisco Hernández de Córdoba. En cambio, la edición de Espinosa, o sea la primera, carece de la numeración de los párrafos que sí incluye la anónima o segunda edición; estos párrafos suman 118.

Otra notable diferencia está en el orden que siguen los capítulos, que ha sido cambiado y aun algunos títulos han sido modificados pero, como decimos antes, sustancialmente el contenido es el mismo.

Por último, la segunda edición cambió también el título de la obra: el título original es el que lleva la presente edición: “Apuntaciones para la Estadística de la Provincia de Yucatán, que formaron, de Orden Superior en 20 de Marzo de 1814, los señores Calzadilla, Echánove, Bolio y Zuaznávar, Obra Inédita”, mientras que la segunda, que llamamos anónima, fue titulada “Cuadro Estadístico de Yucatán en 1814. Manuscrito inédito del Sr. D. Policarpo Antonio de Echánove, Ministro que fue de Real Hacienda de esta Provincia”.

El estudio de estos documentos nos muestra el proceso que ha seguido la evolución socio-económica que ha sufrido Yucatán. Desde 1811 preocupa al Sr. Manuel Regil y colaboradores el porvenir de los recursos económicos. Algunos ya explotados como la pesca, la industria de la curtiembre y de la carne que se exportaba ya a Cuba, del tabaco del cual hay quejas porque, siendo un producto natural y espontáneo en Yucatán, el monopolio del Estado prohibía su explotación, haciendo esto encarecer el producto oficial y favorecer el contrabando. Y sobre todo del henequén, que aún no se explotaba sistemáticamente, el algodón, la sal, el añil, la cera, el palo de tinte, etc.

Pedro Manuel Regil, en 1811, se queja con estas palabras: “El añil que espontáneamente produce la naturaleza yace sin aprecio, y por esta razón sin demanda, porque el procedimiento que en Guatemala, por ejemplo, prepara, divide, clasifica, y da el respectivo valor a esta sustancia, es desconocido y confunde en un solo resultado sus diferentes productos. La carne salada, o sea tasajo, que por la inmediación a la Habana, y el gran consumo que de él hace aquella isla, pudiera ser para esta provincia un artículo de constante exportación y de continuo fomento para sus haciendas, es el más vilipendiado porque, ignorando el ganadero el modo de combinar la causticidad de la sal con la sustancia animal, la carga de una salmuera tan activa que en lugar de servir solo a conservarla sin corrupción y con frescura, la desustancia en breve tiempo y reduce a polvo. El curtiembre que ha sido un artículo del mayor interés para Yucatán por el considerable consumo de zuela y otros cueros que hacían la isla de Cuba y las Canarias, han venido a grande, y vendrá a mayor decadencia porque, ignorándose las preparaciones químicas que abrevian la operación y el beneficio, y el modo de combinar la acción de la cal y ácidos de que se sirven, con el tiempo necesario para que limpien las pieles, extraiga la substancia gelatinosa que pervierte su uso, y las haga más gruesas y compactas, que es el objeto de curtido, o las deja crudas, interiormente esponjadas, y de menos duración en el uso, o las deslustra, pudre y deja sin estimación, resultando de aquí la preferencia que en aquellos mercados dan a las zuelas extranjeras. El robalo y otros productos de pesca, cuyo consumo mengua por la brevedad con que precaverse, excitando con premios y enseñanza el interés del pescador a su mejor beneficio. Las salinas, cuya abundancia natural es tan grande como precaria su propiedad, y perjudicial la intervención del gobierno en su administración, piden un sistema que afianzando la una, y excluyendo la otra, anime el interés del propietario, proteja con equidad la recompensa del vejado jornalero y favorezca la multiplicación y libertad de sus productos. El henequén, en fin, cuyos diversos artefactos pudieran multiplicarse, la cera de la Habana, cuyas benéficas abejas, según los últimos ensayos, pudieran con atenta observación establecer, y otra multitud de producciones que el país no resiste, naturalizarse si un cuerpo patriótico e ilustrado dirigiese y costease los ensayos, difundiendo la instrucción que es necesaria a su respectiva cultura. Nótese como en esta época ya se señalaba la necesidad de la introducción de la abeja Apis que ya existía en Cuba y que hoy constituye uno de los renglones más importantes de nuestra economía.

Policarpo Antonio de Echánove, por su parte, hace un estudio más acucioso de las condiciones que prevalecen en Yucatán en los días que ya se había iniciado la guerra de la Independencia en el “Imperio Mexicano” y estaba en vigor la Constitución de Cádiz.

Con mayor vehemencia preconiza el futuro del henequén al señalar: “Yucatán será el proveedor exclusivo de la Marina Nacional y extranjera, no hay mina de oro, plata y piedras preciosas de semejante utilidad, porque se dilata en beneficio de las infinitas manos que pueda entretener su labor; y pues parece que la Providencia considerando los pocos estímulos ambiciosos del indio para los trabajos asiduos, ha querido proporcionarle en su suelo las facilidades de este fruto preciosísimo por tantas circunstancias; aprovéchense sus manos como únicos operarios de la Providencia.”

Al hacer el retrato del “indio”, a pesar de enmarañarse en los conceptos comunes de su época, ignorante ésta de su personalidad, producto de siglos de adaptación a un medio que incluía siempre un conquistador fuese Teotihuacano, Tulense, Mexica o europeo, lo creía perezoso, sin ambiciones, sin interés en el progreso; D. Policarpo, sin embargo, acaba por excitar al Gobierno a que lo estudie y ayude: “En Yucatán debe ser el preferente estudio del Gobierno. La verdadera riqueza es la población, y ya hemos probado que, de las cuatro partes de Yucatán, cómo las tres son del indio, agente principal de las ocupaciones de campo y de taller, precisa por tanto contar con él: hasta ahora ha sido llevado al trabajo por un servicio obligatorio. Nuestro Augusto Congreso sabiamente ha derogado leyes tan ofensivas a la libertad del hombre…”

“Desplieguen pues sobre este indio sus observaciones y sus providencias los cuerpos autorizados que dirigen la República, llenando las miras del alto Gobierno en el espíritu de sus oraciones… Su escala la tenemos en proporcionarle escuelas de primeras letras, y a esto se contrae el artículo 25 de la Constitución, despojando de los derechos de ciudadano español que ignore leer y escribir el venidero año de 1830… Las escuelas fueron el primer impulso con que Pedro el Grande cambió la Nación Moscovita de la ferocidad a la humanidad y a la cultura. Nuestra providencia se halla falta de semejantes preciosos rudimentos, teniéndolos apenas esta capital y Campeche.”

Inmediatamente después de lo anterior, que muestra conceptos tan raros en aquellos tiempos en favor de las clases populares, “indios” entonces, nuestro autor y sus socios se quejan del estado de la educación en la entonces villa de Valladolid de Yucatán: “Hoy mismo la Villa de Valladolid, población tercera en el orden por su Centro, y de toda la consideración por la clase distinguida de sus habitantes, se puede decir que carece de un Maestro de primeras letras; pues, sin estipendio que le proporcione subsistencia, las dirige un anciano que se puede decir que ignora lo que quiere “enseñar”. Afortunadamente, de entonces acá la situación ha ido cambiando y el pueblo entero, sin distinción de clases, color o credo, tiene las mismas oportunidades para su educación en las numerosas escuelas, ya no sólo de primeras letras, que cubren nuestro Territorio Nacional.

La edición de esta obra nos da la oportunidad, como dije antes, de conocer el proceso de nuestra evolución socio-económica.

Alfredo Barrera Vásquez

Continuará la próxima semana…

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