In Memoriam
Cuando escuché por primera vez a Yes, por allá de 1981, maravillándome ante la peculiar voz de Jon Anderson cuando mi muy admirado y apreciado Pepe Quintal puso en la tornamesa I’ve Seen All Good People, de The Yes Album, en ese momento, después de asomarme a los créditos del álbum, registré mentalmente como baterista de esa banda a Bill Bruford.
Sobra decir que me encantó ese primer disco. Cualquiera pensaría que en ese momento nació mi afición por este gran grupo de música progresiva con longeva trayectoria musical, con derivaciones artísticas igual de famosas, con rutilantes intérpretes, todos grandes maestros.
No fue así.
Con la gratísima novedad que me resultó The Yes Album, cortesía de mis cuates del Colegio Americano, poco después escuché los álbumes Going For The One y Tormato. Ninguno me gustó, con lo cual archivé como una grata ocurrencia al grupo.
Ah, pero entonces Yes lanzó 90125, Owner Of A Lonely Heart se convirtió en un mega éxito, y el disco, con todas sus canciones, de repente me hizo leal seguidor de la banda, ahora comandada por Trevor Rabin y Jon Anderson.
En la inmensa cantidad de tiempo que pasé escuchando el álbum 90125, memorizando las letras, paladeando las melodías, también tuve tiempo de grabarme el nombre del resto de los integrantes, entre ellos el del recientemente fallecido Alan White, quien reemplazó a Bruford a partir de 1973, justo después de Close To The Edge, teniendo que aprenderse todas las canciones de Yes en tres días, y se quedó para siempre en la banda.
Siempre me han cautivado los polirritmos, el ritmo proveniente de las percusiones; ya había abrevado para entonces en las aguas del legendario e inolvidable Profesor Neil Peart, convirtiéndose en el punto de comparación de todos los bateristas que he escuchado después de él.
Cuando analicé el trabajo de Alan White en ese disco, bajo esta óptica, me pareció bueno, mas no espectacular. Menosprecié hasta cierto punto su gran trabajo en ese 90125, tan bueno que el álbum fue multipremiado. Juzguen ustedes con esta pieza instrumental llamada Cinema.
Mi reencontrado gusto por Yes me hizo seguirlos hasta ahora, cuatro décadas después, ocupando el álbum Talk (1984) un muy especial lugar en mis recuerdos, al acompañarme en los momentos más amargos que he vivido. Alan White y el resto de la banda han vivido conmigo desde esos días, desarrollando mi gusto por sus interpretaciones, incluso aquellas en esos dos discos que inicialmente no me terminaron de convencer.
Al fallecer Alan, las múltiples elegías escritas a su memoria me terminaron de educar, haciéndome apreciar aún más el trabajo del artista e intérprete que perdimos hace una semana:
- ese músico que en 1969 acompañó a John Lennon en su aventura en la naciente Plastic Ono Band siendo su baterista;
- ese baterista que, desde 1972 y hasta su fallecimiento, se mantuvo firme entre tantos cambios de integrantes en Yes, el único miembro “permanente”, junto a su querido amigo Chris Squire –también fallecido hace unos años–, encargándose no solo de las percusiones sino también escribiendo algunas letras de canciones;
- ese músico que acompañó muchos proyectos de otros famosos artistas que todos consideramos como legendarios, entre ellos George Harrison, Steve Winwood, Denny Laine, Ginger Baker, Geoff Downes, Joe Cocker y Tony Levin.
Al leer sobre su admirable trayectoria musical, comprendí entonces que Alan White fue uno de esos bateristas que nunca buscó ser un protagonista o que intentó que sus interpretaciones nos cautivaran o impresionaran.
Me quedó claro que toda su vida demostró cuán capaz era de llevar el conteo y el tiempo a tantos artistas, en tantas canciones, con tantos ritmos, siendo versátil, discreto, leal, buen amigo y compañero de tantos genios musicales.
Me quedó claro que, en cierto modo, que esos genios lo buscaran para que los acompañara lo elevó a la categoría de genio también. Este es el testamento de un gran artista, algo que algunos ahora apreciamos con mucha más claridad.
Gracias, Alan White, por acompañarme durante todo este tiempo, por brindarme tanto sentimiento a través de la música, por tantos recuerdos que me dejas.
Descansa en paz, Maestro…
S. Alvarado D.