Agujero Negro, de Marcia Bartusiak

By on abril 12, 2018

Libros

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Debido al reto lanzado por el muy apreciado director universal de Xook, don Isaías “Spielberg” Solís, de leer un libro de ciencia (luego veleteó y agregó la ciencia ficción, y allá sí llevo varios años de lecturas) durante marzo, y puesto que libros de ciencia no abundan en mi biblioteca, me hizo llegar amablemente un ejemplar de Agujero Negro, La evolución de una idea, amplia y detalladamente explicado por la periodista y maestra en física Marcia Bartusiak, y debo decir de entrada que finalmente pude comprender muchos conceptos a través de sus líneas.

Generalmente no leo libros sobre ciencia, un poco porque en el pasado intenté leer algunos, pero sus conceptos me rebasaron enormemente, y otro mucho porque la ficción y la fantasía siempre han ocupado un lugar especial en mi corazón de tinta, antes que la temática científica. Pero he aquí que alguien ha tenido la paciencia de guiarme a lo largo de los conocimientos de más de tres siglos, explicando cómo se ha desarrollado un concepto que en nuestros días es parte de nuestro argot: el agujero negro.

Como bien indica el subtítulo del libro –“Cómo una idea originalmente desechada por los seguidores de Newton, odiada por Einstein, y retomada por Hawking es ahora amada por todos”–, Bartusiak nos platica desde el desarrollo de Newton de la ley de la gravedad y la manera en que los científicos comenzaron a preguntarse qué sucedería si la fuerza de atracción de un cuerpo celeste fuera tan potente que ni siquiera la luz pudiera escapar a su influencia (desde afuera ya no veríamos a ese cuerpo, porque la luz no saldría de él, afectando el continuo espacio-tiempo); luego se preguntaron qué sucedería si ese cuerpo continuara aumentando su poder de atracción (se iría comprimiendo y atrayendo con cada vez mayor fuerza otros cuerpos que cayeran dentro de su horizonte de eventos); y a través de la astronomía entonces descubrieron que algunos cuerpos emitían ciertos colores (las estrellas rojas y las estrellas blancas) y descubrieron que eso se debía a la cantidad de cierto gas que poseyeran y que eso sucedía debido a que se estaban consumiendo, en vías de convertirse en lo que ellos llaman una singularidad cósmica.

En el camino hacia el colapso final, conocemos de los quásares y de los pulsares, y entendemos el rol importantísimo que ha adquirido la radioastronomía para poder identificar lo que sucede con los cuerpos celestes, mientras la autora nos platica el entorno en el que Einstein, Oppenheimer, Karl Schwarzchild, Kip Thorne, y otros grandes teóricos de la física y de astronomía fueron investigando, desarrollando ecuaciones y diseñando experimentos que probaran sus teorías.

No deja de ser interesante que aceptar la existencia de esa singularidad cósmica, y el destino final de una estrella que se consume y cuya fuerza de gravedad aumenta, no era una idea “sexi” para la comunidad científica; es más, muchos connotados científicos no querían dar crédito a lo que sus ecuaciones mostraban: una estrella puede llegar a condensarse tanto, que explotará y se resumirá, convirtiéndose en una aspiradora de energía con un apetito insaciable. Bartusiak nos presenta, ante mi sorpresa, a aquellos que fueron valientes al enfrentar a los conocimientos que se tenían hasta esos momentos, valientes porque se atrevieron a proponer otras posibles avenidas de explicación que no necesariamente se plegaban a lo que los gurúes habían establecido como dogma, y nadie tan valiente como Subrahmanyan Chandrasekhar, que soportó burlas de sus colegas, pero que teorizó correctamente que, contrario a lo que se creía, no había límites para la contracción gravitacional de una estrella.

La autora, Marcia Bartusiak.

La autora, Marcia Bartusiak.

La cereza de este pastel científico (Agujero Negro, La evolución de una idea, de Marcia Bartusiak), que recomiendo ampliamente, fue leer que quien vino a demostrar el trabajo teórico desarrollado, y finalmente comprobar la existencia en el Universo de los agujeros negros fue la estrella Cygnus X-1, personaje importantísimo en un par de discos del gran trío canadiense de rock Rush, que es el agujero negro más cercano a la Tierra.

Así pues, muchos años después de haber intentado La Breve Historia del Tiempo, del recientemente fallecido Stephen Hawking, ha sido este libro de Bartusiak el que me ha despertado nuevamente el deseo de conocer más de tanto de lo que desconozco, y sin duda así será.

Gracias al ingeniero Isaías por el libro, y a Marcia Bartusiak por reencaminarme a un trayecto que francamente me parecía oscuro y tenebroso: descubro que tal vez sea así, pero no por ello deja de ser apasionante recorrerlo.

S. Alvarado D.

sergio.alvarado.diaz@hotmail.com

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