2 de octubre de 1968

By on octubre 4, 2018

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Fue un movimiento muy alegre con la juventud adelante pidiendo más democracia, reprimido por el gobierno federal con una andanada de balas.

Nadie sabe con certeza cuántas personas murieron aquella noche del 2 de octubre de 1968; se dice que hubo más de mil cadáveres. A las 8 de la noche llegaron camiones de redilas del ejército para levantarlos. A la 12 de la noche, los bomberos ya habían limpiado la Plaza de las Tres Culturas. A 50 años de aquella sangrienta masacre, el recuerdo doloroso permanece, nos lastima y nos recuerda que hechos así no deben seguir pasando.

La mañana del domingo 30 de septiembre acudí a un evento que superó mis expectativas. Reunidos en el Hotel Plaza Mirador, más de cien personas participaron en el desayuno-conversatorio en conmemoración del 50° aniversario de los sangrientos hechos en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, un evento organizado por la Academia Liberal de Yucatán, A.C.

Los participantes en la mesa principal fueron el C.P. Luis Alvarado Alonzo, el Dr. Raúl Vela Sosa, el Agrónomo Noe Peniche Patrón y el Maestro Ariel Avilés Marín. Todos ellos fueron premiados con generosos aplausos durante sus respectivas intervenciones, aplausos que incrementaron su fuerza cuando diversos ciudadanos sobrevivientes de los sangrientos hechos aquella tarde-noche del miércoles 2 de octubre de 1968 compartieron sus respectivos testimonios.

Don Luis fue el encargado de compartir el prolegómeno que abarcó desde el mal llamado “descubrimiento de América” en 1492, pasando por la conquista española, mención especial a Gonzalo Guerreo el ‘padre del Mestizaje’, el nacimiento de nuestra nación tras el triunfo de la Independencia, hasta llegar a la noche triste de Tlatelolco, su repercusión y legado hasta nuestros días.

Don Luis rememoró el surgimiento de los latifundios, las grandes haciendas, el sojuzgamiento de la fuerza de trabajo de la población originaria, de los grupos políticos internos con poder aliados con fuerzas retrógradas contra el presidente Benito Juárez, ejemplo de gobernante digno y justo; la llegada de un emperador extranjero; la invasión norteamericana fracturando nuestro territorio en la zona norte. También recordó la batalla del 5 de mayo en Puebla, la revolución mexicana y el asesinato de sus principales líderes como Francisco I. Madero, Francisco Villa y Emiliano Zapata. Recordó al general Salvador Alvarado, el asesinato de Felipe Carrillo Puerto y sus hermanos, luchadores por la justicia social y contra el abuso de los explotadores de la mano de obra campesina. Su análisis incluyó la Revolución Rusa, la Primera y Segunda Guerras Mundiales, que propiciaron una nueva correlación de fuerzas entre Rusia, China, Estados Unidos, Inglaterra y otras potencias. Recordó los nombres de los líderes obreros, campesinos y sociales, más de treinta, como Andrés Ortega, Rogelio Chalé, Felipa Poot y Pánfilo Novelo, que fueron asesinados entre 1925 y 2000 por fuerzas políticas regresivas del Estado.

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Recalcó que las milpas en Yucatán sostienen el bienestar, la alimentación, medicación y supervivencia de los mayas de ahora. “Los mexicanos humildes caen ante las balas en Aguas Blancas, Tlatlaya y Ayotzinapa, entre otros lugares. Crisis periódicas ponen a prueba a gobernantes. Los trabajadores urbanos, que ahora suman millones, se suman a exigencias de salario digno, mejores condiciones de vida, trabajo, y servicios públicos. Los gobiernos conceden solicitudes a gotas y casi siempre imponen la mano dura. Represión a movimientos de médicos, ferrocarrileros, electricistas, estudiantes, maestros y otros grupos emergentes, con porros o fuerzas de choque, va en ritmo ascendente. El jueves de Corpus, los golpes a participantes en marchas, llegan después de intentos de abortar movimientos, como el ocurrido el 2 de octubre de 1968, hace 50 años, en Tlatelolco, donde la sangre y la lluvia se mezclaron y corrieron por los desagües, sangre generosa de estudiantes y pueblo. Ya antes se había invadido con el ejército el campus de la Universidad Nacional Autónoma de México y los universitarios de Yucatán, con su rector al frente, marcharon en protesta,” narró con voz firme, para concluir señalando que los grupos de poder muestran un apetito feroz y creciente, y comienzan a buscar alianzas con grandes intereses del ámbito internacional a través de consorcios extranjeros bajo el manto del neoliberalismo.

“En este 2018, a cincuenta años de la violencia oficial, los sucesos en octubre de 1968 son también detonantes del hastío ciudadano con esta votación histórica de rechazo a lo mal hecho, a lo olvidado, a lo no cumplido, a la corrupción heredada y los vicios de un sistema: Los ciudadanos hacen lo mismo que nosotros ahora, y se cuestionan cuál será un mejor derrotero para nuestro país. Hemos compartido la pérdida de miles de asesinados por la violencia, hay más de 300,000 desaparecidos, cementerios clandestinos. Estamos ante tiempos de reflexión, ponderación, análisis y decisiones sobre el futuro cercano y lejano que habremos de compartir los mexicanos de estos y los futuros tiempos.”

Por su parte, el Doctor Raúl Vela Sosa compartió interesantes antecedentes socioeconómicos y políticos que sin duda fueron determinantes en los hechos sangrientos que todavía se recuerdan. Dijo que el país tenía cifras de crecimiento industrial, no de crecimiento económico general y no en toda la industria, sino la industria manufacturera. Si bien las cifras muestran entre 1954 a 1967 un crecimiento en el producto interno bruto en aproximadamente 6 por ciento, este no tuvo efectos en la población, por tanto, las desigualdades sociales que existían en los años cincuenta permanecían. En 1964, Gustavo Díaz Ordaz ganó la presidencia con el 88 por ciento de la votación, pero con más del 30 por ciento de abstención; los análisis electorales explican que un alto porcentaje de los ciudadanos que se abstiene de asistir a las urnas es porque rechazan el sistema electoral y no creen en los candidatos ni los partidos; por lo tanto, el tipo de sociedad en que aspiraban vivir esos ciudadanos no era la que en esos momentos existía. Esto nos explica que ya había en el ambiente social una actitud de rechazo de un importante segmento de la población a la manera en que estaba operando el sistema económico y político mexicano. Ante estos hechos, una victoria electoral no era una victoria política. En 1968 no se supieron leer estos mensajes, que se convirtieron en mandato y ampliaron las formas de exigir los derechos. La organización estudiantil representaba a universitarios, politécnicos y normalistas que provenían de las diferentes clases sociales que concurrían en las escuelas públicas de nivel superior; eran representativos de la pluralidad. El ambiente de restricciones a la libertad y también a los derechos sociales alentaron la protesta que fue reprimida.

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Noe Peniche narró su experiencia como estudiante del Instituto Politécnico: sus principales líderes recibían subsidios del gobierno federal, lo que generaba animadversión con los de la UNAM. A su entender, el mismo gobierno manipuló enfrentamientos entre estudiantes cuando los granaderos invadieron la Vocacional 5, golpeando brutalmente a los ahí presentes. Esto motivó las primeras movilizaciones de protesta. Describió la toma del Politécnico por parte del ejército, aunque reconoció que él no estuvo en los hechos sangrientos del 2 de octubre pues viajó a Münich, Alemania, becado por el gobierno.

Cerró el Maestro Ariel Avilés Marín quien con su análisis puso digno colofón señalando que aquellos hechos dejaron una profunda huella en el devenir del tiempo. “El sangriento suceso de la Plaza de las Tres Culturas debe dejar una enseñanza para que un hecho tan profundamente lamentable no vuelva a ocurrir jamás en la historia de este país. Nunca será posible entender ni concebir a un gobierno represivo y autoritario cometiendo la más de las más deleznables de las canalladas: masacrar a su propio pueblo, mucho menos a lo más valioso de él, su juventud. Fue directamente la presidencia de la república la responsable de este magnicidio incalificable, doloroso, vergonzoso. El juicio inexorable de la Historia condena para siempre a Gustavo Adolfo del Santísimo Sacramento Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez como criminales infames y asesinos de su propio pueblo. Baldón eterno sobre sus nombres. En estos últimos tiempos se ha dado una complicidad gratuita a la acción de estos criminales. Felipe Calderón Hinojosa ordenó la clausura de la Fiscalía Especializada abocada al esclarecimiento de este caso y ordenó la destrucción de la documentación correspondiente; por fortuna, la documentación no fue destruida y ahora el INAI ha ordenado la desclasificación de la información, y muy pronto se podrá conocer al detalle todo lo relacionado con este infame suceso. Otro dato de gran importancia es que el maestro Servando González, desde la torre de Relaciones Exteriores, filmó con varias cámaras y en secreto todos los hechos ocurridos en la Plaza de las Tres Culturas y esta próxima semana al fin se ha autorizado la pública difusión de su filme. Ya veremos qué cosas reveladoras y terribles se han de aumentar a esta triste historia. El 2 de octubre de 1968 está escrito con letras de sangre en la historia del pueblo mexicano.”

Sucesos como este no deben ocurrir nunca en un mundo civilizado es por eso es que hay muchas razones y de mucho peso para repetir hasta el cansancio: “2 de octubre no se olvida”.

RICARDO PAT

riczeppelin@gmail.com

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