¡Wow, qué Super Tazón el del domingo pasado!

By on febrero 8, 2019

Perspectiva

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Me perdonará nuestro ilustre y sabihondo Presidente, Ave Que Cruza El Pantano Sin Ensuciarse y Líder Moral de la 4ta Transformación (frase esta última que con cada día que pasa cambia el orden de las palabras para volverse en lo que en realidad está pareciendo, y que seguro han escuchado ya con frecuencia de boca de  muchos decepcionados mexicanos), pero esta aportación no será para orientarlo, ni para decirle que recapacite y comience a trabajar por nosotros, en vez de predicar, continuar dividiendo e intentar lavarse las manos del “cochinero” que conoció perfectamente antes de arribar a su puesto, simplemente porque él ayudó a construirlo. No: esta aportación será sobre Fútbol Americano y, en especial, sobre lo acontecido durante el pasado Super Tazón LIII, celebrado en Atlanta, Georgia, en el estadio de los Halcones, juego que ganaron los Patriotas de Nueva Inglaterra a los alicaídos y prácticamente inexistentes Carneros de Los Ángeles por el tremendo marcador de 13 – 3.

Si se nota lo mordaz e irónico que estoy siendo a partir del título es porque lo que siento después del juego entre los Carneros y los Patriotas no es el mejor de los sentimientos, y estoy haciendo mi mejor intento por encontrarle lo bueno a un juego que, a mi juicio, resultó una demostración más del viejo aforismo que reza: “Más sabe el diablo por viejo que por diablo…”

Durante toda la temporada regular, los Carneros nos encandilaron con una ofensiva explosiva, con un corredor como Todd Gurley, un Mariscal de campo joven y con buen toque como Jared Goff, receptores como Brandin Cooks, y una línea defensiva que contó con el mejor jugador defensivo de la NFL en Aaron Donald y el suavecito Ndamukong Suh, todos ellos comandados por el jovencísimo entrenador Sean McVay (33 años) que es un verdadero genio, pero que simplemente no ha desarrollado el suficiente colmillo (por la edad, no por incompetencia) que lograra derrotar al que es indiscutiblemente el mejor entrenador en desarrollar y obtener lo mejor de sus equipos, a pesar de no contar con figuras de renombre: el “Monje” Bill Belichick.

He seguido el Fútbol Americano de la NFL desde hace ya cuatro décadas, así que puedo entender si alguien dijera que el Super Tazón LIII fue un ejemplo acerca de cómo inutilizar las armas del contrario, lo que tuvo como consecuencia el extrañísimo marcador, y que solo se anotara un touchdown: se neutralizaron, y entonces la genialidad de un viejo lobo de mar, como lo es Tom Brady, con otra de un muy golpeado aunque también sumamente eficaz ala cerrada como lo es Rob Gronkowski, hicieron la diferencia necesaria, coronada por una anotación del corredor novato Sony Michel. Dije que lo entendería, pero…

Lo cierto es que los Carneros nunca entraron en ritmo, solo pudieron llegarle a Tom Brady una vez, con lo que no lo inquietaron gran cosa, y la experiencia del plantel de los Patriotas, apuntalado por una magistral actuación del adecuadamente reconocido como Jugador Más Valioso del cotejo, Julian Edelman, se encargó de inutilizar y prácticamente desaparecer a los Carneros. Los esfuerzos de Wade Wilson, el coordinador defensivo de Los Ángeles, resultaron insuficientes y el vaso se llenó en el último cuarto, para derramarse en forma de victoria para los odiados Patriotas en los últimos cinco minutos de juego.

Y he aquí la verdadera razón de mi decepción: cuando acaba la primera mitad de un juego, y se cuenta con un buen equipo de entrenadores, el análisis de lo que salió mal y de lo que salió bien, tanto a la defensiva como a la ofensiva, da la pauta para reforzar algunas cosas, y para intentar nuevas, para reencaminar el partido, y buscar decididamente la victoria. Es como si se fuera Presidente de un país vuelto “chiquero”: durante el necesario diagnóstico inicial de la situación, seguramente se detectaría que algo se habrá hecho bien en el pasado –y que debería continuarse, si se cuenta con la suficiente humildad y grandeza de miras–, y se modificaría aquello que no sirva, castigando a los que lo echaron a perder, no perdonándolos, mucho menos cometiendo los mismos errores, o implementando “soluciones” que, por los resultados obtenidos en el pasado, ya sabemos que no funcionan.

Ese análisis, y las correspondientes estrategias, así como una inmensa dosis de humildad, y conste que no hablo del Presidente, sino de los Carneros en el Super Tazón, hicieron falta. El resultado final, y la victoria, fue de los que se esforzaron y demostraron más hambre de triunfo: los Patriotas, que obtuvieron su sexto campeonato con todo el mérito que conlleva la hazaña. Fue evidente que el equipo mejor administrado, mejor preparado, y con la mejor guía, es el que ganó el juego; el que pensó que sus logros del pasado serían suficientes para llevarlo a la otra orilla se vio superado, rebasado, y desarticulado, desaprovechando a sus estrellas y la buena estrella que los había llevado a ese lugar. Enfatizo que no estoy hablando de este gobierno, sino del Super Tazón y de los Carneros.

Desde esta perspectiva, las líneas del deporte y del gobierno se cruzan sospechosamente en esta aportación. ¿Por qué? Porque son similares las situaciones. Sean McVay seguramente aprendió mucho de lo que le sucedió la noche del domingo, y puedo apostar que estará pronto de regreso con sus Carneros en el juego máximo de la NFL.

¿Tendrá, por otro lado, la suficiente capacidad y humildad “YaSabenQuién” para aprender de sus errores y, entonces, modificar las fallidas estrategias, o llevará a todo el equipo mexicano a la derrota, a la oscuridad, cuando su rol es llevarnos a la luz, lograr que ganemos?

A diferencia del Super Tazón, que se juega una vez cada año, oportunidades de demostrar que se ha comprendido y, principalmente, aprendido de los errores de gobierno hay todos los días.

Sigamos viendo el juego, evaluando las decisiones del “entrenador en jefe”, que por sus resultados sabremos hacia dónde nos dirige. El medio tiempo, en el que nuestras decisiones se harán valer por medio de votos, viene en tres años.

Felicitaciones a los Patriotas de Nueva Inglaterra.

S. Alvarado D.

sergio.alvarado.diaz@hotmail.com

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