Una charla con el gran artista plástico Jorge Méndez Arceo

By on marzo 15, 2018

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Jorge Méndez Arceo ha dedicado gran parte de su vida a crear auténticas obras de arte. 

Jorge Méndez Arceo fue quien cambió por completo mi visión de lo que el buen diseño gráfico debe ser. Egresado de la Universidad de San Carlos desde 1982, lleva muchos años dedicado a crear no solamente diseños innovadores, estéticamente preciosos, sino también una serie de esculturas, figuras, cuadros con diferentes técnicas de impresión con resultados realmente sorprendentes.

Han sido muchos años dedicados a la creación del arte desde diferentes ópticas, no solamente desde la gráfica, sino incluso a través de las enseñanzas que le está dejando actualmente a sus alumnos en la Faculta de Arquitectura de la Uady.

¿Cómo han sido para ti los últimos años?

La filosofía de la talacha del artista visual es muy importante. ¿Por qué? Porque la imagen del artista visual está muy diversificada: por un lado, tenemos al artista visual, que digiere de alguna manera todos los males de la humanidad y de alguna forma se unge de ellos como una respuesta válida a la creación; pero también, por otro lado, está el artista visual que es alguien que es feliz generando obra, es feliz enseñando, es feliz preocupándose por la problemática del mundo.

En general, se puede equilibrar esos dos espacios. No se trata de satanizar a nadie porque no se trata de qué es bueno o qué es malo. El oficio de ser artista visual es la base para poder entender que el acto creativo es un acto feliz, simplemente. Y eso nos genera a nosotros la posibilidad de llevar una vida activa, una vida productiva sin estar sujeto a ningún sujeto a ningún tipo de esquemas prefabricados o paradigmas que están por allá.

¿Cuál es el estado que guardan las artes gráficas en Yucatán?

Para las artes gráficas en realidad se requiere de un equipo, y la verdad es que a veces son equipos caros. Por ejemplo, para hacer litografías se necesita tener pues las piedras necesarias, o para hacer grabado. Eso hace que no todos los artistas puedan generar obra gráfica. En el caso de la serigrafía, que es prácticamente mi especialidad en la obra gráfica, es una técnica muy accesible: todos sabemos que con eso se hacen las playeras, y se hacen muchos impresos, pero lo que ha sucedido es que no se ha dado el paso para ver seriamente a la serigrafía en nuestro medio como un elemento de explosión. También se ha estigmatizado un poco la técnica.

Considero que no estamos muy avanzados en cuestiones de gráfica en el estado. Consideremos Oaxaca: tiene talleres gráficos donde llegan los muchachos, tienen espacios para poder dormir inclusive, desarrollan proyectos maravillosos en los que los jóvenes son adiestrados, o sea, les enseñan a hacer obra; están un tiempo solamente trabajando en los talleres y posteriormente ellos dejan obra que pueda ser vendida y así pueda recuperarse la inversión.

En Yucatán no hay una escuela de artes gráficas importante. Por ejemplo, en la Facultad de Arquitectura hay equipo de gráfica, y hay buenos maestros que enseñan gráfica, pero son espacios realmente muy reducidos porque precisamente es muy complejo que un artista pueda financiarse un equipo que es muy costoso. Sí hay talleres, por ejemplo el Taller Estampa, pero pienso que valdría la pena fomentar más la cuestión de la gráfica.

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Te titulaste en 1982, ¿qué cambios significativos has encontrado en el diseño gráfico en relación a lo que tú estudiaste?

Algo muy interesante que me pasó es que tenía la inquietud de ser un artista visual. Había comunicación gráfica, diseño gráfico y artes visuales. Un poquito con el prejuicio de que el artista se muere de hambre, había esa idea de buscar una alternativa. Curiosamente, en ese entonces, cuando vi el plan de estudios para diseño gráfico, era un plan de estudio que contemplaba serigrafía, dibujo durante dos años, técnica de representación, acuarela, óleo; era una especie de carrera donde podías utilizar lo que enseñaban

Para tus inquietudes como artista visual, fue como una especie de simbiosis de inquietudes y de visiones de mis papás, entre otras cosas.

Los tiempos cambian. La formación que a nosotros nos dieron era una formación en la cual tú trabajabas con las manos: te enseñaban a utilizar un pincel, un estilógrafo, un grafo, a recortar, a pegar, pues eso es una acción del artista visual.

No se niega que las artes visuales han evolucionado a la par de la digitalización, pero lo que ha sucedido con el diseño gráfico es que la digitalización de la imagen ha provocado que las nuevas generaciones no tengan una base de aprendizaje manual, lo cual condiciona a la imagen digital.

Tampoco se trata de que lo digital no es bueno ni nada, porque sería hablar como viejito. De hecho, nuestro taller fue pionero en el estado en la imagen digital, cuando solamente los periódicos tenían computadores digitales. Era un esfuerzo muy grande que se hacía, y sí le entramos a principios de los noventa a la digitalización y eso es obvio. Pero cuando tienes una base de enseñanza en la cual te enseñan a ver, te enseñan a trazar, te enseñan a ver las líneas paralelas, a usar lo que le llamamos ‘ojimetro’, pues tu visión y tu formación pienso que puede ser más sólida.

¿Cómo capturas la atención de estudiantes que son completamente de otra generación?

La juventud necesita ser muy estimulada, incentivada. Por ejemplo, nosotros vivimos en la Guerra fría y había una visión del socialismo y del capitalismo que generaba inquietudes en los jóvenes. Ahora hay muchas circunstancias que a los jóvenes quizás los tienen en una sintonía.

Creo que la actitud del buen maestro es, en primer lugar, comprender el momento actual; segundo, actuar en base en esta situación.

La juventud necesita ser muy incentivada, hay que trabajar mucho para que no le tenga miedo a un mundo extremadamente competitivo, a un mundo con muchos problemas. Los millennials son muy especiales en ese sentido porque provienen de un determinado tipo de educación, de un tipo de padres, se confrontan a un tipo de sociedad muy incierta. El maestro debe tener esa actitud de mostrarle que el futuro puede ser prometedor, que el trabajo es la base para poder salir adelante, y pues obviamente buscar que las alternativas didácticas, académicas sean las adecuadas, unido a una cuestión de tipo humano, entre otras cosas.

Siempre he tenido mucha curiosidad de preguntarte, cuando veo por ejemplo alguna de tus obras, ya sea alguno de tus cuadros o alguna de tus esculturas, ¿cómo llega visualmente en tu mente? Cuando las imaginas, ¿las ves ya terminadas? ¿Cómo conceptualizas los trabajos a desarrollar?

Eso es curioso. A mí me pasa que hay como dos caminos. En la parte gráfica, que es todo lo que tiene que ver con la comunicación visual que es pues en lo que trabajamos juntos muchos años, que responde a necesidades muy específicas de comunicación, de imágenes que deben ser comprendidas y estimular la atención, ese es un camino creativo muy diferente. En el caso de la pintura y la plástica, es una parte en la cual me da más trabajo porque necesito bocetar mucho, genero mucha prueba y error en muchas cosas.

El camino para mí en que la creación es como más espontánea es en la escultura: concibo las imágenes escultóricas en tercera dimensión de una manera como más fácil, las soluciono de una manera más fácil, ya sea a través del moldeado o de cualquiera.

Decía que es curioso que, entre todas las ramas de lo que uno hace cotidianamente, quizá la escultura es una de las técnicas que a mí me permiten generar más imágenes premeditadas para poder trabajar.

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Recientemente visité tu galería y me sorprendió la cantidad de propuestas artísticas que manejas. Ya no solamente son cuadros o esculturas, son adornos para jardín, son diferentes cosas ¿Hay algún momento en el que hayas decidido ‘tengo muchas ideas, pero hasta aquí’, o todavía hay ideas que has planeado desarrollar?

Muchísimas ideas. Lo que hace falta son horas al día. Realmente las ideas tienen que ver mucho con el tiempo, y tienen que ver mucho con la inversión. Hay veces en que uno desearía tener proyectos mucho más ambiciosos, pero económicamente hay que tener cuidado o inteligencia para poder ir encaminando la cuestión, que le toque un poco a todo.

En la galería estamos con Jorge Araujo. Él también es parte importante de la obra pictórica.

Eres una persona que si algo lo define es su sencillez, su calidad humana. Te considero una persona incapaz de autoelogios. ¿Cómo te sientes en relación a la calidad de tus trabajos y el impacto que estos causan en las personas? ¿Qué significa para ti?

Oficio, esa es una palabra que yo repito mucho. Cuando tienes oficio tienes esa gran virtud de crear y de seguir el camino adecuado para ser autocrítico; cuando tienes oficio sabes lo que está bien o lo que está mal, sabes cuándo llegas a una buena solución o cuándo te hace falta otra alternativa.

No estoy en contra de la espontaneidad, de la creación muy espontánea, pero creo que en un artista visual la enseñanza, la técnica, debe ser básica.

Me considero una persona de oficio. Disfruto. Soy un ente de taller: me encanta mancharme las manos, me encanta agarrar cemento, barro, no me importa estar trabajando todo sucio en mi taller. Amo eso.

A veces estás haciendo escultura, a veces estás haciendo serigrafía, pero todo es parte de una vida. El otro día reflexionaba que he tenido un pincel en algún lugar de mi vida, en algún rincón siempre de mi vida, desde quizá los seis, siete años. Nunca he hecho otra cosa en mi vida más que eso. Me llena de satisfacción y me hace feliz. Cuando eres feliz, y te gusta lo que haces, lo que hagas lo vas a hacer con muchas ganas, con mucho amor y se va a reflejar. Eso va a ser un plus para que a la gente le guste.

Ricardo Pat

riczeppelin@gmail.com

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