Un Estudio del Obispo Carrillo y Ancona poco conocido en Yucatán (II)

By on enero 24, 2019

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II

ILMO. SR. DON CRESCENCIO CARRILLO Y ANCONA

Gustavo Martínez Alomía

En la ciudad de Izamal, que los actuarios han considerado hasta hoy como la primera fundada por los inmigrantes toltecas, nació el Ilmo. Señor Carrillo y Ancona en 19 de abril de 1837, hijo de don Maximiliano Carrillo de Pérez, descendiente de una antigua y noble familia de las más distinguidas de España, y de doña Josefa Florentina Ancona, de origen humilde, caritativamente recogida en la casa de un Ancona que descendía del Conquistador y Adelantado don Francisco de Montejo, quien le dio su apellido.

Recibió su educación primaria el tierno niño de la misma autora de sus días, matrona respetabilísima que, en aquellos tiempos de oscurantismo, llegó a adquirir una brillante educación literaria y obtener el título de Profesora de Instrucción primaria, distinguiéndose especialmente en el ejercicio del magisterio como Directora de una Escuela municipal cuando se introdujo a la Península el sistema Lancaster por los años 1844 y 1846.

Apenas la miseria que trajo consigo la terrible guerra social se enseñoreó de aquel hogar en que resplandecían todas las virtudes cristianas, la madre, viuda ya, tuvo que trasladar su residencia a Mérida y el joven Carrillo, comprendiendo las necesidades de tan precaria situación, se dedicó al trabajo material con el laudable deseo de ayudarla.

Entre las pocas personas que frecuentaron el trato de aquella pobre familia se distinguió el doctor don Tomás Domingo Quintana que, apreciando las felices disposiciones del niño, empezó a protegerlo abiertamente y puso en conocimiento del Obispo Guerra lo que ocurría. El virtuoso prelado llamó a la modesta viuda, le encomendó la administración de su quinta de Santiago, para precaverla de las asechanzas de la miseria y el joven Carrillo pudo entrar desde luego al Seminario Conciliar de San Idelfonso, tratando con tan tierno cariño a sus maestros y compañeros de estudios que pronto supo captarse sus afectos.

Allí aprendió con aprovechamiento Humanidades, Lógica, Metafísica, Ética, Física, Teología dogmática, Literatura e Historia, y Escritura y Derecho canónico. Sucesivos fueron los triunfos literarios en los exámenes del Colegio, principalmente en Física donde obtuvo la calificación de muy aprovechado por todos los votos, con nota especial. En 1856 le confirió la Universidad el grado de Bachiller en Filosofía; en 58 sostuvo un Acto público, conclusión de teología y exegética sagrada, y en 1860, terminados sus estudios y por gracia especial, pues aún no había cumplido los veinte y cinco años, le confirió el Ilmo. Señor Guerra el Orden de Presbiterado, consagrándose desde entonces al servicio de la Iglesia Yucateca.

Figura en primer lugar como profesor de la escuela. En ella dio las cátedras de Latinidad, Literatura y Teología dogmática y moral, siendo la cátedra de Literatura fundada por él en 1861. No contento con esto, trabajó asiduamente por reformar el plan que se seguía en el Seminario, hasta lograr la creación de una Academia de ciencias eclesiásticas como Instituto anexo a aquel autorizado por decreto de 4 de julio de 1864.

Siguieron los honores para Carrillo en el curso de su carrera profesional, como merecida recompensa a su instrucción científica y a las nobles virtudes que lo adornaban.

El 28 de abril de 1864 tuvo la desgracia de perder a su anciana madre, reconcentrando desde ese momento sus afanes en el estudio y en la práctica del bien.

En 1879 lo nombró el Ilmo. Obispo Leandro Rodríguez de la Gala como su Secretario, y en 1883 Provisor y Vicario general del Obispado, pidiéndolo como Coadjutor con derecho de futura sucesión, gracia que le otorgó el Papa León XIII al año siguiente de 1884, preconizándolo Obispo titular de Lero in partibus infidelium.  El 6 de junio del mismo año lo consagró el Arzobispo de México don Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos en la Colegiata nacional de Guadalupe.

El 14 de febrero de 1887 falleció el Ilmo. Obispo Rodríguez de la Gala, desde cuya fecha se hizo cargo del Obispado de Yucatán como su XXXVI Obispo, hasta su muerte ocurrida el 19 de marzo del año pasado de 1897 en el Palacio Episcopal de Mérida.

A sus esfuerzos se debió la restauración del Seminario Conciliar que se había extinguido, en lo que favoreció mucho el ilustrado sacerdote campechano doctor don Perfecto Regil, que aseguró unas subvenciones mensuales para la existencia. Restauró también la Universidad literaria en la que fue Doctorado en Teología y en Derecho canónico, fundó el Colegio Católico en colaboración con el ameritado señor Dean doctor don Norberto Domínguez, Gobernador Eclesiástico del Obispado a la muerte del señor Carrillo, fundador del Museo Yucateco, institución civil que aún existe con una vida lánguida, y cuya base fueron las colecciones históricas y arqueológicas que el ilustre finado pudo adquirir a fuerza de constancia y de dinero.

Cuando ocurrió su sensible fallecimiento, pertenecía a las siguiente sociedades científicas: American Etnological Society  de New York, desde el 9 de julio de 1868; Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística de México, desde el 6 de diciembre de 1869; Sociedad del Museo de Ciencias, Artes, Literatura e Industria del Continente Americano de New York, desde 17 de marzo de 1870; Liceo de Mérida, desde 22 de abril de 1870; Liceo Hidalgo, de México, desde 26 de octubre de 1872; Sociedad Agrícola Mexicana de México, desde 15 de octubre de 1879; Societé d’ ethnographie et de l’Alliance Scientifique de París, desde 1880; Círculo Artístico y Literario de Valladolid, desde 22 de octubre de 1882; Academia de Ciencias y Literatura de Santo Tomás de Aquino, de Mérida, desde 24 de junio de 1883; Societé Americaine de France de París, desde 28 de diciembre de 1886; American Philosofical Society, de Filadelfia, desde 17 de diciembre de 1886; Congreso Internacional de Americanistas en sus reuniones de París, 1890, Madrid, 1892 y México 1895; Junta Colombina de México en 1891, y Comisión Española en México de la Exposición Histórica Americana de Madrid en 1891.

Fundó los periódicos El Repertorio Pintoresco y El Eco de la Fe y colaboró en La Guirnalda, La Revista de Mérida, La Caridad, Biblioteca del País, y El Álbum Literario de Mérida, y el Boletín de la Sociedad de Geografía y Estadística, Anales del Museo y El Tiempo de México.

Salvador Rodríguez Losa

 Continuará la próxima semana…

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