Sueño y cascada de viento hacia la libertad

By on diciembre 7, 2017

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Por Juan José Caamal Canul

Semeja un paisaje extraído de los sueños pictóricos de Remedios Varo. Remedios La Bella, la que ascendió a los cielos, según las escrituras. Las perspectivas están en su justa dimensión. Diagonales, rectas y sectas. El cielo es intensamente nuestro o al menos anhelamos ello, no en el sentido de santidad o ágape celestial, sino en su acepción de conquista y domino individual, tal como Dédalo e Ícaro se mimetizan en la metáfora de la absoluta libertad. La floresta vigorosamente esperanzadora, aullante en su musicalidad matutina y en el ocaso de los dioses de la cosmogonía pagana. Nubes, seres oníricos medianamente mecanizados, arboles, vetustas construcciones, piedras sueltas y contenidas. El escenario panorámico cambia abruptamente, del verde al gris, del vegetal al pétreo sin transiciones, sin paulatinas iluminaciones, y por encima de ellas el azul celeste se derrama sin contemplaciones. El ser anda y se mueve al ritmo del viento, gira según su cola le indique; sus largas extremidades metálicas se extienden y se hunden dentro de la savia verde palpable, y le permiten dar pasos agigantados en la espesura de los sueños intangibles. Nuestro personaje anda con total y absoluta parsimonia por este mar de verde, océano vegetal, espejo de la luz solar. Se acerca lentamente a estos acantilados de piedra antigua, de roca extraída de los subsuelos, playa que se extiende y se desliza por sus continuos derrumbes a través de los años, la playa de cantos rodados que no son salvavidas sino salva muertes, piedras que conforman una isla de guijarros megalíticos. Roca sobre la que se edificaron religiones escindidas. Extensivo brazo de sueños extraviados en la noche y la mar de la historia, la guerra y la vastedad de caminos que se continúan bifurcando en los pasajes de los siglos sin fin. Es un girasol o gira viento, jirafa, o quimera; igual da: es alta de zancas esbeltas, cuerpo e intestinos mínimos y cabeza aleonada, greñas-aspas muy desproporcionada, ciclope de cuencos y mirada vacía; mueve la cabeza en el sentido que las corrientes del viento, como las corrientes del pensamiento giran o hace girar y envuelven al mundo. Mira sin mirar, vira y gira sin parar. A escasos metros, muy cercanas de sí, pero separados por los siglos; hay dos maneras de entender el mundo: el mundo de los dogmas y la fe que piensa, pero no le es permitido razonar, y el mundo mecánico, el mundo inspirado en otra ideología, el racionalismo que al igual tiene un ser supremo en algún lugar que edificó el mundo y lo hizo andar, y desde entonces gira y se mueve mediante leyes matemáticas explicables y otras que naufragan en el intento; es decir la fe contra la razón, dos maneras de apagar la sed de conocimiento y la vida espiritual eterna. El monstruo-máquina extrae el agua de las profundidades para calmar la sed y otra es la fuente, el manantial del agua viva de la palabra contenida en un libro y la práctica cotidiana del bien… y el mal. Tres estadios: cielo, azotea o tierra firme; tres formas de ser sin estar. Aspiraciones contradictorias de los que en tierra están, pero desean ascender; de los que en el cielo van, pero a tierra quieren descender, y de los que están en la azotea, espacio de nadie, intermedio, mirador privilegiado de la contemplación.

3 de diciembre de 2017

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Fotos de Juan José Caamal Canul

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