Segunda Aparición de la X’Tabay: Cobra Una Víctima

By on abril 12, 2018

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LXV

SEGUNDA APARICIÓN DE LA X’TABAY: COBRA UNA VICTIMA

En aquel tiempo, en el mismo año de 1939, fue la segunda vez que hizo su aparición la mujer X’tabay.

A la entrada de la hacienda, los Ceibos del Cementerio siempre nos llaman la atención; da miedo cada vez que nos cruzamos debajo de las enormes matas.

En este mismo lugar fue sorprendido un pobre caminante nocturno casi llegando a su casa, después de una prolongada parranda de tres días en el vecino pueblo de Ixil. Fue arrastrado a viva fuerza por una linda mujer, bonita con larga cabellera. Fue un pobre trabajador y fiel servidor de los amos de la hacienda.

Fue Don Marcelino, Pan y Vino, un fiel servidor de los amos de la Hacienda San Antonio Too. Era conductor de los antiguos carritos, o sea los tranvías vecinales que hacían su recorrido como transporte de pasajeros de la hacienda del pueblo de Ixil hasta Chicxulub Pueblo, en donde en aquel entonces cruzaban los trenes de vía angosta que salían desde la ciudad de Mérida, Cholul, Conkal, Chicxulub Pueblo, y al puerto de Progreso. Se suspendió este servicio por las carreteras, y con ello los camiones de pasaje. Desde esa época fueron desmanteladas las líneas de los ferrocarriles, y en la hacienda, el amo mandó suspender todos los rieles de DECAUVILLE que daban el servicio de plataformas a la Hacienda.

El pobre señor se quedó sin trabajo y, como estaba defectuoso de un pie, no podía desempeñar otras labores en el campo. El infeliz se quedó decepcionado. Era viudo y comenzó a tesarle cada día a las copas:

En una ocasión retornaba de una parranda, y de mala suerte se topó con la linda X’tabay. Fue dominado, no pudo hacer resistencia para salvarse. Sin ningún auxilio, pues fue arrastrado a viva fuerza hasta llevarlo en los últimos rincones de un plantel denominado SAN RAMIRO, antiguo nombre X-tiah. Después de algunas horas, no llegaba a su casa, y salieron algunas personas a su encuentro que oyeron unos gritos lastimeros.

Fue localizado en un lugar muy apartado de la hacienda pero también lo mismo: en una cueva en donde se encuentra una mata de Tza-Can, mata de nopal, pues el infeliz se encontraba herido por los espinos, su cuerpo ensangrentado, sus brazos raspados, su humilde ropa estaba manchada de sangre.

En estado muy lamentable, fue trasladado en un Truck hasta su casa, le dieron sus primeros auxilios pero, debido a las fuertes lesiones que sufrió a consecuencia de sus heridas, a los pocos días falleció. La graciosa X’tabay cobró su víctima.

Descanse en paz el señor Marcelino Pech Itzá.

Venancio Narváez Ek

Continuará la próxima semana…

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